'Ser fuerte para ser útil' era una propuesta que asumía Georges Hébert, oficial de la Armada francesa y autor de un método natural de educación física. Está muy bien: ser fuerte para ayudar al que lo precisa, y no para ejercer el matonismo y chafar al débil. Mientras estudiaba Derecho, Francesc Sanuy (1936) ayudó a dar clases de gimnasia siguiendo este método, en el Liceo Francés. Estudió en este centro, donde "las clases eran en francés hasta el bachillerato, en que podías optar por el castellano si no querías ir a la Universidad de Toulouse. Pero en el patio, y en algunas clases se hablaba en catalán". Así lo cuenta en sus memorias, 'Diuen que tinc memòria' (Ediciones B), recién publicadas a partir de unas conversaciones con Armand Carabén van der Meer, hijo de uno de sus mejores amigos y antiguo gerente del Barça. Su lectura me ha resultado decepcionante, hasta el punto de cuestionarme a quién sirve su memoria. La mala baba también puede ser 'útil' para atenazar votos para 'la causa'. Y la amabilidad lisonjera con el poderoso acaso satisfaga la ilusión de no disgustarlo.
¡Y pensar que este ex delegado de la Generalitat en Madrid pasaba por ser hombre ecuánime y sensato!
El día que leí este libro coincidí con un amigo que me habló de Sanuy. Me contó que se había referido a C's como un partido organizado por La Caixa (!). Mi amigo se lo creía (de hecho, se lo quería creer: prejuicios sin freno), pero escuchó mis argumentos contra esa bazofia. ¿Cómo se puede mentir públicamente con esa desvergüenza y no ser puesto en su lugar? Llegué a leer la fuente de información digital de mi amigo, y comprobé que era un vulgar producto tóxico. Calumniar a unos y enredar a otros con mentiras no debe salir gratis, le ha de corresponder el descrédito total.
Dos cosas mencionaré de esta falsa memoria. Una está relacionada con Jiménez de Parga y otra con el innombrable reñidor de Cataluña. El párrafo dedicado al primero, revela la catadura moral de Sanuy. Cita entre sus profesores universitarios a "un personaje como Manuel Jiménez de Parga, que fue bien acogido y tuvo unos buenos ayudantes de cátedra que le eran devotos. Ahora bien, 'a la vejez, viruelas'. Como pasó con otros supuestos tecnócratas, después de presidir el Tribunal Constitucional le apareció el anticatalanismo que había incubado durante años y que, al final de su trayecto profesional y vital, expresó de forma agresiva y llena de prejuicios, de centralismo, de odio a las diferencias y de mentalidad uniformadora. [...] El odio y la voluntad de someter minorías con personalidad propia puede jugar malas pasadas y evidenciar la debilidad intelectual de los que quieren imponer su modelo de dominio con pautas colonialistas por la fuerza de las armas cada vez que, a gusto de ellos, nos convenga". Estas palabras injustas, insultantes y envueltas en maldad me producen asco y vergüenza; ¡y pensar que este ex delegado de la Generalitat en Madrid pasaba por ser hombre ecuánime y sensato! ¡Ay, el error y el fraude en los aprecios!
Tras estudiar en universidades norteamericanas y europeas, Sanuy dirigió con éxito la Institución Ferial de Madrid, IFEMA. Declara que a ello se debió 'en parte' que Pujol lo fuera a buscar a finales de 1979 para hacerle conseller de su primer Gobierno. Le califica de "persona inquieta y vehemente" y cuenta que después de las giras más importantes de Sanuy por el continente africano, el futuro amo le llamaba para interesarse por lo que había hecho. "En esa época, ya le gustaba convocar a gente en su despacho". Especifica que le llamaba la atención "que siempre hubiera leído más que tú y que supiese más cosas que tú sobre el lugar que tú mismo acababas de visitar. Pero, a pesar de esta personalidad, si me permiten un poco invasiva, era alguien interesante y de trato agradable". Noten las deferencias. ¿Es admiración o es reflejo adulador para el jefe narciso, bien asesorado para la oportunidad?
Por supuesto, y como era de prever, ni una palabra sobre las ya destapadas mentiras del indigno y falso primer señor de la tierra. Desprendámonos de las tenazas mentales. Nunca es tarde...