No hace falta que argumente las diferencias entre un separatista y los que no queremos que nos quiten España. El filósofo Julián Marías decía que España es anterior a cada una de sus partes, y tiene libros de historia y pensamiento (el principal, 'España inteligible'), que da argumentos de diamante que, como bien saben los orfebres, es la piedra preciosa más rica, y resistente, que existe en la Tierra.
Dice bien Miquel Iceta que la suma del PSC, PP y Ciutadans no suma. El agua y el aceite no combinan sino que se aíslan porque entre ellos no existe química
Quien no sepa que Marías ha sido el mejor filósofo de la segunda mitad del siglo XX, ¡que se lo enseñen en Salamanca!, como dice un viejo adagio universitario. Entre esas diferencias ocultas está la de que, mientras la coalición separatista suma, una de quienes defendemos la integridad de España, resta. O sea que, si nos juntamos, haríamos un pan como una hostia...
Dice bien Miquel Iceta que la suma del PSC, PP y Ciutadans no suma. El agua y el aceite no combinan sino que se aíslan porque entre ellos no existe química. Una coalición de esta naturaleza no suma, como sí hacen los separatistas, sino que resta, porque existe una lógica racional que no existe en el irracionalismo separatista.
No falto el respeto a nadie si hablo de irracionalismo, porque la actitud de los separatistas no atiende tanto a la razón como al sentimiento. Es irracional. O, si se quiere, sentimental, pero nunca racional. Por eso es tan difícil combatirlo eficazmente: los dogmas no atienden a razones. Si atendieran no serían dogmas.
Un frente antiseparatista es un error conceptual porque plantearlo es darle la razón a la sociedad transitoria de intereses de Mas & Junqueras, lubricada con el motor diesel de la ANC. Darle la razón porque han planteado unas autonómicas como si fueran un plebiscito sobre la Independencia. Si los partidos no separatistas se hubieran 'ajuntado', habrían aceptado de facto lo inaceptable: el órdago anticonstitucional. Esta razón justifica que no hayan creado un frente común.
Como cuenta una aldeana historia gallega: una vez el obispo de Santiago viajó a una aldea de su diócesis y no repicaron las campanas de la parroquia, tal y como exigía el protocolo arzobispal. Extrañado el monseñor del impropio olvido del párroco, lo primero que hizo al verlo en el pórtico de la iglesia fue preguntarle por el silencio de las campanas. El rector azorado. le dijo que no habían tocado por veinte razones... La primera porque no tenía campanas. A lo que al punto el obispo le mandó callar, diciéndole que le sobraban las otras diecinueve...
La actitud de los separatistas no atiende tanto a la razón como al sentimiento. Es irracional. O, si se quiere, sentimental, pero nunca racional. Por eso es tan difícil combatirlo eficazmente
Así pues, sobran el resto de razones para justificar porque es contraproducente lo que le gustaría a Mas. Precisamente, lo que le gustaría es lo que menos nos conviene a los que rechazamos su locura de azufre...
Hay una tercera tan potente como estas dos. Así como el encoñamiento por la independencia ha cegado a Mas & Junqueras, esta ceguera no se ha extendido a sus rivales. El votante tradicional del PP nunca votaría a una candidatura en la que estuviera el primer secretario del puño y la rosa. Exactamente el mismo rechazo se produciría en el votante socialista, que no aceptaría tragar el aceite de ricino de votar una candidatura de García Albiol.
Este rechazo visceral no existe en las filas separatistas. Porque ser de izquierdas o de derechas es accesorio ante el reto de llegar a Ítaca... A España no le conviene una combinación tan antinatural como juntar el agua y el aceite. Ambas sustancias perderían sus propiedades. No ocurre eso con los separatistas que son solubles. Hoy es imposible distinguir sus diferencias.
En donde García Albiol acierta es al decir que con una masiva participación el chiringuito de Mas desaparecería en una jornada de galerna electoral. Lo tengo explicado en el artículo 'Artur Mas necesita para ganar 750.000 idiotas'.
Albiol habla de una participación del 72%. Estoy en parte de acuerdo con él. En el histórico de las elecciones catalanas el porcentaje de participación es del 60%. En el referéndum escocés fue del 85%. Si el 27S fuera sólo un 80% de los electores, a Mas se le caerían las Meninas al suelo... Ese es el secreto del cuadro que tenemos a la vista en el Museo 27S.