Hemos de aguantar todas las astucias, ocurrencias, juegos de palabras, falacias, despropósitos…que se les ocurran y que la libertad de expresión y las otras libertades de que gozamos les permiten. Carme Forcadell –la que da órdenes a la autoridad legítima (un apostrofado ¡Presidente!, ¡Presidente!, ¡Presidente¡…hasta cinco veces)- quiere que las colas delante de lo que llaman colegios electorales del 9-N sean “una denuncia contra este Estado opresor”.
Los que han vivido y padecido bajo la bota del Estado opresor de la era franquista tienen el derecho moral de pedirle que rectifique eso del “Estado opresor”
Sí, ha tildado de “Estado opresor” a las instituciones del Estado español de las que la Generalitat de Cataluña es plenamente parte. No sabe lo que dice, no sabe lo que es un Estado opresor. Si fuera cierto lo que dice, probablemente no lo habría dicho, sin poner en duda su coraje personal, probado suficientemente en nuestra democracia tolerante.
Los que han vivido y padecido bajo la bota del Estado opresor de la era franquista tienen el derecho moral de pedirle en nombre de su dignidad –de una dignidad que fue mil veces pisoteada y a menudo ensangrentada, de una dignidad diferente al prurito de votar del que habla Muriel Casals- que rectifique eso del “Estado opresor”.
Si viviésemos en un Estado opresor de las libertades, Carme Forcadell y Muriel Casals no se podrían permitir decir lo que dicen y hacer lo que hacen. Muchos de los que pasaron por aquella experiencia de opresión, coherentes ahora, son los primeros en defender que Carme y Muriel puedan seguir diciendo lo que dicen y haciendo lo que hacen, solo les pedirían que no abusen de las libertades que se conquistaron tan dolorosamente, que se contengan en su feraz locuacidad y, sobre todo, que no devalúen la memoria de los que fueron víctimas de aquel Estado opresor. Y, de pasada, si pudiera ser, que no manipulen los sentimientos de tantos catalanes ni menosprecien su inteligencia.
Si hay algún elemento opresivo en la situación actual de Catalunya es el sectarismo de la propaganda y agitación en los medios públicos
Ellas y ellos, los flautistas del cuento, se han tomado la licencia de decir cualquier cosa y de invocar cualquier página de la historia (Luther King, el pueblo de Israel, Mandela, Gandhi…) para justificar y enaltecer el “proceso”, la sedición programada. Pero, sus cruzados en las redes sociales, en las tertulias, en las columnas de los diarios subvencionados son brutales cuando, por ejemplo, alguien dice que un observador de fuera creería que se encuentra en Guinea ante la preparación del “referéndum - no referéndum- consulta no vinculante” suspendido (¿qué diría ahora del “proceso de participación ciudadana - no referendario – no consultivo” alternativo a aquél?); o alguien nos recuerda que unas elecciones plebiscitarias fueron celebradas en la Alemania de los años treinta.
Si hay algún elemento opresivo en la situación actual de Catalunya es el sectarismo de la propaganda y agitación en los medios públicos TV3 y Catalunya Radio. Me tomo la libertad de decir que, salvando las distancias y las circunstancias, me recuerdan los medios públicos de Pankow, cambiando “Plan” por “Proceso”, recordando también que el 9N se cumplen veinticinco años del inicio de la caída del régimen de Pankow.