El chiringuito del centro
Érase una vez una playa, y en la playa habían dos chiringuitos de madera, uno de color azul que estaba en la parte derecha de la playa, y otro de color rojo en la parte izquierda. Durante muchos años se mantuvo esta ubicación de los dos chiringos, y los dos negocios funcionaban muy bien, porque los clientes que estaban en la parte derecha del chiringuito azul siempre acudían, porque si querían ir al chiringuito rojo les cogía muy lejos. Lo mismo ocurría con los bañistas que estaban a la izquierda del chiringuito rojo, que sólo podían consumir en él, porque si querían acudir al bar azul, tenían que cruzar toda la playa.
En el mundo del los negocios las cosas permanecen igual, hasta que aparece un elemento distorsionador que cambia las dinámicas del mercado
Por lo que respecta a los bañistas que se encontraban tomando el sol en el centro de la playa, entre el chiringuito azul y el chiringuito rojo, les era indiferente acudir a uno u a otro porque la distancia para ellos era similar. Un día el responsable del chiringuito rojo pensó que si trasladaba su negocio hacia el centro de la playa, conseguiría acceder a los clientes que estaban en esa zona, y así lo hizo. Alertado el dueño del chiringuito azul, de que su competidor tradicional había trasladado el bar hacia el centro de la playa, para evitar perder los clientes que estaban en esa zona, hizo lo propio colocando su chiringuito casi al lado del rojo. Con estos dos traslados vino una época de normal desarrollo comercial, porque pese a estar los dos chiringuitos a escasos metros uno del otro, se repartían equitativamente los clientes, porque el chiringuito azul cubría la parte derecha de la playa y el rojo cubría la izquierda, aunque también es cierto que al estar uno tan cerca del otro, los bañistas podían ir indistintamente a uno u al otro, y así pasaron varios veranos.
En el mundo del los negocios las cosas permanecen igual, hasta que aparece un elemento distorsionador que cambia las dinámicas del mercado, y de esta forma un año, al principio de temporada unos chicos jóvenes y melenudos inaguraron en la parte izquierda de la playa, un chiringuito pintado de color lila, en el que sonaba música caribeña y venezolana. Lógicamente este nuevo negocio alarmó al dueño del chiringuito rojo, porque el nuevo bar le arrebataba los clientes que estaban a la izquierda del chiringuito morado, ya que éstos por novedad y por proximidad sólo irían al chiringuito morado, y además para mayor desdicha, los clientes que se encontraban entre los dos chiringos podían acudir con la misma comodidad a uno u a otro. Ante esta disyuntiva, el dueño del chiringuito rojo, se vio obligado a hacer lo que ya había hecho anteriormente, trasladando su negocio desde el centro hacia la parte izquierda de la playa, y así lo hizo, aunque sólo unos escasos metros, porque si se desplazaba demasiado hacia la izquierda, dejada libre el espacio del centro para que el chiringuito azul le captase los clientes. Resulta por otro lado evidente, que la súbita irrupción en escena del chiringuito lila, puso muy contento al dueño del chiringuito azul, porque debilitaba comercialmente a su tradicional competidor, y porque le obligaba a abandonar una parte del centro que quedaba a su disposición.
Sin embargo, como frecuentemente ocurre en el mundo de los negocios, cuando las cosas se complican, aún no se han complicado lo suficiente, y aparecen nuevos factores que lían más la troca. Y así de esta forma un día, un joven empresario decidió ubicar un nuevo chiringuito en la playa, y para sorpresa de todos lo inaguró en el espacio que había entre el chiringuito azul y el chiringuito rojo. El nuevo chiringuito era de aluminio y el color distintivo era el naranja. Los bañistas sorprendidos por la irrupción de un nuevo bar playero, se dieron cuenta que al estar tan juntos los chiringuitos azul, naranja y rojo, era indiferente en lo que a distancia se refiere, acudir a uno u a otro. Lógicamente por aquello de la novedad y la modernidad, tenían una cierta preferencia hacia el chiringuito naranja, y sobretodo los de la parte derecha de la playa, porque acudir al morado los pillaba muy lejos.
Con la irrupción de los dos nuevos competidores, los propietarios de los chiringuitos rojo y azul vieron que la recaudación había bajado. Sin embargo este fenómeno no preocupaba a los del naranja y morado, porque como era su primer verano, partían de cero, y al no poder realizar análisis comparativos de recaudaciones de temporadas anteriores, sólo podían ir a más.
Lo que era antaño una playa tranquila con dos únicos chiringuitos, se convirtió en una playa en que los responsables de los cuatro locales, competían entre ellos
Forzados para evitar que sus negocios entrasen en pérdidas, los propietarios de los chiringuitos rojo y azul empezaron a pensar por separado, como podían paliar esa situación, y los dos al unísono llegaron a las mismas conclusiones:
1º.- Como tradicionalmente se repartían la clientela de la playa entre los dos chiringuitos, en algunas temporadas uno de los dos había conseguido la mayoría absoluta de los clientes, pero en la situación actual con cuatro establecimientos en la playa, era matemáticamente imposible poder revalidar esas mayorías de usuarios, y por tanto tenían que acomodar sus negocios a un menor número de clientes.
2º.- Tenían que renovar y modernizar urgentemente sus chiringuitos, sustituyendo la madera desgastada por el sol y el salitre marino, por materiales más modernos como la fórmica o el aluminio, a semejanza de los chiringuitos naranja y morado.
3º.- Si permanecían en el centro de la playa, teniendo en medio de los dos al chiringuito naranja, la competencia entre los tres locales sería feroz, y además tanto los clientes de la derecha como de la izquierda de la playa, podían dirigirse indistintamente a cualquiera de los tres locales.
Ante esta situación, los responsables del chiringuito rojo y del chiringuito azul, tomaron una decisión, que por otro lado era la única decisión lógica que podían tomar: desplazar el chiringuito rojo a la izquierda, a la misma posición que tuvo originariamente y lo mismo hizo en sentido inverso el chiringuito azul. Sin embargo, éste último se vio más favorecido con ese desplazamiento, porque siempre tuvo toda la parte derecha de la playa libre, captando a todos los clientes que estaban en esa zona, mientras que el chiringuito rojo no tenía tanta libertad de movimientos, porque el chiringo morado ya ocupaba un espacio a su izquierda.
La competitividad mejora y moderniza los negocios, precisamente porque las exigencias del mercado los hace más competitivos. Como dice el refrán, a fuerza ahorcan, y los bañistas de la playa pudieron escoger entre más bares para ir a comer, o a tomar un refresco o un helado, pero no acaba aquí la cosa, porque lo que era antaño una playa tranquila con dos únicos chiringuitos, se convirtió en una playa en que los responsables de los cuatro locales, competían entre ellos para dar una mejor oferta a sus clientes.