Por qué no soy nacional-ista
El año pasado el abuelo Julián Marías habría cumplido cien años. Don Julián fue algo más importante que el padre del escritor Javier Marías. Es el discípulo aventajado de José Ortega y Gasset, el pensador más importante que ha tenido España.
A Julián Marías, hijo de padre aragonés y madre andaluza, nacido en Valladolid pero madrileño de adopción, cuando le preguntaban qué pensaba sobre el nacionalismo empleaba una metáfora. La medicina usa el sufijo 'itis', de raíz griega, que se refiere a una inflamación de un órgano del cuerpo humano. En el vademecum hay registradas sesenta y nueve patologías acabadas en ‘itis’: hepatitis, peritonitis, amigdalitis, apendicitis y sesenta y cinco más.
El concepto médico ‘itis’ -que se refiere a una inflamación de un órgano del cuerpo humano- trasladado a la terminología política, decía Julián Marías y lo suscribo, es el equivalente al sufijo ‘ista’
El concepto médico ‘itis’ trasladado a la terminología política, decía Julián Marías y lo suscribo, es el equivalente al sufijo ‘ista’. Los sesenta y nueve órganos del cuerpo humano: hígado, peritoneo, amígdalas, apéndice y los otros sesenta y cinco, tienen una función determinada por la propia naturaleza. Son órganos de vida necesarios, pero cuando se irritan, al inflamarse, producen una patología que es dañina a su organismo, en el caso de la política, para el cuerpo social.
Todos los seres humanos pertenecemos a una raza, pero la inflamación de esa realidad es una derivada negativa: el rac-ista. Una cosa es creer en Dios y otra convertirse en integr-ista. Yo soy libre pensador y de talante liberal, pero abomino del planteamiento liberal-ista. Defiendo el interés social, pero no soy social-ista. Me siento español, pero no me siento español-ista. Amo a mi nación, pero no soy nacional-ista...
El nacionalismo en el mundo Occidental está mal visto. Y hay razones bien justificadas. Se ha ganado a pulso su mala fama: el nacionalismo provocó las dos guerras mundiales que destruyeron a Europa y el Japón...
Hoy, fuera de España, sólo los partidos de extrema derecha se califican como nacional-istas. Incluso el SNP se llama Partido Nacional de Escocia, no partido Nacionalista.
España is different. Aquí sí que el PNV se llama Partido Nacionalista Vasco; si se fijan, junto a las siglas aparece en su estandarte otras tres letras EAJ. Euzko Alderdi Jeltzalea que en román paladino significa “Partido Vasco Amante de Dios y de la Ley de la Vieja”. Es un partido creado en el siglo XIX antes la mácula de las dos guerras mundiales...
En Catalunya, el término catalan-ista ha sido asumido por la izquierda como por la derecha, pero no por eso deja de ser una inflamación, o como decía Marías: una patología. Yo me siento lo que soy: tan español como catalán, pero a secas. Sin sufijos.
Me sobra la patología.
Soy consciente de que acabo de escribir un anatema en Catalunya; pero como dijo Sócrates: las verdades que no son universales, no son verdades. Mi anatema desaparece cuando cruzó los Pirineos, atravieso el río Sènia o entro en Aragón...