Artur Mas, en los prolegómenos del 9 de noviembre, apeló a la "astucia" para derrotar al Estado. Nos contó aquello de que lo haremos legalmente, pero sonriendo sugirió que lo que hagamos ilegal no lo podrán demostrar. El soberanismo catalán exhibió músculo y derrochó palabrería. Se hizo el 9N sin ningún tipo de amparo legal y también sin el menor rubor democrático porque marginó a una buena parte del pueblo catalán que aunque no sea nacionalista ni independentista siguen siendo catalán.
Le guste o no a Mas, en Cataluña el debate soberanista empieza a perder fuelle sobre otro debate: la contraposición de derecha e izquierda
El Tribunal Constitucional, como se podía prever, sentenció: el 9N fue ilegal. La Constitución, ciertamente, abre la puerta a un acuerdo sobre estos temas que se dilucidan -si hay voluntad política- y tiene recovecos que podrían ser explorados -si hay voluntad política-, pero, con toda claridad, hacerlo a las bravas no podía superar el tamiz del Alto Tribunal. Perdió de forma clamorosa la astucia de Mas.
El presidente catalán reaccionó de inmediato erigiéndose en el portavoz de parte del pueblo catalán. Se envolvió en la bandera, hizo una declaración solemne, y afirmó que vivimos en "una democracia de baja intensidad". Naturalmente, Mas obvió que las actuaciones de su gobierno se parecen más a las aventuras que protagonizaban aquellos grandes personajes del comic, Pepe Gotera y Otilio en "chapuzas a domicilio".
Mas, ataviado de "Don Víctima", clamó por la unidad y declaró el 27S un plebiscito sobre la independencia. No dijo nada sobre que también estas elecciones -todavía no natas- son un plebiscito sobre su persona, pero se le entendió todo. Clamó por el objetivo final, por la unidad, por tener altura de miras. Vamos, por una 'lista del president' que le diera plenos poderes y le salvara de hacer, de nuevo, el ridículo en las urnas. Le guste o no a Mas, en Cataluña el debate soberanista empieza a perder fuelle sobre otro debate: la contraposición de derecha e izquierda.
Oficialmente, ERC y CiU lanzan sus proclamas separatistas. Mantienen la hoja de ruta y se muestran entusiasmados de cara al 27S. Sin embargo, la aparición de una lista de izquierdas en torno a ICV, Podem y Guanyem, y la fortaleza de Ciudadanos hacen -casi- imposible una mayoría absoluta de ambos partidos. La CUP si podría dar esta mayoría absoluta pero, de momento, no se apunta a los partidos soberanistas de la "casta". En CiU harían bien en repasar el resultado de las municipales. Su insignificancia en el área metropolitana -incluida la desaparición en algunas grandes ciudades- y su derrota en 9 de las 10 grandes ciudades catalanas les debería hacer pensar.
En principio Mas sigue en su camino hacia ninguna parte pero mira de reojo a la ANC y a Ómnium para ver su reacción. Y también a Rajoy. El debate sobre un leve adelanto electoral -apenas dos meses- podría acabar con la convocatoria de unas generales, el 27S. La situación sería muy criticada por Mas pero, en su fuero interno, se sentiría aliviado. Habrá que estar atento porque todavía no está todo dicho. Ni en Barcelona, ni en Madrid. Las Chapuzas a domicilio aún no han acabado.