Es un placer para mí poder entablar un diálogo con Marita Rodríguez, una de las personas más conocidas dentro de los sectores críticos catalanes por su incansable trabajo en favor del bilingüismo en Cataluña. Su artículo '¿Es necesario oficializar las lenguas regionales?' es una prueba de ello. Ya que el artículo trata del proyecto de Ley de Lenguas Oficiales, en el cual estoy implicada, he decidido escribir este artículo para seguir con el diálogo. Los impulsores de esta ley pensamos que, como todo proyecto novedoso, éste debe ser objeto de debate y esperamos que haya más artículos contribuyendo a ello en CRÓNICA GLOBAL. Entre los impulsores del proyecto están el historiador Joaquim Coll, el jurista Ángel Puertas y el ensayista Juan Claudio de Ramón, además de yo misma, todos vinculados a Sociedad Civil Catalana.

Lo que buscamos es que los nacionalistas dejen de ser los únicos que hablan en nombre del catalán y sus hablantes

La Ley de Lenguas Oficiales propone hacer del catalán, el gallego y el vasco lenguas oficiales del Estado, junto con el español. Algunas de las medidas concretas que contiene son éstas: (i) la posibilidad de dirigirse oralmente y por escrito a los organismos estatales en catalán, gallego y vasco, (ii) la disponibilidad de todos los documentos e impresos importantes en estas lenguas, (iii) su presencia en actos y ceremonias de Estado (iv), la obligación de rotular el exterior de todos los edificios estatales en las otras lenguas españolas, (v) posibilidad de hablar en todas las lenguas españolas en el Congreso y en todas las actividades del Senado, (vi) catálogos permanentes en las cuatro lenguas en los todos los museos estatales.

En el artículo '¿Es necesario oficializar las lenguas regionales?', para indicar un problema de la ley, se señala que cualquier ciudadano podría ser atendido en la lengua de su elección en toda España, por ejemplo, uno podría exigir ser atendido en euskera en un hospital de Jerez de la Frontera. Quería indicar que esto no es así. La Ley de Lenguas Oficiales se circunscribe a las instituciones del Estado: los ministerios, el Congreso y el Senado, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, las embajadas, los museos e instituciones culturales estatales importantes, los medios de comunicación públicos estatales, etc. Son las instituciones del Estado las que deberían ser plurilingües, no las autonómicas. ¿Por qué? Porque las instituciones autonómicas sirven a la autonomía, y en las comunidades bilingües, el Estado ya es bilingüe. En las monolingües, obviamente, no. Pero las instituciones del Estado son de todos, el Estado es compartido por todos los ciudadanos, y por eso en ellas deberían tener cabida todas las lenguas, permitiendo que los ciudadanos escojan la lengua en la que se quieren relacionar con la Administración estatal.

Una segunda cuestión a matizar del artículo de Marita Rodríguez es que éste asume que la Ley de Lenguas Oficiales debe contar con la aprobación de los nacionalistas. Nada más lejos de nuestra intención. Marita afirma que los nacionalistas no están por la labor de aceptar la oficialidad real del español en Cataluña a cambio de que el catalán sea oficial en las instituciones y actos del Estado. Efectivamente, ellos no están por la labor de cambiar nada. De lo que se trata es que se vean obligados a cambiarlo no que estén de acuerdo en cambiarlo. ¿Cómo podría suceder esto? Sucedería porque lo queremos es ganarnos a la opinión pública catalana, dar razones a los miles de ciudadanos que desaprueban la política lingüística catalana pero saben que van a ser tildados de españolistas y fachas si se expresan. Poder dar argumentos como: ¿ataca el Estado el catalán cuando lo acaba de hacer oficial?; ¿España no nos quiere cuando el catalán tiene cabida en las instituciones de todos?; ¿por qué es posible la libertad de elección de lengua con la Administración central y esto no sucede en Cataluña?; ¿por qué se respetan y valoran más desde el Estado todas las lenguas de España de lo que se valora el español en Cataluña? Innegablemente, son todos ellos argumentos muy valiosos y que se referirían a hechos y prácticas que todos podríamos visualizar perfectamente.

El hecho de que esta propuesta sea independiente de la aprobación o desaprobación con los nacionalistas es una de las claves de nuestro proyecto. La razón está en que lo que buscamos es que los nacionalistas dejen de ser los únicos que hablan en nombre del catalán y sus hablantes. Ellos actúan ahora como los propietarios del catalán; se han convertido en los amos de la lengua. ¿Qué significa ser el amo de una lengua? Significa auto-erigirse en el único representante de esta lengua y en el único intérprete de los sentimientos de sus hablantes. Los nacionalistas se sienten cómodos siendo los exclusivos gestores del catalán, sus únicos representantes y defensores. Frente a esta exclusividad, que dura ya tres décadas, la Ley de Lenguas Oficiales propone la aparición de un nuevo actor, el Estado, con un discurso lingüístico diferente.

