Las encuestas dibujan un nuevo mapa electoral en España y Cataluña. Aunque siempre hay que esperar a conocer los resultados exactos de las elecciones. Un solo diputado de diferencia puede ser determinante, como se demostró en las elecciones catalanas en las que, si JxSí hubiera alcanzado los 63 diputados, el panorama político sería totalmente diferente. No obstante, con los datos de que disponemos, pueden adelantarse algunas previsiones.
A. En clave estatal
1. Un gobierno minoritario del PP, primera fuerza política en número de diputados según todas las encuestas, es una opción casi descartable. Si la suma de PSOE, Podemos, IU y otros partidos como ERC y Bildu, superan, como prevén las encuestas, los escaños del PP, no me imagino a Ciudadanos prestando un apoyo explícito y permanente a los populares que les desgastaría más que formar un gobierno de coalición. Menos aún si tenemos en cuenta que incluso el PP plantea reformas constitucionales. Un gobierno de esta naturaleza nos abocaría a una gran inestabilidad y a elecciones anticipadas en poco tiempo.
2. La opción que parece más natural sería un gobierno de coalición entre populares y ciudadanos. Dispondrían de una mayoría absoluta cómoda y podrían buscar una reforma constitucional pactada con los socialistas. Aunque Ciudadanos niega hoy esta opción por razones obvias, tras las elecciones las llamadas a la responsabilidad deberían vencer las reticencias. Es cierto que Ciudadanos puede temer 'contaminarse' pero el partido naranja también necesita demostrar su capacidad de gobierno para consolidarse como la alternativa de centro reformista a PP y PSOE.
3. La gran coalición, negada por todos, es la única opción que nos queda si Rivera no cede a gobernar con el PP. Un programa de gobierno que afronte la reforma de la ley electoral, una nueva Constitución y unidad frente al desafio catalán rehabilitaría la imagen del bipartidismo. La coalición se rompería una vez aprobada la reforma constitucional, y con discrepancias socioeconómicas entre ambas formaciones que les permitan afrontar unas nuevas elecciones dentro de tres años apelando a sus electores tradicionales. Recuerden lo que decía Andreotti: el poder desgasta... a quien no lo tiene.
B. En clave catalana
1. El 20D ratificará el comportamiento dual de los catalanes. Los independentistas no alcanzarán los 20 diputados entre 47. La pretensión independentista de representar al 'pueblo catalán' se debilitará aún más. Esto no es Escocia. El hecho que muchos catalanes voten distinto en las generales y en las autonómicas es un claro síntoma de que la pretendida desconexión de la mayoría de catalanes con España no es real. El independentismo en su conjunto saldrá aún más debilitado interna e internacionalmente.
2. El 20D dilucidará también la batalla entre CDC y ERC por la dirección del movimiento independentista. Si se confirma el sorpasso de ERC, y CDC queda relegada a cuarta o quinta fuerza política en Cataluña, Mas habrá recibido la estocada final. En estas circunstancias se hace probable un gobierno catalán sin Mas de presidente que permita hacer visible un nuevo líder convergente que permita a esta formación tratar de refundarse desde el poder.
Sólo si Democràcia i Llibertat queda por delante de ERC y es la primera fuerza, aunque sólo sea en escaños, es posible que Mas mantenga el pulso con la CUP y plantee con todas las consecuencias la alternativa de él o nuevas elecciones en marzo.
Quedan quince días para salir de dudas.