Antes se coge a un mentiroso que a un cojo
La culpa la tiene Franco. No es ningún tópico que cuarenta años después de su muerte lo culpe. Tal vez sea injusto, y no es tan culpa del general como de sus voceros. Pero el pecado original tiene su origen en él...
Cuentan los filósofos que todo pensamiento no sólo expresa una realidad sino que la conforma. Así, durante el franquismo se acuñó una cifra mágica. Un señuelo. Una mentira: que las manifestaciones a favor del Caudillo eran tan masivas que alcanzaban el paradigma de un millón de patriotas.
Durante el franquismo se acuñó una cifra mágica. Un señuelo. Una mentira: que las manifestaciones a favor del Caudillo eran tan masivas que alcanzaban el paradigma de un millón de patriotas
Yo era un mocoso que me tragué la mentira del NODO. La primera vez que estuve de turista en la Plaza de Oriente me di cuenta de que un millón de personas hubiera reventado la plaza. Me imagino que los madrileños sabían que nos tomaban el pelo, pero yo era un chico de provincias que nunca había estado en la capital.
El millón de manifestantes se convirtió en un fetiche. En el listón mínimo que hacía grande una manifestación. El millón quedó marcado como un referente político que la democracia tenía que superar por una obligación cuasi moral. Por eso al día siguiente de la primera mani legal de la Díada de 1977, la mítica de Paseo de Gracia, las portadas de la prensa de BCN contaban un millón de manifestantes. Tanto es así que esa grandiosa manifestación pasó a la Historia como la del millón...
Unos años después me enteré en la facultad que esa cifra mítica se había multiplicado por cinco. En realidad, fueron 208.000 personas. Muchas, un gentío, pero una quinta parte del mito fijado en ese primer 11S, el de recuperación de la libertad.
En el imaginario colectivo la vara de medir estaba en esa cifra mágica. Así que el recuento de la mani contra el recorte del Nou Estatut de 2010 la cifra se fijó en 1.200.000. La escalera de la mentira no tenía más remedio que ascender un peldaño, porque bajar de esa cifra ficticia implicaba retroceder en el incremento de la tensión.
Desde esta visión política y hasta filosófica (un pensamiento, una idea, es capaz de conformar una realidad), los de la ANC estaban obligados a continuar con la mentira. Era la levadura de un engaño. Y así en el 11S de 2012 ya eran 1.500.000; en la Vía Catalana 1.800.000, y este año alcanzaron los 2 millones.
La Guardia Urbana ha rebajado la levadura a 1.400.000, pero ni con este apósito cuela el engaño. Es indiscutible que fue mucha gente, pero la cabeza la tenemos no sólo para peinarnos. La reflexión cartesiana del "yo pienso, luego existo" se ha transformado en "yo repito (lo que he oído, si me interesa)".
No estoy diciendo que 530.000 personas sean pocas (un 20% eran menores). Son muchos, pero no tantos como nos han querido vender para dar la imagen de que es la voluntad de Cataluña
Lo de 1.400.000 es un cuento chino ¡Si BCN sólo tiene censadas 1.500.000! Usemos el sentido común. No es tan complicado. No se trata de demostrar la fórmula de Einstein: E=mc2
Pongamos esta exageración: que una cuarta parte de los barceloneses, que tuvieran fiesta, hubieran ido a la mani: 350.000. Que una cuarta parte de los ciudadanos vaya a la mani no me lo creo, pero incluso elevando las cifras una barbaridad hasta llegar al digito de 1.400.000 (GU) nos faltan 1.050.000 cuerpos, si nos acogemos a la segunda opción de 1.650.000 (ANC), el agujero negro, por lo de Einstein, aún es mayor.
¿Cuántas decenas de miles de autocares, convoyes de trenes y coches particulares tenían que haber llegado por la mañana, o hacer noche, en la ciudad? Porque no pudieron llegar por arte de magia. No colapsaron las entradas. ¿Dónde pudieron aparcar esa marea de gente para poder alimentar esa ingente masa? Creo que ni los dos magos más celebres de la historia, el escapista Harry Houdini y David Copperfield, aunando sus portentosas capacidades, podrían haber obrado el milagro.
Los doctores Haroon Idrees y Mubarak Shah, que trabajan en el Center for Research in Computer Vision (CRCV) de la Universidad Central de Florida, han estudiado el tramo de la Meridiana cubierta y han llegado a la conclusión de que el mínimo de manifestantes fue 435.000 y el máximo 622.566, y siguiendo la idea aristotélica de que la verdad está en el punto medio dieron la cifra de 530.000 como la probable.
Es decir, este digito demuestra que el Ayuntamiento multiplicó por tres, y casi por cuatro la ANC. Algo hemos avanzado sobre la mítica mani de 1977. Entonces la organización, es decir todos los partidos políticos, multiplicaron por cinco.
No estoy diciendo que 530.000 personas sean pocas (un 20% eran menores). Son muchos, pero no tantos como nos han querido vender para dar la imagen de que es la voluntad de Cataluña. No lo es. Y eso lo vamos a ver el 27S no contando los escaños sino los votos.
Los separatistas juegan la partida con las cartas marcadas desde el primer día que convocaron las elecciones.
Eso sí, no soy cicatero: nos ganan en la calle. Están movilizados, pero también ocurrió en Escocia...
Nota final: La estratagema de hinchar los manifestantes no es nueva. La más famosa de la Historia fue la empleada por Hitler en el invierno de 1933 para que el presidente de la República de Weimar, Hindenburg, dimitiera. Ordenó a los suyos que durante toda la noche pasearan con antorchas delante de su residencia oficial. El anciano Hindenburg no durmió en esa noche impresionado por el enorme gentío que creyó ver. Nadie le explicó que eran muchos, pero tantos; porque decenas de miles de seguidores se pasaron la noche dando vueltas por la sede oficial de la República. La estrategia fue para que el presidente le cediera el poder ante la fuerza multiplicada de la masa. Era la voluntad de Alemania.
Todo está inventado.