Se trata de elaborar un nuevo discurso en España y lo fundamental para que el Estado pueda inaugurar este nuevo discurso lingüístico es precisamente que sea capaz de autorizarse a sí mismo a hablar en nombre del catalán, sin tener que someterse a la aprobación de los propietarios. Para ser también gestor del catalán y representante de los catalanohablantes, dentro de sus competencias, el Estado no necesita pedir permiso a los nacionalistas. Puede y debe actuar de forma independiente de ellos en la elaboración de este nuevo modelo de política lingüística, respetuoso con los derechos lingüísticos de todos y capaz de garantizar la libre elección de lengua en todas las instituciones estatales.

Esto provocaría una gran inquietud en el nacionalismo porque si uno pierde la exclusividad sobre algo, si emerge un nuevo discurso, éste puede ganarse las preferencias de los ciudadanos. Mientras solo habla el nacionalismo y demoniza a todos los críticos, no hay peligro. El peligro viene cuando aparece un nuevo actor, otro que también se hace responsable de las lenguas y les arrebata la cómoda exclusividad de la que gozaban. Ello ha sido advertido por algunos colectivos independentistas. En el Directe.cat han cargado contra la Ley de Lenguas Oficiales en su intento de lograr que la Generalidad deje de ser la única gestora del catalán. También temen que el Estado pueda hacerse "simpático" en Cataluña. Vemos que van captando bien las ideas principales del proyecto.

El Estado debe intervenir pero intervenir de una determinada manera que no signifique hacerles el juego a los nacionalistas

Este desagrado por parte de algunos colectivos independentistas hacia la Ley de Lenguas Oficiales me gustaría señalarlo como un dato relevante para deshacer un equívoco en relación a nuestro proyecto: se piensa erróneamente que la Ley de Lenguas Oficiales busca apaciguar a los nacionalistas. No es así en absoluto. Sabemos que el apaciguamiento es, primero, imposible; en segundo lugar, una propuesta política debe buscar el bien común y no el complacer a ningún grupo sectario, ni siquiera como estrategia. De lo que se trata precisamente es de desactivar su discurso a partir de la elaboración e implementación de un nuevo modelo de política lingüística, radicalmente diferente del suyo, y con muchas probabilidades de ser apoyado por una mayoría de ciudadanos, sin lugar a dudas en las comunidades bilingües y también, muy probablemente, en las monolingües.

¿Cuál es este nuevo discurso? Un discurso y una práctica de integración de todas las lenguas españolas, el catalán, el vasco y el gallego, junto con el español; un reconocimiento simbólico de ellas; una actitud de cercanía y complicidad hacia ellas y sus hablantes. Este es el posicionamiento de un Estado moderno, abierto e inclusivo, que acepta y reconoce la realidad de la diversidad lingüística del país y es capaz de orientarla hacia la convivencia y el interés ciudadano.

Hemos ideado la Ley de Lenguas Oficiales para intentar encontrar una salida al callejón en el que nos encontramos en el campo de las lenguas. Considerando el catalán como una lengua española, pensamos que frente al conflicto lingüístico en Cataluña (y las demás comunidades bilingües) el Estado debe intervenir pero intervenir de una determinada manera que no signifique hacerles el juego a los nacionalistas. Debe intervenir de manera constructiva y no a partir de un enfrentamiento, que es lo que buscan ellos constantemente. Con el enfrentamiento -el español contra el catalán y el catalán contra el español- los nacionalistas se sienten como pez en el agua. Por ello, nuestro mensaje de contraposición a esta idea no debe ser el de perpetuar el enfrentamiento de una lengua contra la otra sino un mensaje de integración de las dos. Y ya que no podemos integrar el español junto con el catalán en Cataluña, empezaremos por integrar el catalán y las demás lenguas españolas junto con el español, creando con ello un nuevo discurso lingüístico en España. ¿Que los efectos en Cataluña tardarán en hacerse notar, que los nacionalistas intentarán boicotear y desprestigiar la ley porque les desenmascara claramente? Efectivamente; es un proyecto a largo plazo ya que los cambios que comportaría en la cultura lingüística del país serían enormes y esto requiere años.

Los impulsores del proyecto, al igual que Marita Rodríguez y tantas otras personas, estamos comprometidos con el avance del bilingüismo en Cataluña- y nosotros, además, hemos añadido a ello otro compromiso, el del avance del plurilingüismo en España. Esperamos que con el tiempo seamos muchos más los que tengamos este doble compromiso.