Hoy, 7 de junio, se cumplen diez años de la presentación del primer manifiesto de Ciutadans de Catalunya, origen de lo que es ya una fuerza política de gran empuje. Sus autores rechazaban confundir el análisis de los hechos con la adhesión a principios abstractos. Así, cuando el Tripartito anunció un nuevo Estatuto de Cataluña, Ciutadans recordaba que una de las acusaciones de la izquierda al anterior gobierno conservador había sido la de no gestionar con eficacia sus recursos. La nueva plataforma ciudadana denunciaba la eficacia del nacionalismo como coartada para la corrupción institucional; eso en 2005. Su objetivo principal era “devolver la política al espacio público y desligar su gestión de las ataduras sentimentales”. Ante la insensibilidad de los partidos parlamentarios del momento hacia la ficción instalada, Ciutadans llamaba a la ciudadanía a contribuir al restablecimiento de la realidad e invocaba el debate racional desde el espíritu crítico. Pedían entonces lo mismo que ahora siguen reclamando: Regeneración de la vida pública, una democracia más participativa, una nueva ley electoral que limite los cargos públicos a ocho años y ofrezca un sistema de listas abiertas. Siempre con voluntad de libertad y de igualdad social. Y conectados por Internet; modo en el que Foro-CDS fue pionero en España.
Ciutadans llamaba a la ciudadanía a contribuir al restablecimiento de la realidad e invocaba el debate racional desde el espíritu crítico
La emergencia de C’s ha traído nuevos y sistemáticos registros de mentiras sobre sus orígenes. La editorial madrileña ‘Triacastela’ hace un buen servicio al desmonte de prejuicios políticos recuperando tres títulos interesantes. Ciudadanos. Sed realistas: decid lo indecible, editado por José Lázaro y donde deliberan Félix de Azúa, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Félix Ovejero, Xavier Pericay y Fernando Savater; La creación de Ciudadanos: un largo camino, de Antonio Robles; y Viajando con Ciutadans, de Jordi Bernal. Hablemos hoy de este último, publicado a los dos años del acto inaugural de ‘El Taxidermista’ y ahora reeditado.
Jordi Bernal rememora aquel momento en que se puso “negro sobre blanco aquello que muchos pensábamos y decíamos en charlas de amigos”. Deja constancia escrita de los primeros actos de la nueva formación. Se insistía en que los territorios carecen de derechos, éstos sólo los tienen las personas. Se reclamaba bilingüismo, “el verdadero hecho diferencial de Cataluña”: Elevar a oficial lo que ya es normal en la calle. Se advertía del virus fabricado en los laboratorios montserratinos, y ya entonces se denunciaba la pedagogía del odio de TV3 contra todo ‘lo español’. “Algún día se entenderá el alcance de la pederastia intelectual en la forja nacionalista”.
Hace 10 años, “uno de los simpatizantes de Ciutadans advirtió de que ‘nos van a dar por todas partes, ya que la plataforma despierta el recelo tanto de PP como de PSC e ICV’. Como muestra de su argumento enarboló la portada de La Razón, donde se (des)informaba de la fantasiosa OPA amistosa lanzada por el Partido Popular a Ciutadans”. Francesc de Carreras pedía acabar con el populismo y la demagogia de la clase política catalana. Y Arcadi Espada contestó con una pregunta a un periodista “¿qué es lerrouxista?”, sólo siguieron balbuceos.
La condición de españolista, compatible con la de catalanista, era asumible por ellos pero nunca desde un nacionalismo. Desde el principio destacó la hostilidad hacia ellos de los medios de comunicación, con tergiversaciones y silencios, por supuesto omitiendo que en los actos de C’s banderas e himnos brillaban por su ausencia; lo contrario de los amarillos separatistas antisistema que, siempre ‘estelados’, insultaban y hostigaban a los disidentes declarados del sistema pujolista. Una Cataluña inhóspita para los no nacionalistas.
Ya hace diez años se denunciaba que el Gobierno autonómico no respetaba las leyes ni las sentencias. Del joven Albert Rivera, el también joven Jordi Bernal Durich decía en 2006: “Apela al sentido común y a un sentimiento moderado de pertenencia a un país. A una tradición catalana de apertura y cosmopolitismo. Suena bien el discurso de Rivera. Además, las pausas calculadas, las inflexiones de voz y los subrayados gestuales indican que hay detrás un concienzudo trabajo de preparación oratoria”. Se puede decir mucho más sobre todo este fenómeno, pero eso lo dejo hoy para ustedes, amables lectores.