La inmersión lingüística suele defenderse como garante de cohesión social, pero la catalana siempre ha sido una sociedad cohesionada aún teniendo dos lenguas y personas de diferentes orígenes geográficos. Hasta hace bien poco una mayoría indiscutible se sentía catalana y española en una flexibilidad identitaria símbolo de pluralidad y cohesión, pero eso no llevaba a la construcción nacional deseada por una minoría y por eso había que extender el sentimiento de querer ser sólo catalán.
Los padres que piden una educación con presencia razonable de ambas lenguas cooficiales son tratados como verdaderos enemigos del sistema, y lo son
Uno de los lugares claves ha sido la escuela. La inmersión ha sido y es necesaria para que varias generaciones, casi sin darse cuenta, interioricen una identidad única aunque eso les limite perdiendo parte de su bagaje personal y cultural. Convirtiendo en "sólo catalanes" a niños y jóvenes se ha conseguido que muchos padres sigan a sus hijos en esa reubicación por evitar un conflicto familiar. Entre la inmersión, la política victimista y la torpeza de gobiernos de aquí y allá, algo ha basculado peligrosamente. Si antes la mayoría de ciudadanos se sentían catalanes y españoles sin que eso les supusiera un conflicto y la convivencia era plural e integradora, en los últimos años ha crecido el número de quienes se sienten sólo catalanes y rechazan cualquier vínculo con España.
Curiosamente ese cambio va paralelo a más crispación y menos cohesión en la sociedad catalana, pero va bien al objetivo independentista. No se podía aspirar a una posible escisión de Cataluña del resto de España sin antes conseguir que un número significativo de personas interiorizara un conflicto de identidades, por eso la lucha por la lengua única en la escuela se ha vuelto tan feroz.
La inmersión lingüística es sólo uno de los elementos que ha producido este giro social, pero ha sido determinante. Por eso los padres que piden una educación con presencia razonable de ambas lenguas cooficiales son tratados como verdaderos enemigos del sistema, y lo son. Si una mayoría social exigiera una escuela bilingüe más justa y acorde con la sociedad catalana, los defensores del independentismo radical tendrían un grave problema, y lo saben.