La crisis puede con casi todo, incluso con aquello que más simbolizaba el poder: la política y las finanzas. Así, algo que se nos antojaba tan arraigado como el mapa político catalán, se ha transformado radicalmente en unos pocos años. De una escena política pilotada por CiU y PSC, en situación de pseudo cártel, se ha transitado al embrollo de hoy, sin que nada sugiera que la transformación haya ya finalizado. Y de aquel complejo entramado financiero, con cajas de ahorro repartidas por todo el territorio, hemos transitado a dos grandes entidades, la Caixa y Sabadell. Y esta dinámica parece no acabar: puede ser el turno de las patronales.
Sin duda, este en un buen momento para repensar en papel de las entidades patronales y, por tanto, deberíamos recibir sin temor estos tiempos convulsos que se nos avecinan
Sin duda, este en un buen momento para repensar en papel de las entidades patronales y, por tanto, deberíamos recibir sin temor estos tiempos convulsos que se nos avecinan. Unos tiempos para reflexionar acerca de cuestiones que están transformando al mundo de la empresa y su representatividad colectiva.
Así, por ejemplo, nuestras grandes empresas han adquirido tal dimensión que ya no buscan acomodo en las asociaciones patronales. O, refiriéndonos al mundo del trabajo, éste se aleja cada vez más de aquel marco estable, de regulación y negociación, entre patronales y sindicatos. Por no hablar de la tendencia global a hacer del trabajo un bien escaso y mal retribuido.
Pero, pese a todas las transformaciones, una buena democracia sigue requiriendo de patronales y sindicatos fuertes y adaptados a los tiempos. Una adecuación nada fácil, ni para unos ni para otros. Por eso, más allá de la crítica fácil, todos deberíamos contribuir a conformar ese nuevo marco sin el cual el capitalismo se convierte en un sálvese quien pueda.
Lo que enardece la batalla es el posicionamiento ante el procés. Léase: independentistas frente a unionistas
A todo esto añadamos que con la salida de la crisis emerge como gran tema la reforma de nuestra vida institucional. La sociedad reclama una mejor democracia, y dirige sus exigencias de manera prioritaria a las instituciones políticas. Pero la ciudadanía también orienta su malestar a entidades no políticas, como patronales y sindicatos. Por ello, se deben abordar aquellas cuestiones de representatividad y buen gobierno que otorgan legitimidad social a cualquier entidad.
Pero no; resulta que el embate no viene animado por las cuestiones señaladas. Lo que enardece la batalla es el posicionamiento ante el procés. Léase: independentistas frente a unionistas. Por mucho que se revista de otras intenciones, lo que realmente subyace es el juego político del momento. Uno considera que todo diseño de futuro de las patronales empieza por consagrar su independencia frente a cualquier coyuntura política. Pero, por el contrario, lo que se percibe tras la voluntad de cambio es el alineamiento político. Empezamos bien.