La petición de Esperanza Aguirre a Mariano Rajoy para que haga coincidir las generales con las autonómicas es un auténtico despropósito. No es la única que piensa de esta forma. El pretendido carácter plebiscitario del 27S y los resultados del 24M han hecho entrar en pánico a más de uno. Pero la realidad es que las encuestas, y la dinámica política catalana, son muy poco favorables a Mas. En estas circunstancias desde el interior de la propia CDC pero tambien desde los poderes económicos del país, estos más preocupados por una reedición de lo ocurrido el 24M en Barcelona que por una más que hipotética DUI, muchas voces claman por no convocar las elecciones autonómicas y esperar a 2016. Mas sabe que tiene que tener una poderosa razón para no convocar y, de paso, evitar el embite de Junqueras de una lista unitaria sin políticos, por cierto otra de las innovaciones surrealistas de la política catalana.
Rajoy hace bien en no agitarse fuera de control en el último minuto, presa del pánico. Estuvo acertado en la gestión del 9N. Y ahora no cambiará de guion
La coincidencia electoral mejoraría las expectativas de los partidos no secesionistas, especialmente el PP, aunque no sabemos en qué medida. Pero aunque Rajoy la quisiera esa coincidencia electoral no se produciria. Los partidos nacionalistas han huido siempre de la celebración conjunta de generales y autonómicas. Aunque la motivación de fondo sea el mero calculo electoral, el argumento público siempre ha sido que las elecciones catalanas no se pueden "sucursalizar" . Este argumento sería la coartada perfecta que usaría Mas para salir del embrollo en que anda metido. No se atreve a no convocar porque sabe que esa decisión sería muy mal recibida por el movimieno secesionista, muy ansioso y con ganas de que se desencadene la batalla aunque las previsiones sean, para ellos, las peores desde hace años. Hay cansancio en el movimiento secesionista y la sensación de que están ante la última oportunidad de seguir pedaleando aunque sea sin rumbo.
No parece que Rajoy vaya a hacerle, afortunadamente, el trabajo sucio a Mas. Su carácter previsible, su anuncio de rebaja fiscal, su determinación en aprobar los presupuestos del 2016 parecen indicarlo. Además que Mas haya degradado la política, vanagloriándose de ser "astuto", no puede significar que el estado condicione sus decisiones a las suyas. Los que acusan a Rajoy de impasible y de no actuar pueden tener razón. Debería ser más proactivo y haber actuado hace mucho tiempo con más determinación, mal común a todos los presidentes de gobierno españoles. Pero hace bien en no agitarse descontroladamente en el último minuto, presa del pánico. Estuvo acertado en la gestión del 9N. Y ahora no cambiará de guion.
Objetivamente la politica catalana ha llegado al final de un callejón sin salida. Prolongar la agonía es insostenible. Las urnas deben hablar.
Y si la lista de Mas obtiene alrededor de 30 diputados, con riesgo de no ser la primera fuerza en número de votos, y junto a ERC y CUP pierden 4 o 5 diputados respecto a la situación actual, aunque obtengan una ajustada mayoría absoluta de escaños, que declaren unilateralmente la independencia. No lo harán. Saben que estaría abocada al fracaso y que carecen de la mínima homogeneidad necesaria para gobernar conjuntamente. No le ahorremos a Mas afrontar su fracaso. Es el momento de enseñar las cartas.