La manifestación del pasado 6 de diciembre para celebrar el trigésimo sexto aniversario de la Constitución resultó bastante deslucida y no porque los elementos se pusieran precisamente en contra, porque el día, primer eslabón de un largo fin de semana, resultó frío pero soleado. Acudió poca gente a la convocatoria realizada por la Plataforma España y Catalanes, la misma asociación, si no me equivoco, que la convocó en años anteriores. En esta ocasión, sin embargo, casi todos partidos políticos y algunas asociaciones constitucionalistas decidieron que sus líderes tenían cosas mejor de las que ocuparse ese día, y en lugar de movilizar a sus bases celebraron la efeméride por separado bien ese día bien unos días antes. Que toda esta exhibición de desunión ocurra a 18 meses del plazo fijado por Mas para alcanzar la independencia resulta no sólo sorprendente, por su carácter suicida, sino imperdonable porque demuestra que son políticos de cortas miras, incapaces de mostrar unidad ante la amenaza declarada de secesión.

Que toda esta exhibición de desunión ocurra a 18 meses del plazo fijado por Mas para alcanzar la independencia resulta no sólo sorprendente, por su carácter suicida, sino imperdonable

Pese a la falta evidente de medios, la menguada manifestación llegó como estaba previsto hasta la Plaza de San Jaime donde la voz firme de Dolores Agenjo, la profesora y directora del Instituto Pedraforca de Enseñanza Secundaria de Hospitalet que resistió las presiones del Gobierno de la Generalidad y mantuvo cerradas las puertas de su centro el pasado 9 de noviembre para impedir la ilegal consulta, leyó un manifiesto que casi ningún medio ha recogido en sus páginas, reclamando el apoyo a la Constitución. Aunque sólo hubiera sido por haberle rendido un merecido homenaje a esta menuda profesora tendrían que haber estado allí quienes dicen estar a favor de la Constitución y defienden las raíces hispánicas de Cataluña. Con algunos destacados miembros de una asociación cuyos líderes estuvieron ausentes, he cruzado algunos ácidos mensajes, cuando en respuesta a uno mío donde constataba que "faltan muchos constitucionalistas en Urquinaona", se me explicaba que no tenían el don de la ubicuidad y estaban muy ocupados haciendo turnos en una caseta para informar de los objetivos de su asociación plantada en Plaza Cataluña, apenas a unos centenares de metros de la cabecera de la manifestación. ¡Será que no hay más días a lo largo del año para montar una caseta informativa! La verdad es otra: no fueron porque quisieron dejar claro a las asociaciones que convocaron y acudieron a la manifestación su aversión a cualquier organización no controlada por ellos.

Pero más grave me ha parecido incluso que algún miembro de estos partidos y asociaciones ausentes hayan confesado que la bandera constitucional, después de 36 años de aprobarse la Constitución, todavía les produce desasosiego y malestar irrefrenable. De ahí que pretendan, supongo, abrir la Constitución para cambiar la bandera -la republicana dicen que no termina de convencerles- y ya puestos a cambiar cositas, ¿por qué no la ley electoral para combatir la desafección de los ciudadanos y la estructura territorial para propiciar el encaje de Cataluña en España? Como argumentaba en mi artículo '¡Larga vida a la Constitución!', publicado el 6 de diciembre en el diario Expansión, se trata de una cortina de humo porque los problemas a los que apuntan los ciudadanos españoles cuando se les pregunta, ni los ha creado la Constitución ni los resolverá una reforma constitucional.

La genealogía de estas propuestas resulta asimismo inquietante porque provienen del entorno del PSC, el partido que lideró el anticonstitucional proyecto de Estatuto de 2005, causa de casi todos los problemas posteriores que padecemos los catalanes que defendemos la Constitución, sin excluir su reforma. También, porque durante los gobiernos tripartitos que presidieron Maragall y Montilla se hizo caso omiso y se incumplieron los decretos de enseñanzas mínimas de 2006, unas normas estatales tímidas que simplemente pretendían que se destinaran tres horas semanales a la enseñanza de la lengua y la literatura castellanas en los ciclos de Primaria en las escuelas de Cataluña. Y porque, asimismo, aprobaron durante esos años leyes para sancionar a los establecimientos que no rotularan sus nombres en catalán y se permitió que algunas Universidades catalanas, como la de Barcelona, exijan el nivel C a los candidatos para concursar a plazas, impidiendo de manera efectiva que el resto de españoles pueda competir en igualdad de condiciones. Montilla tiene en su debe, además, el haber promovido una campaña feroz para desacreditar al Tribunal Constitucional antes de emitir su sentencia sobre el Estatuto y el haber patrocinado y organizado la manifestación en contra de dicho Tribunal, con apoyo de Muriel Casals, presidenta ya de Omnium Cultural, tras publicarse la sentencia que confirmaba lo que a muchos nos parecía obvio: que algunos artículos del Estatuto de 2006 eran pura y llanamente inconstitucionales.

Todos estos disparates han provocado una fractura en la sociedad catalana y dentro del propio partido

Para concluir, el PSC ha exigido, y hasta donde sé sigue haciéndolo, blindar las competencias lingüísticas y culturales, alcanzar una financiación asimétrica para los catalanes en negociación bilateral con el Gobierno central -inconcebible en un partido que se dice socialista-, y realizar una consulta negociada con el Gobierno español para decidir si Cataluña quiere o no seguir formando parte de España. Todos estos disparates han provocado una fractura en la sociedad catalana y dentro del propio partido, hoy una sombra de lo que fue hace dos décadas. Como socialdemócrata, no pienso volverle a votar mientras sus dirigentes no se retracten de los disparates políticos y jurídicos que perpetraron en los siete años de gobiernos tripartitos y destierren de su ideario el blindaje de competencias, la financiación asimétrica y la realización de una consulta como si Cataluña fuera una colonia. Si es para esto para lo que quieren su estado federal, me tendrán enfrente.