El próximo domingo se celebran en Cataluña elecciones municipales. Pero no son, solo, unas elecciones municipales. Por un lado, los partidos independentistas las han planteado como unas primarias. Como un avance de las llamadas por ellos "elecciones plebiscitarias" que se han anunciado para el 27 de septiembre, y cuyo resultado será tenido en cuenta para convocarlas o no.

Para el independentismo, no tener el control de Barcelona -aunque Trias sea alcalde sin mayoría absoluta soberanista- ni de la Diputación de Barcelona, ni de Lérida y Tarragona, ni de buena parte de los 50 municipios más poblados de Cataluña, que representan más de dos tercios de la población, es una derrota que deja fuera de juego su ya muy debilitada y fantasmagórica hoja de ruta.

Los costes de un mal ayuntamiento son relativos y temporales. La continuidad del proyecto secesionista es infinitamente más costosa

Por otro lado estas elecciones son, también, un examen de la capacidad de resistencia de populares y socialistas frente a la aparición de nuevos partidos o coaliciones. Este elemento, común al resto de España, estará sin duda en la mente de los electores a la hora de ejercitar el derecho al voto. El resultado será también analizado como un anticipo de las generales.

Estas múltiples lecturas dotan a estas elecciones de una especial trascendencia. Para los catalanes no secesionistas, las dos primeras lecturas deben ser las prioritarias. Se trata de elegir ayuntamientos que no subordinen sus funciones propias a hojas de ruta indeseables e imposibles, y, de paso, mostrar que el independentismo no es tampoco mayoritario entre los que ejercen el derecho de voto. El 9N visualizó que el independentismo no es mayoritario socialmente. Pero conviene que se visualice, también, que no lo es entre quienes acudirán a votar el próximo domingo.

Por tanto, los catalanes que, por razones identitarias, de concepción del mundo o de puro interés personal y familiar no quieren la secesión de Cataluña, y que quieren acabar con un "proceso" que contamina nuestra vida cotidiana, deben acudir a las urnas y votar en consecuencia. Los costes de un mal ayuntamiento son relativos y temporales. La continuidad del proyecto secesionista es infinitamente más costosa para nuestra tranquilidad, nuestros bolsillos y nuestra convivencia. Piensen en ello para no quedarse en casa y a la hora de elegir su papeleta.