En la calle Nicaragua, la sede del PSC en Barcelona, se cuentan las hazañas de los socialistas catalanes. Los más entendidos cuentan cómo la sanidad para todos llegó de la mano del ministro del ministro Ernest Lluch; la primera victoria en votos de Pasqual Maragall en 1999; el gobierno de Maragall o Montilla; los 25 diputados conseguidos en 2008 por Carme Chacón o las aplastantes mayorías en los municipios catalanes desde la transición.

Todo eso ya es historia. En 2010, José Montilla presentó su dimisión después de perder el gobierno. Obtuvo 28 diputados que hoy se antojarían como un resultado espléndido, e incluso sería un balón de oxígeno alcanzar los 20 diputados que en 2012 consiguió un maltrecho PSC capitaneado por Pere Navarro.

El ciclo que se avecina se augura negro. Es como si el PSC hubiera jugado el primer partido de la eliminatoria en casa. Ahora tiene que jugar en terreno contrario

El horizonte electoral que se avecina no invita a la ilusión. Cierto que Miquel Iceta, el primer secretario del PSC, ha hecho limpieza interna, ha abandonado la ambigüedad sobre el derecho a decidir y ha cerrado filas con la propuesta federal del PSOE -Meritxell Batet, miembro de la ejecutiva de Pedro Sánchez y dirigente del PSC, será una piedra angular en la confección de la propuesta de reforma constitucional que presentarán los socialistas- y ha obtenido un buen resultado en las municipales, siendo la segunda fuerza en número de votos. La cita del 24 de Mayo no fue un horror -los socialistas tienen la alcaldía en 12 de las 23 ciudades catalanas más pobladas- pero el ciclo que se avecina se augura negro. No es lo mismo. Es como si el PSC hubiera jugado el primer partido de la eliminatoria en casa. Ahora tiene que jugar en terreno contrario, tanto en las autonómicas como las generales.

Miquel Iceta será el candidato para la Generalitat y Carme Chacón liderará la lista por Barcelona. Las previsiones no les otorgan más de 12 diputados en el Parlament y entre 4 y 6 puede ser el botín que se alcance en las generales. En el Senado, el PSC puede quedar sin representación. Ni directa ni por designación autonómica. Los socialistas catalanes tienen sus rivales en dos frentes: en el frente nacional -con Ciudadanos que se ha comido parte de su tostada electoral- y el frente social con una candidatura siamesa de la que encumbró a Ada Colau a la alcaldía de Barcelona.

En el frente nacional, Chacón e Iceta han puesto pie en pared y recuperan la posición de los socialistas catalanes, que ya no tienen el lastre de los escindidos que, dicho sea de paso, han cosechado un rotundo fracaso en las municipales (apenas tienen representación en solitario y se tienen que conformar con ser concejales en listas, mayoritariamente, de ERC). Los dos líderes tienen una relación fluida y no tienen prejuicios en la defensa de sus postulados. En este ámbito, en el PSC no se descarta recuperar posiciones.

Sin embargo, ahora el frente social es el gran problema. La irrupción de una lista que amalgame a Iniciativa, Podemos, Procés Constituent y los grupos cercanos a Ada Colau puede dar al traste con esta leve recuperación. El PSC ha cedido terreno en toda el área metropolitana a candidaturas con este barniz e incluso a grupos auspiciados por las independentistas Candidaturas de Unidad Popular. En conclusión, el PSC ha perdido -o puede perderla- la primacía de la izquierda en Cataluña en detrimento de posiciones más radicales y menos socialdemócratas.

Iceta todavía no ha arbitrado una posición clara del PSC en este campo. Y el tiempo pasa volando. Y dos son las piedras en el zapato del dirigente socialista: Badalona y Barcelona. En el primer caso, la militancia socialista entiende que se apoyara el desalojo del popular Xavier García Albiol de la alcaldía. Lo que no entiende es que este apoyo sea gratis, sin marcar distancias con la alcaldesa de las CUP, y que, por ende, no dimita ni la ejecutiva local ni el candidato Jordi Serra que ha dilapidado el capital de los socialistas en la tercera ciudad de Cataluña.

Iceta ha aprobado con nota el frente nacional, aunque pueda que llegue tarde para recuperar parte de su electorado. Pero tiene como asignatura pendiente el frente social

En Barcelona, la situación no es diferente. Las críticas internas empiezan a aflorar y se centran, tanto en el candidato, Jaume Collboni, como en los “barbudos”, como se tilda a los primeros secretarios de las agrupaciones socialistas de la Ciudad Condal. “Tienen una posición supuestamente de izquierdas pero no tienen ninguna conexión con la ciudad. Han dado su apoyo a la lista de Ada Colau sin pedir nada a cambio”, apuntan estas voces críticas. Otro de los asuntos que se afea a la actual dirección del partido es “su ineficacia para convertirse en elemento clave en las decisiones de Barcelona; los de Ada Colau no quieren saber nada del PSC, nos menosprecian; sin embargo, nosotros bajamos la cabeza”, afirman. Un histórico dirigente del partido apunta que “los socialistas tienen que hacer ver a Colau que gobierna con sólo 11 regidores de 41. Tienen una oposición firme de CiU, Ciudadanos y populares que suman 18 concejales. El gobierno podría contar con ERC y las CUP: total 19”, y sentencia: “el voto de los cuatro regidores socialistas vale su peso en oro. Hay que hacerlo valer y hay que hacerse valer. Sólo así el PSC recuperará protagonismo social y político”.

Miquel Iceta está dando los primeros pasos para confeccionar las listas socialistas y preparar una alternativa creíble que supere las malas expectativas, tanto en la Generalitat como en las generales. Ha aprobado con nota el frente nacional, aunque pueda que llegue tarde para recuperar parte de su electorado. Pero tiene como asignatura pendiente el frente social. Iceta se manifiesta partidario de acuerdos con Podemos pero el tiempo apremia y el papel del PSC está en entredicho porque ya no tiene el liderazgo de la izquierda catalana.