Uno tiene un pasado. Como todos ustedes. Y no me puedo sentir orgulloso de muchos de mis actos en el pasado. Pude haber tratado mejor a algunos amigos. Debí llevar con más tacto alguna relación sentimental. Podría haber visto más a algunos familiares. Podría haber sido más diligente y más comprensivo con algunos conocidos.
Lo peor que he hecho en mi vida, y que todavía no me explico como pude cometer tal barbaridad, fue votar a Joaquim Nadal como presidenciable a la Generalitat de Cataluña
También debería haber hecho más deporte. Haberme reído menos de mis adversarios políticos o deportivos. Y debería haber sido más solidario, comer menos carne, más verdura y más tofú. Los actos impuros en solitario mejor lo dejamos para otro día. Como las lecturas poco recomendables y las películas no aptas para almas sensibles.
Reconozco que no debería presumir de haber visto, en cines semivacíos, joyas mundiales del séptimo arte como “Ja, me maten”, “Condemor” o “Brácula”. Mi cerebro está pagando por ello desde entonces. Y por haber proyectado en centros académicos de enseñanza superior películas de Pajares y Esteso como “La Lola nos lleva al huerto” o “Los bingueros”.
Pero lo peor que he hecho en mi vida, y que todavía no me explico como pude cometer tal barbaridad, fue votar a Joaquim Nadal como presidenciable a la Generalitat de Cataluña. Vale que entonces yo era un votante habitual de los socialistas. Vale que el PSC era en aquellos años (o eso pensábamos muchos inocentes de la vida) la gran alternativa al nacional-barretinismo de Jordi Pujol.
Vale que el hombre se vendía como un político integrador que (decía) había transformado Girona con el apoyo del voto de los ‘nuevos catalanes’ de la ciudad. Vale que las ganas de mandar a Pujol de vuelta a su casa, para que hiciera de contable del negocio floral de su mujer, eran infinitas. Podría buscar miles de justificaciones, pero...
Ya se veía venir lo que algunos amigos me decían. Que Nadal era más nacionalista que otra cosa. Que estaba en el PSC, como podría haber estado en CiU o en ERC
Es injustificable. Ya se veía venir lo que algunos amigos me decían. Que Nadal era más nacionalista que otra cosa. Que estaba en el PSC, como podría haber estado en CiU o en ERC. Que llegado el momento de quitarse la careta se vería claro que a ‘Quim el rojo’ lo único que le ponía era la patria. Por supuesto, la suya, la de la ‘ceba’. Y lo demás era secundario.
Resumiendo: me llamo Sergio Fidalgo. Fui un inconsciente y voté a Quim Nadal en 1995. Lo confieso. Y estoy convencido de que, sin él, el PSC será un partido bastante mejor. Me alegro por los amigos que aún me quedan allí y que tuvieron que sufrir ataques y menosprecios por decir en su momento que los ‘Nadales’ y las ‘Gelis’ eran más nacionalistas que otra cosa. Al final, el tiempo les ha dado la razón.