CDC-Unió: separación que no divorcio

El matrimonio ha durado 37 años. Al final ha llegado la ruptura. El motivo, el empecinamiento de Mas en el proceso soberanista. El ultimátum lanzado por CDC instando a los democristianos a definirse a favor de la independencia fue considerado por la dirección de UDC como una “humillación pública”. La respuesta: los consellers de Unió dejan el gobierno.

Ahora, se tendrá que negociar como repartir los bienes de la Federación y también las deudas

Sin embargo, la ruptura no es un divorcio. De momento, es solo separación. Los grupos parlamentarios se mantienen y los ayuntamientos no tendrán que padecer una situación de inestabilidad. Ahora, se tendrá que negociar como repartir los bienes de la Federación y también las deudas. Y no es un tema menor.

La crisis está en su mayor hervidero. ERC se ofrece a entrar en el gobierno, los críticos de Unió se mantendrán en sus puestos y seguirán negociando su propio camino con las entidades soberanistas y tratarán de cobijarse en la lista del president, Joana Ortega deja la política y Mas seguirá su errático camino hacia ninguna parte. Y, por si esto no fuera poco, Alicia Sánchez Camacho empieza a hacer las maletas –parece que con destino Madrid- porque en el PP son ya muchos los que piden un cambio para evitar un nuevo desastre y no parece que Xavier García Albiol sea la solución, básicamente porque no parece que esté por la labor.

Ahora habrá que ver el nuevo movimiento de Mas, que sigue empecinado en su caudillista lista del president. La ruptura con Unió provocará graves heridas –Duran y Mas ni tan siquiera se han hablado en estos días- que pueden ir a mayores. Si Mas convoca, el divorcio estará servido. Si Mas da marcha atrás puedo abrirse el camino de la recuperación. Mas no parece que valore este escenario. Mientras, ERC y las CUP miran con regocijo la situación. Sin hacer nada, aumentarán ostensiblemente su representación en el Parlament. La siguiente crisis en Cataluña ya se anuncia: la dimisión de Mas.