Venezuela es un gran país que hace unos años tuve ocasión de visitar. No, no me alojé en un lujoso hotel como podrían pensar algunas de las nuevas incorporaciones a nuestras instituciones políticas. Estuve conviviendo en una casa de acogida regentada por misioneras españolas del Sagrado Corazón, en uno de los barrios más populares de Caracas. He de decir que la situación de desigualdades que pude vivir en un país con grandes recursos naturales no tiene nada que ver con lo que podemos encontrarnos en el día a día de ciudades como Barcelona.
España empieza a importar contenidos y formas de actuar propias de los populismos radicales de izquierdas como los de la actual Venezuela
Sin embargo, la situación política en España sí empieza a importar contenidos y formas de actuar propias de los populismos radicales de izquierdas como los de la actual Venezuela.
El pasado sábado, día 13 de junio, los concejales de Barcelona tuvimos ocasión de experimentar estas “nuevas” maneras de hacer política. Asistí, junto al Presidente del Grupo Municipal del PP en Barcelona, Alberto Fernández, al acto institucional de toma de posesión de los nuevos concejales electos. Un acto institucional que se convirtió en un “escrache” oficial contra aquellos concejales que no pensamos como Ada Colau, nueva Alcaldesa de Barcelona gracias al voto favorable del PSC-PSOE, socio y compañero de viaje en el Ayuntamiento de Barcelona del independentismo populista de la propia Ada Colau, ERC y las CUP.
Se instalaron pantallas gigantes, sillas y una enorme tarima para que la “lideresa” arengase a las masas, profanando la neutralidad de la Institución desde el minuto cero. Ada Colau convirtió esa jornada en un acto de partido, dedicado únicamente a ensalzar su propia figura, pagado por todos los barceloneses.
Parece que algunos quieran una Barcelona que deje de ser gran capital de España y metrópoli del mundo, para pasar a ser capital del populismo y la demagogia, una Barcelona más parecida políticamente a la Barcelona de Venezuela que a la capital de Cataluña.
Ada Colau debe empezar a ser la Alcaldesa de todos los barceloneses y dejar de ser la activista de unos cuantos. Una Alcaldesa no puede utilizar el pódium de la Alcaldía en el Saló de Cent para hacer que los partidarios que ella misma ha convocado en la Plaça Sant Jaume insulten y silben a los legítimos representantes electos de los partidos políticos que no piensan como ella. En definitiva, la Alcaldesa de Barcelona no puede convertir una gran capital del mundo libre como Barcelona en un gran escenario de “escraches” populistas contra los que no piensan como ella, paraíso de los “okupas”, el top-manta y los incívicos, provocando un efecto llamada que a la larga puede traer consecuencias muy negativas para la convivencia y la imagen de Barcelona.
Los concejales del Partido Popular en Barcelona no lo vamos a permitir, ya estamos dando batalla desde el primer día, con toda la legitimidad que nos dan los miles de votantes que nos han apoyado en las urnas. Algunos quieren sustituir las urnas por las manifestaciones, y el debate político por la fuerza de los gritos y los insultos, maquillándolos como “nueva política”. Nosotros creemos en la democracia y seguiremos trabajando por una mejor Barcelona, porque, frente a razón de la fuerza, siempre nos quedará la fuerza de la razón.