No exagero ni es una metáfora, voy a demostrar por qué digo esta aparente estupidez. Quien quiera rebatirla está en su derecho, pero no diciendo cosas que no he dicho...
La pasada semana Angela Merkel y David Cameron explicaron lo que sólo quienes se tapan los ojos no ven: que un proceso de independencia no pactada equivale a quedar fuera de la Unión Europea. De aquí hasta el 27S, lo repetirán todos los primeros ministros que hablen sobre España. En mi artículo anterior, 'Aristóteles es el primer enemigo de Mas', lo razoné con la objetividad de un forense.
Artur Mas hace oídos sordos a los coscorrones dialécticos de todos los mandatarios europeos, y con la fe del carbonero tira 'p'alante', porque cree que su única tabla de salvación es una aplastante mayoría absoluta
Cuando escribo, dejó a un lado el corazón, porque rechazo el romanticismo, la épica. Uso la razón.
Artur Mas hace oídos sordos a los coscorrones dialécticos de todos los mandatarios europeos, y con la fe del carbonero tira 'p'alante', porque cree que su única tabla de salvación es una aplastante mayoría absoluta. Pero se niega a ver, en su interesada impostura, que eso sólo podría decantarse a su favor si un 51% del censo electoral optara por su tesis. Del censo, no de los electores, y eso es imposible, porque la mayoría absoluta puede conseguirla con sólo una tercera parte del censo.
Al margen de la abstención ('Artur Mas necesita para ganar a 750.000 idiotas'), un escaño en el área metropolita de Barcelona (que concentra a dos terceras partes de los catalanes) cuesta el doble de votos que en el resto de Cataluña.
Sí, puede tener una mayoría política, pero inmediatamente el rechazo social de dos terceras partes de los catalanes, y de buena parte de sus votantes al sentirse engañados, cuando comprobaran los efectos prácticos de la Odisea personal de su viaje a Ítaca, y llegue el día 25 y los pensionistas no cobren, ni los parados el día 10, ni los funcionarios el último día de mes...
En ese momento, toda la oratoria épica de del rey Arturo desaparecerá como un cuento de los hermanos Grimm, que en su versión original no son tan tiernos como los dibujados en la factoría Disney, que es la milonga que nos cuenta el flautista de la plaza Sant Jaume...
El gran escritor y periodista británico George Orwell tenía una máxima cuando decía a sus columnistas: 'una idea, dos ejemplos y tres folios' para sus artículos.
Daré el segundo ejemplo: en 2011 un lobby empresarial catalán dio una conferencia en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para convencer a los empresarios de que invirtieran en Cataluña con estos números de la Cámara de Comercio de Barcelona: las empresas catalanas vendían al resto de España 53.000 millones de euros y compraban por valor de 28.000 millones. Hagan la resta y verán que el superávit comercial catalán era de 25.000 millones. Han pasado cuatro años, pero el diferencial, mil arriba o mil abajo, sigue siendo el mismo.
Hace cuatro años el superávit comercial catalán era de 25.000 millones. Han pasado cuatro años, pero el diferencial, mil arriba o mil abajo, sigue siendo el mismo
El alquimista Artur Mas argumenta, en defensa de su discurso de cuento, que ese perjuicio no se iba reducir porque, como Poderoso caballero es don Dinero, haría daño a ambas partes. Y es cierto que nos haría daño a todos, hablando en términos pecuniarios, pero muy especialmente a quien más vende. Por eso Rosell y Bonet se oponen radicalmente a este seppuku a lo Yukio Mishima que nos propone Mas: harakiri y decapitación. No hablan en estos términos, pero eso es lo que dicen...
Antes he citado a George Orwell que en su famoso libro sobre el futuro titulado '1984', el protagonista, Winston Smith, persuadido por el poderoso orador empieza a creer que dos más dos son cinco.
Como no quiero hacer como Mas, tergiversar la realidad --en este caso la novela--, Orwell llega al cinco a través de una propaganda masiva a la fuerza. En nuestro caso, la fuerza de la voz de ese poder no es el terror, sino los cantos de la sirena que llevaron a la muerte a la tripulación de la Odisea.
Mis artículos tienen un hilo conductor invisible que me lleva del uno a otro, así que el próximo me llevará, con el permiso del director, a tener que hablar de un psicópata carismático llamado Artur Mas...