Por octavo año, Barcelona ha vuelto a confirmarse como la gran referencia económica del Mediterráneo, acogiendo la Semana Mediterránea de líderes económicos. Más de 1.500 participantes de 32 países, entre representantes del sector privado, autoridades políticas y de organizaciones internacionales, se han reunido entre el 24 y el 27 de noviembre en esta ciudad a pesar de una situación compleja, en una región en la que parecen que son tiempos más de división, violencia y guerras que de encuentros, economía y desarrollo.
Por octavo año, Barcelona ha vuelto a confirmarse como la gran referencia económica del Mediterráneo, acogiendo la Semana Mediterránea de líderes económicos
Esta edición ha coincidido con el 20 aniversario de la Declaración de Barcelona. A pesar de la gran ambición de las propuestas en su momento para crear una zona de paz, seguridad y prosperidad compartida, el resultado no está a la altura ni de las aspiraciones de los pueblos de la región, ni de los desafíos a los que se enfrenta Europa y el Mediterráneo.
En esta semana también 25 organizaciones y asociaciones del sector privado de Europa, el Mediterráneo y el mundo árabe han acordado 20 iniciativas, herramientas y programas eficaces para profundizar en las relaciones económicas y para redefinir el papel de los gobiernos y de las empresas en el marco de la asociación euro-mediterránea, trabajando juntos a favor del renacimiento de la región.
20 iniciativas que van desde impulsar el papel del sector privado como actor principal, estimular el espíritu emprendedor y la innovación, consolidar el rol clave de las mujeres y los jóvenes en la economía, la contribución de las diásporas y emigrantes, paliar la falta de inversiones privadas, la buena gobernanza, la economía social y solidaria, la economía verde, promover los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) 2030, la apuesta por un modelo de ciudad mediterránea sostenible y competitiva, el apoyo a la Unión por el Mediterráneo, instrumentos de financiación de las PYMES, promover un Banco de Desarrollo Mediterráneo, asociaciones público-privadas, responsabilidad social, promoción del arbitraje, crear una Agencia Mediterránea de Turismo y una Marca Global Mediterránea, y una red multimodal de transporte integrada con el corredor Mediterráneo como prioridad.
Fomentar la cooperación económica, resolver las condiciones que desencadenaron revueltas y conflictos, ayudaría a solucionar los problemas de inmigración y radicalización
Todo el Mediterráneo está experimentando un cambio radical. Los recientes acontecimientos requieren una respuesta urgente a los problemas de empleo y desigualdad que están provocando una gran agitación social. En Oriente Medio y el Magreb, 40 millones de jóvenes están en paro, 27 millones sin formación, el 50% de los 369 millones de habitantes son menores de 25 años y esto es una bomba de relojería. Y podría afectar a la seguridad y la prosperidad en el conjunto del Mediterráneo y de Europa. Fomentar la cooperación económica, resolver las condiciones que desencadenaron revueltas y conflictos, ayudaría a solucionar los problemas de inmigración y radicalización. Se lucharía contra la pobreza y el desequilibrio, y se incrustaría la democracia.
Hoy es más necesario que nunca crear espacios de encuentros. Barcelona y los organizadores de esta semana económica han intentado facilitar esta apuesta. Los mediterráneos juntos conseguirán movilizarse para superar las dificultades y riesgos coyunturales, deben transformar la amenaza en una oportunidad y convertir la debilidad en una fortaleza. Esto les permitirá enfrentarse a los retos y construir un futuro común.
20 años después, los actores de la región, públicos y privados, han tenido otra vez la posibilidad de relanzar el espíritu del Proceso de Barcelona y de apostar por la integración económica con un objetivo principal: la creación de un espacio económico mediterráneo, con una población de 800 millones de personas, que emerge lleno de posibilidades. Pero deben enfrentase a las dificultades y muros de incomprensión, sobre todos las herencias y conflictos ya históricos que están hipotecando el futuro.
El desarrollo es mejor antídoto contra los extremismos. Estamos en una etapa clave en la que hay que moverse y no esperar a que crezca el riesgo y aumente el coste por no actuar
El Mediterráneo no puede permitirse quedar al margen del mundo en vista del potencial material y humano de que dispone. Esa suma debe convertirse en un elemento de competitividad y en una ventaja comparativa en relación a otras economías, como la China, la de EEUU o la de la India.
La falta de una verdadera integración está impidiendo atraer inversiones, y el crecimiento insuficiente supone pérdidas económicas. El sur del Mediterráneo es el menos integrado en el mundo de los intercambios: solo alcanzan 4%, frente al 62% de la UE y el 26% de ASEAN.
La región es uno de los primeros socios comerciales de la UE con más de 280.000 millones de euros de intercambios comerciales. El 70% de las importaciones proviene de la UE, mientras que el 12% de las exportaciones de la UE se dirigen a esta zona. La UE es el mayor inversor en la zona con más del 48% del total. El 40% del suministro energético de la UE proviene del sur.
La solución pasa inevitablemente por la reactivación del Proceso de Barcelona y la apuesta clara por la Unión por el Mediterráneo que agrupa a 43 países, y su dotación de instrumentos financieros eficaces es el camino a seguir. Sumando las fuerzas todos tenemos mucho que ganar. Unas economías de escala importante, un potencial real de crecimiento y un gran mercado de consumidores. En diez años, el Mediterráneo podría ganar el hasta 30% del PIB si finalmente decide abrir las fronteras y crear un área de integración económica y un mercado único.
El desarrollo es mejor antídoto contra los extremismos. Estamos en una etapa clave en la que hay que moverse y no esperar a que crezca el riesgo y aumente el coste por no actuar.