La petroleras, en el ojo del huracán
La Audiencia Nacional ha dado curso a dos querellas, de Manos Limpias y de una asociación de consumidores, contra las compañías petrolíferas más lustrosas del país y contra sus máximos directivos. Se les acusa de presuntos pactos de precios para esquilmar a los usuarios de una legión de gasolineras.
El expediente afecta de lleno al Gotha de las vendedoras de carburante, a saber, Repsol, Cepsa y Galp, las tres con sede central en Madrid, más la catalana Meroil y la canaria Disa Corporación.
Las querellas esgrimen un expediente que la Comisión de Competencia abrió en 2013 por posible colusión de precios
Repsol tiene de principales accionistas a La Caixa y a la constructora madrileña Sacyr, esta última encabezada por Manuel Manrique, Juan Abelló y Demetrio Carceller. Cepsa gira en la órbita de una sociedad holding del emirato de Abu Dhabi. Disa está señoreada por la familia Carceller. Galp es filial de su homónima portuguesa, participada a su vez por la estatal italiana Eni. Por último, Meroil pertenece a medio centenar de estaciones de servicio de Cataluña. Como se ve, los Carceller, una de las fortunas celtibéricas de mayor bulto, aparecen en este entuerto por partida doble.
Las querellas esgrimen un expediente que la Comisión de Competencia abrió en 2013 por posible colusión de precios. Las pesquisas determinaron que Cepsa y Repsol mantenían bajo cuerda pactos de no agresión y de intercambio de información. Que también Cepsa y Disa anudaron presuntas vinculaciones espurias. Y que los dúos Meroil-Disa y Galp-Meroil perpetraron idéntica faena.
Tales apaños encierran mucha miga. No en vano, los cinco grupos de marras acaparan dos tercios de la red de repostaje total, tres cuartas partes del mercado mayorista y el 72% de las ventas al por menor. De ahí que la Audiencia aprecie la posibilidad de graves quebrantos para la economía patria y se declare competente para instruir los sumarios.
Trampas y enredos
Sobre este escándalo mayúsculo es de subrayar que las relaciones entre los amos del crudo y los órganos de Competencia están repletas de encontronazos, y que los litigios casi siempre se han saldado a favor de los primeros. La denuncia más habitual concierne a un fenómeno que ha dado en llamarse gráficamente "de los cohetes y las plumas".
Resulta que cuando la cotización del barril de oro negro experimenta una subida en los mercados internacionales, las distribuidoras no pierden un segundo y trasladan de inmediato el alza a los surtidores. En cambio, cuando se produce el efecto contrario, es decir, que el precio del barril baja, se toman toda la calma del mundo para repercutir la poda.
Así gozan, durante unos días, de beneficios desmesurados a costa del peculio de los dueños de los vehículos. De hecho, Competencia no se cansa de propalar que los márgenes de las compañías son cada vez más sustanciosos en comparación con los de sus colegas del resto de Europa.
Las petroleras, junto con eléctricas, banca y grandes constructoras, nutren el censo de los lobbies más poderosos de la piel de toro. Su dominio es aplastante y sus tentáculos llegan hasta los rincones más insospechados
El órgano de vigilancia anti-trust ha fustigado urbi et orbi esa especie de ley del embudo que aplican los reyes del negocio. Sin embargo, no ha sido capaz de descubrir indicios suficientes para meterles en vereda y propinarles multas disuasorias. Se limita a constatar cada dos por tres la existencia de semejante irregularidad y a estamparla en sus informes periódicos, pero poca cosa más.
Otra práctica llamativa consiste en que los lunes, las tarifas suelen ser las más bajas de la semana. Ocurre así porque, justo ese día, las expendedoras de combustible han de reportar sus escandallos a Bruselas. De tal forma, las estadísticas de la UE sobre España reflejan unos precios más baratos que los reales, enmascarando el hecho de que en verdad figuran entre los más altos del continente.
Las petroleras, junto con eléctricas, banca y grandes constructoras, nutren el censo de los lobbies más poderosos de la piel de toro. Su dominio es aplastante y sus tentáculos llegan hasta los rincones más insospechados.
De ahí que la entrada del asunto en la Audiencia Nacional sea una noticia alentadora. Supone una escalada en los esfuerzos por embridar de una vez por todas a los agiotistas del hidrocarburo. Veremos cómo acaba el asunto. Pero, vistos los precedentes, no hay razón para un optimismo excesivo. Como de costumbre, los magnates de la nafta acudirán al pleito arropados por los "togas de oro" más influyentes del firmamento nacional.