Se presenta en Madrid Me gusta Catalunya, me gusta España, el libro de Sergio Fidalgo que recoge 30 entrevistas a personas que NOS pasa lo que dice el título. O casi, porque Albert Boadella insiste en que a él Catalunya cada vez le gusta menos. Que siente necesidad de protegerse profilácticamente cuando pisa territorio oficial catalán. De hecho vino a la presentación, que se celebraba en Blanquerna, portando una fantástica mascarilla sanitaria. Ni él ni Jordi Cañas, que también sale en el libro y también estaba en la mesa, se cortaron de decir que el nacionalismo es como el virus del Ébola.
En la presentación en Barcelona había menos gente que en la de Madrid (manda huevos) y hay librerías que simplemente no lo distribuyen
Jordi Cañas dijo más cosas interesantes. A mí concretamente me interesó mucho una. Cuando dijo alto y claro, y lo repitió tres veces, que este libro de Sergio Fidalgo lo ha pagado Sergio Fidalgo de su bolsillo. No es que haya cobrado poco o nada por hacerlo, como últimamente se usa en el sector editorial; es que Fidalgo ha pagado por escribir y publicar un libro donde ni siquiera busca lucirse especialmente (apenas se deja ver y leer entre entrevista y entrevista, hace mutis por el foro de la página con terca humildad). Me cuentan encima que en la presentación en Barcelona había menos gente que en la de Madrid (manda huevos) y que hay librerías que simplemente no lo distribuyen. Que no lo piden. Que no lo quieren.
Se me ocurre preguntarle cuánto le ha costado la broma. Se entiende que en dinerito contante y sonante que estaba en su bolsillo y que ya no lo está, en desembolsos directos. Por la mano de obra ya ni le pregunto. Me dice que 4.000 euros. ¿Les parece mucho o poco? Porque a mí, como regalo, como dádiva pura, como puro amor a la patria y al arte, me parece una pasada. Más en los tiempos que corren. Por la crisis. Y por el mal ejemplo de otros.
Estima el ministerio del Interior, leo por ahí, que el clan Pujol-Ferrusola podría haber llegado a amasar ilícitamente una fortuna de 1.800 millones de euros en el extranjero. No sé hasta qué punto se puede dar por buena esa cifra. Desde luego los Pujol-Ferrusola no ayudan nada. Si es menos, no será gracias a ellos que se va a saber. Con menor motivo si es más.
Lo que sí parece que no exige muchas comisiones rogatorias ni de investigación para quedar claro es que donde unos las dan, otros las toman. Donde unos ponen, otros quitan. Sumar i no restar fue durante años y años machacón latiguillo político del molt honorable Jordi Pujol i Soley. Eran los tiempos en que apelaba a la cohesión social. Animalito. Sumar i no restar. Vale, pero, ¡sumar qué y dónde, presi? ¿En qué buchaca?
Ya me perdonarán si me he vuelto muy bruta desde que vivo en Madrid, si he perdido mi toque, mi sutileza política. O mi capacidad de beure a galet. Pero a mí nadie me quita la cabeza que Cataluña es incomparablemente más rica i plena gracias a los humildes 4.000 euros sumados por Fidalgo, y que pasa penurias y recortes, entre otras cosas, por los 1.800 millones, 3% arriba o abajo, sustraídos por el clan Pujol.
Para esta Generalidad de Alí Babá no hacía falta ni que Tarradellas se molestara en volver.