La Feria de la Candelaria de Molins de Rei es una de las ferias más antiguas de España. Impulsada por Isabel II, perseguía la potenciación de la agricultura y la ganadería. Hoy, en su 164 edición, sigue manteniendo su fuerza e impulso, agregando a nuevos sectores económicos. En este marco, el presidente catalán dijo que el “gran objetivo colectivo” es la reducción del paro. Lo puso por delante, ante la sorpresa de propios y extraños, del que hasta ahora era el principal objetivo del gobierno catalán y los partidos soberanistas: el proceso de transición nacional.
Para la mitad de los catalanes, el gobierno de CiU no sabe cómo solucionar los problemas cotidianos y sólo un 14,6% confía en su gestión
A ocho meses de las elecciones catalanas, Mas toma nota de la última encuesta del CEO. Su gobierno suspende por culpa del paro, la degradación de la sanidad y de los servicios sociales. Para la mitad de los catalanes, el gobierno de CiU no sabe cómo solucionar los problemas cotidianos y sólo un 14,6% confía en su gestión. Por eso, no sorprende que el presidente catalán ponga encima de la mesa como prioridades la reducción del paro y más recortes y ajustes en los servicios que garantizan la calidad del bienestar social. Lo que sorprende es que lo haga, por primera vez, por encima del objetivo de la soberanía nacional.
Quizás esta última encuesta del CEO sumada a la anterior, que por primera vez daba mayoría a los contrarios de la independencia, ha inducido a Mas a cambiar el rumbo de su gobierno aunque sin abandonar el lenguaje soberanista porque “mucha gente cree que el Gobierno español no es un aliado sino un adversario”.
Las listas de paro en Cataluña han bajado en 2014 en 89.000 personas –mérito que se arroga el gobierno catalán- pero el empleo creado es de dudosa calidad. Uno de cada cuatro contratos de ETT’s, por ejemplo, tiene un solo día de duración y se ha extendido la precariedad de la ocupación en la gran mayoría de los ciudadanos que acceden a un puesto de trabajo. Precariedad que se limita a contratos de unas pocas horas semanales o de nula estabilidad de futuro.
En la Feria de la Candaleria, Mas ha marcado lo que puede ser un punto de inflexión. Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina –presumiéndose cainitas entre convergentes y republicanos- y las autonómicas a ocho meses, siempre y cuando se cumpla el calendario previsto. El presidente catalán sabe que para seguir adelante con el proceso soberanista –hoy herido de muerte por los enfrentamientos entre CDC, UDC y ERC- tiene que ganar las elecciones del 27S. Y esa victoria es la que está en el alero. No sólo porque CiU –si se presenta con estas siglas- puede ser superada por ERC sino porque el mapa político catalán puede saltar por los aires por la irrupción de Podemos y el ascenso de Ciudadanos.
Los estrategas de CiU, a tenor de las encuestas, tienen claro que no pueden ganar apostando únicamente por el proceso soberanista. En este campo, el crecimiento es limitado por la presión de ERC y de las CUP. El crecimiento, para lograr un triunfo electoral, debe abordarse anteponiendo la credibilidad y la seriedad de Mas a las veleidades de Junqueras. Debe abordarse anteponiendo la gestión del gobierno y la competencia en su desarrollo ante la más que dudosa credibilidad que aportan los republicanos. Este planteamiento fue el abordado por Mas en La Candelaria. Fue el pistoletazo de salida ante unas elecciones que se antojan complejas y quizás también sea el principio de un cambio de ritmo sobre el proceso soberanista que ahora está encallado y que no tiene visos de obtener las mayorías necesarias para llevarlo adelante. Este cambio de actitud de Mas puede tener mayor alcance: llevarse por delante la propia fecha del 27-S.