Pensamiento

La Cataluña cañí

15 agosto, 2015 02:25

El movimiento nacional, en su intento de perpetuarse en el poder, ha entrado en una pendiente de degradación que parece no tenir fin. No tiene suficiente con convertir los medios públicos en un NoDo permenente. Ni con la utilización partidista de las insitituciones públicas sin el menor recato. Ni con la utilización sectaria del 11 de septiembre. Ahora pretende presentarse como un movimiento apartidista y cuasi apolítico, y para ello no duda en utilizar a folclóricas, cantantes y cineastas oficiales del régimen, deportistas, famosillos y apesebredos de toda índole para reforzar el flanco populista de su oferta.

Lo más terrible es que la reacción en Cataluña, aunque crece cada día, es todavía muy débil

Tenemos a las chicas de la sección femenina, a la monja con gorrita de Ferrari jugando al tenis, a la tertuliana de tele-basura, a payasetes enriquecidos al socaire del poder político, a entrenadores de fútbol, en definitiva, a todo aquel que por devoción o por interés se presta a la charlotada. Triste, muy triste, sobre todo para los que ya tuvimos que sufrir la España cañí.

Dicen que quieren construir un país nuevo. Si lo consiguiesen, ya se vislumbra cómo sería ese país. Si ahora actuan así sin tener todo el poder, si llegan a tenerlo, utilizarán los problemas que ellos habrán creado para, amparados en el discurso del enemigo exterior e interior, convertir Cataluña en una versión propia de república bananera.

Algún independentista me dice que esto ya se arreglará cuando Cataluña sea independiente. Pero lo de que el fin justifica los medios ya sabemos que además de inmoral acaba convirtiendo los medios en el fin en sí mismo. Y si a alguien de buena fe no le gusta, ya le purgarán. Terrible.

Pero lo más terrible es que la reacción en Cataluña, aunque crece cada día, es todavía muy débil. Sólo hace falta ver que los más combativos con la deriva populista y las falsas promesas de que la independencia nos llevaría a un paraíso en la tierra estén siendo los de Unió. Con todo, mantengo la esperanza de que el virus todavía no haya contaminado a la mayoría de catalanes.