A raíz de la segunda sanción impuesta por la UEFA al F.C. Barcelona, club del cual quien esto escribe es socio, a causa de la exhibición de esteladas, su presidente, el señor Josep Maria Bartomeu, muy envalentonado él ante un público que pedía sangre, declaró: "Nuestro club ha sido castigado por la UEFA con una sanción que atenta contra uno de los derechos más básicos de la democracia: el de la libertad de expresión. Estamos y siempre estaremos a favor del legítimo derecho de expresar los sentimientos y más cuando estos no van en contra de nadie. La UEFA se ha metido en un buen lío. Han sancionado un hecho que ni siquiera es delito en nuestro país ni en cualquier otro".
Asimismo el señor Bartomeu ha anunciado recursos ante todo tribunal habido y por haber: "Primero recurriremos al comité de apelación y si no nos dan la razón iremos al TAS, al tribunal superior de justicia y si hace falta luego al de Estrasburgo".
Cantan los azulgranas antes de iniciarse los partidos en el Nou Camp que...
Tant se val d'on venim / (tanto da de dónde vengamos)
si del sud o del sord/ (si del sur o del norte)
Y a la UEFA también, señor Bartomeu, poco le importa de dónde vengan los infractores, si del sur o del norte. Contrariamente a las tesis excepcionalistas (catalanas) del señor Bartomeu, por lo demás otra muestra de la pérdida de contacto con la realidad por parte del independentismo, lo que sucede en Cataluña, en este caso con el F.C. Barcelona, acontece igualmente en otros lugares. Un breve repaso de sanciones impuestas por la UEFA en los últimos años:
-Al Bayern de Múnich porque unos seguidores exhibieron una pancarta con el lema "Say No to racism, Say Yes to Kosovo“, 10.000 euros en 2014.
-Al Celtic de Glasgow porque unos aficionados mostraron un retrato de Bobby Sands (miembro del IRA que murió en una huelga de hambre estando preso) y otro de William Wallace (caudillo medieval escocés que luchó contra Inglaterra, el de Braveheart) 50.000 euros, debido a la reincidencia, en 2013.
-Al Galatasaray de Estambul porque unos hinchas exhibieron banderas de la República Turca del Norte de Chipre, 12.000 euros en 2014.
-Al F.C. Basilea porque unos miembros de Greenpeace desplegaron una pancarta contra las actividades de la gasista rusa Gazprom en el Ártico en un encuentro disputado contra el Schalke 04 alemán, equipo patrocinado por Gazprom. La sanción ascendió a 30.000 euros en 2014.
-De nuevo al Celtic de Glasgow y también al escocés St. Johnstone porque unos aficionados agitaron banderas palestinas, 15.900 y 14.300 libras esterlinas respectivamente en 2014.
La UEFA no alberga dudas al respecto (tampoco la FIFA): no quiere que la política entre en los estadios. No permite que el fútbol se utilice como plataforma política. Por eso ha prohibido que en los campos se transmita cualquier tipo de mensaje de naturaleza política. Cualquier tipo. De lo contrario, como se desarrolla en los fundamentos de la multa al Galatasaray de Estambul, la UEFA se vería envuelta en inacabables discusiones sobre la naturaleza y admisibilidad de cada pancarta, gesto o bandera.
La UEFA (y la FIFA) no quiere que la política entre en los estadios. No permite que el fútbol se utilice como plataforma política. Por eso ha prohibido que en los campos se transmita cualquier tipo de mensaje de naturaleza política
Y concordará el señor Bartomeu en que la estelada es un símbolo político. ¿O se encuentra tan fuera de la realidad que ni siquiera admitirá eso? Quizás el señor Bartomeu no vea más allá de su nariz, pero la UEFA es una institución europea que sí sabe qué conlleva la infiltración de la política en las gradas y en los terrenos de juego. Tal vez convendría que el señor Bartomeu repasara las imágenes del Serbia-Albania de hace un año o se imagine qué sucederá si los equipos ucranianos y rusos progresan en la presente Champions League y se cruzan en la fase de eliminatorias (en el sorteo de la fase de grupos se excluyó emparejar a equipos de estos dos países).
Por otro lado, se agarra el señor Bartomeu a la tan manida en Cataluña libertad de expresión, paraguas bajo el cual, según el independentismo, todo encuentra amparo, hasta la cosa del 9N (por cierto, el Constitucional italiano tampoco se tragó ese argumento en el caso del referendo de la región italiana del Véneto). Como cualquier otro derecho, incluso aunque sea fundamental, la libertad de expresión encuentra sus límites en otros derechos, como el derecho a la seguridad y también en el orden público. El señor Bartomeu no haría mal en dar un tour soberanista por Escocia, donde rige la Offensive Behaviour at Football Act, aprobada después del derbi de Glasgow de 2011, el de la vergüenza. Los policías escoceses reciben instrucciones hasta sobre qué canciones están permitidas y cuáles no. Incluso un diputado del SNP afirma que "todos deberíamos saber que no es aceptable expresar opiniones políticas en un partido de futbol".
Es de temer que el señor Bartomeu no podrá alegar que hizo cuanto estuvo en su mano para evitar las esteladas, más que nada porque no pierde ocasión para azuzar su exhibición
Queda desearle al señor Bartomeu mucha suerte con el TAS. En el caso 2014/A/3578, la Federación Holandesa de Fútbol consiguió revocar una sanción de la FIFA tras un Holanda-Rumanía porque la pancarta objeto de sanción, en la que se ensalzaba a un hooligan rumano que unos meses atrás quemó una bandera húngara, estaba en rumano y fue introducida en el estadio en tres partes.
Es de temer que el señor Bartomeu no podrá alegar que hizo cuanto estuvo en su mano para evitar las esteladas, más que nada porque no pierde ocasión para azuzar su exhibición. Y cabe recordar que los delegados de la UEFA no han reparado aún en los cánticos del minuto 17:14.
En su obcecación (o en su cobardía) el señor Bartomeu no es capaz de comprender (o impedir) que la colonización por parte del independentismo del F.C. Barcelona va a convertir al club en un troublemaker. Cuando por reincidencia y contumacia haya que jugar los cruces de la Champions a puerta cerrada tal vez recapacite. Eso si antes no ha ocurrido algún incidente serio de orden público con trasfondo político.
Señor Bartomeu: no olvide el himno del club: "Tant se val d’on venim". La UEFA no lo olvida.