La secesión de Cataluña no se producirá.
Decía Karl Popper que nuestras sociedades democráticas son abiertas: todo puede ocurrir. Digamos que dentro de un orden, respetando la ley es posible una orientación y su contraria. De un modo u otro, todo es posible, pero no todo es probable.
Es un desafío a la democracia española en particular, a la libertad en general, y al resto de Estados europeos
La probabilidad de que ocurra una secesión de Cataluña del resto de España es irrisoria, habida cuenta del contexto legal y real, nacional e internacional, y sobre todo habida cuenta de que, en su momento más álgido, el pasado 9 de noviembre 2014, sus partidarios no alcanzaron sino el 27% del censo electoral. Por tanto, de secesión nada.
Los mercados han descontado que la secesión no se producirá. Sino, de qué iban a estar tan planos en relación a los valores de sociedades catalanes… y del resto de España. Con todo, el reto de los separatistas que ahora mal gobiernan Cataluña, supone un desafío importantísimo porque lo es a los catalanes, a España y al mismo al Estado de derecho. Es un desafío a la democracia española en particular, a la libertad en general, y al resto de Estados europeos.
Podemos pensar que algo semejante le puede ocurrir a cualquiera. Ha ocurrido allí dónde la democracia era más débil, acaso por constreñida por la previa dictadura, y dónde el Estado estaba más descentralizado. A las Comunidades Autónomas, sobre todo a las de en Cataluña y del País Vasco sólo les falta la recaudación y el sector exterior para ser un Estado completo. Bien, es lo que ahora los separatistas se han propuesto arrancar.
Probablemente lo más característico del actual movimiento separatista catalán sea que el desafío lo protagoniza no un partido político ni aún sólo un movimiento de masas –que lo es- sino un gobierno regional. Es un gobierno legítimo en su origen pero que ha abandonado completamente el principio de neutralidad, que desatiende la legalidad y que sobrepasa sus competencias. Además, frente a todo ello –que sin duda es gravísimo- encuentra poca contradicción.
Señalamos que la secesión no se producirá, pero tenemos un problema gordo: tenemos una confrontación importantísima, instigada por los medios de comunicación subsidiados así como en la mayoría de oficinas públicas, dónde menudean banderas separatistas y no las constitucionales y estatutarias.
La secesión no se producirá. Pero, en cambio, sí hay una confrontación fenomenal. Las consecuencias de una hipotética separación de Cataluña son eso, hipotéticas. En cambio, ya son reales las consecuencias y el coste de la confrontación atizada por los separatistas catalanes. Veamos los componentes del coste del proceso secesionista de la Generalitat de Catalunya:
A. Coste tangible macroeconómico actual (para Cataluña; otro tanto menor para el resto de España) y derivado de:
- Huida de inversiones y de empresas: en 2014 la Comunidad de Madrid recibió 6 veces más inversiones extranjeras que Cataluña.
- Reducción de las ventas catalanas al resto de España, que se estima en un 5% (unos 2000 millones de euros al año).
- Grave y dolorosa fractura social, contraria a la tradición catalana integradora y a las necesidades de una economía global basada en el conocimiento.
En suma, el déficit de PIB por causa del desafío separatista (merma de inversiones y de las ventas e inestabilidad política) se cifra en torno al 3% del PIB y del empleo (respectivamente, 5850 M€ y 117 mil empleos).
B. Coste tangible presupuestario, que ciframos en unos 1000 millones de euros al año y que se compone de:
- Subvenciones de la Generalitat de Catalunya a las entidades y grupos que organizan el proceso independentista, desde la ANC hasta los clubes más extraños (100 millones de euros).
- Gasto de los Departamentos de la Generalitat (dedicados en cuerpo y alma a la subversión, 90% del coste de Presidencia y 40% del coste de los Departamentos políticos) y entes, institutos y demás agencias (200 M€).
- Competencias impropias, que duplican las del Estado central, entre ellas las embajadas (300 M€).
- Subvenciones a los media regionales, de TV3 y sus 6 canales, y todos los periódicos, televisiones y radios regionales y locales (300 M€).
C. Coste intangible de la confrontación de los separatistas:
- Desconfianza e inestabilidad, riesgo e incertidumbre.
- Infierno fiscal que incita a huir a los paraísos fiscales (el más cercano, Andorra), clientelismo y corrupción.
- Infierno regulatorio, según se ve en los índices de calidad de la regulación y de libertad económica.
- Desatención del castellano en la educación y la administración.
- En suma, la región actual prefigura el país que sería si los separatistas mandaran sin tasa, que es justamente lo que persiguen.
Según un informe del Joint Research Center de la Comisión Europea, en 2013 entre 262 regiones europeas Cataluña está en la posición 142 y Madrid en la 57
En el análisis de la competitividad de las regiones podemos apreciar el impacto del desafío secesionista. Según un informe del Joint Research Center de la Comisión Europea, en 2013 entre 262 regiones europeas Cataluña está en la posición 142 y Madrid en la 57. Aragón está en la posición 172. En un mundo global, probablemente la estrategia seguida por los separatistas de Cataluña es la peor para esta región. De ahí su responsabilidad enorme. El reto separatista tiene, pues, un coste para Cataluña: directo, indirecto; tangible, intangible; a corto, medio y largo plazo; y unos beneficiarios inmediatos: las élites soberanistas.
Aragón y Cataluña son los mejores socios: Cataluña exporta 11500 M€ al año a Aragón, y 9800 ¡a toda Francia! (6500 a Alemania y 5000 a Valencia). Naturalmente, lo mejor es que a tu socio principal le vaya del mejor modo.
En este punto nos viene a la memoria la reflexión de hace ya un siglo sobre ‘Cataluña, pueblo decadente’. De hecho, la mejor época de Cataluña, y de toda España, los años 1960-2010, estaba por llegar. Ahora, en cambio, de proseguir la fractura secesionista, Cataluña se verá ciertamente abocada a una larga recesión y a una profunda decadencia. De todo ello ya hay muchos signos.
El caso de Montréal (principal ciudad de la región del Québec, en Canadá, que anduvo aquejada por un proceso soberanista e independentista) prefigura lo que podría ocurrirle a Cataluña: una cronificación de la confrontación y una asfixiante decadencia…
Por todo ello, pues, a los catalanes, la independencia y la fractura social ¡ni nos convienen ni las queremos!
Sin duda, mejor juntos. Juntos y mejor. Para ello debemos desarrollar un proyecto ilusionante de España.