Pensamiento
¿Qué tuitearía Cicerón? #9nNo
Aterrado con la postura de los representantes del bloque secesionista tras asistir el pasado viernes 24 de octubre al acto '¿Al día siguiente del 9N, qué?', magníficamente organizado por la Asociación de Vecinos de La Sagrera (Barcelona), tratando de encontrar respuestas a la locura actual, me veo obligado a recordar algo básico: la democracia se sustenta en el respeto y cumplimiento de las leyes.
Muchos de los dirigentes secesionistas catalanes no han sido aún romanizados, e intelectualmente viven en el Paleolítico superior
Esto es algo que Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), uno de los grandes políticos y oradores romanos de la era republicana tardía, ya sabía pero que no saben o no quieren saber los representantes de Convergència, de ERC, de Unió, de Iniciativa per Catalunya, de la CUP, de Izquierda Unida e, incluso, del ambivalente PSC, pues hicieron un llamamiento a votar el 9N desobedeciendo las leyes conscientemente. Si Cicerón defendía 21 siglos atrás el respeto a las leyes como el elemento estructural de la sociedad, esto demuestra que muchos de los dirigentes secesionistas catalanes no han sido aún romanizados, y que intelectualmente viven en el Paleolítico superior.
Cicerón fue autor de muchas y sensatas reflexiones que debemos preservar. En una sociedad que ha perdido casi todos sus referentes, no solo el moral sino el social, el político y el cultural, creo que pensamientos tan acertados como el de Cicerón nunca deberían caer en el olvido y deberían transmitirse y compartirse. Releyendo a Cicerón, lo más espeluznante es comprobar que, demasiados siglos después, hay cosas que nunca cambian, como la eterna estulticia de algunos humanos.
Cicerón centró gran parte de su acción política en la lucha contra Lucio Sergio Catilina, protagonista de la llamada "conjuración de Catilina", una conspiración que, según las acusaciones de Cicerón, buscaba destruir la República romana. Nuestro Catilina con barretina, el Presidente Artur Mas, también busca destruir la estructura de Estado de nuestro país, y dañar los cimientos en que se sustenta la democracia, llamando a la desobediencia civil, la sedición y la ilegalidad. Artur y sus ganapanes quieren que votemos el día 9 de noviembre en una consulta suspendida y, además, sin garantías democráticas y legales de ningún tipo.
Aquellos ciudadanos que tengan una mínima preocupación por el hundimiento del Estado social y de derecho, modelo actual de sociedad que nos da cobijo a todos, independientemente de nuestra ideología y condición, y que nos permite vivir con una cierta seguridad, deberían repensar donde los lleva la locura ilegal y desleal hacia donde nos conducen el señor Mas y sus secuaces, que a ciencia cierta no han leído jamás a Cicerón. Me permitirán confrontar las opiniones de Cicerón con esta actitud desleal e irresponsable, y proponer cuál debe ser la postura del buen ciudadano, aquel que busca la convivencia y no el enfrentamiento, el respeto y no el insulto, la sensatez y no el arrebato, el conocimiento y no la doctrina. Empezamos.
"Seamos esclavos de las leyes para poder vivir en libertad". Las leyes son un marco jurídico que ordena y regula la convivencia de una sociedad con el fin de proteger a sus integrantes. En los últimos tiempos, nuestros gobernantes han decidido que están por encima de la ley y esto es completamente pavoroso. Cuando los malos gobernantes deciden menospreciar y no ejecutar las sentencias de los tribunales, tanto de los ordinarios como de los altos tribunales, hay una lesión oscura y profunda de la democracia que nos acerca a la parte más tenebrosa de los regímenes totalitarios que hemos sufrido en la Europa del siglo XX y que continúa viva en algunos lugares de la América y del Asia del siglo XXI. Nuestros malos gobernantes han olvidado completamente que "la ley suprema es el bien del pueblo", una verdad esencial que no puede ser rebatida ni secuestrada. No solo no les importa lo más mínimo lo anterior sino que permiten con laxitud la violencia de sus juventudes para imponer su criterio por el miedo al resto de ciudadanos, volviendo a lesionar así los derechos y libertades democráticos que tantos siglos han costado conseguir, olvidando que no hay "nada más opuesto a la justicia que la violencia" y que "la fuerza es el derecho de las bestias".
Pero estos gobernantes nuestros, en su deriva hacia la nada, en su viaje que no tiene retorno, desgraciadamente, hacen cierta la frase de que "el hombre no tiene peor enemigo que él mismo" porque si "de todos es errar; sólo del necio es perseverar en el error". La falta de sensatez, de sentido de la realidad, la facilidad pasmosa para hacer castillos en el aire de estos falsos "políticos-profetas" que prometen al pueblo falsas utopías que nunca podrán darle, hipotecándonos económicamente para las tres próximas generaciones en esta fútil búsqueda de una inexistente Arcadia, aún no saben -o no les importa nada- que "la verdadera gloria arraiga y se expande, las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho". Siempre ha sido así, es una verdad universal. Pero el mal gobernante nunca se da cuenta de esto ya que está cegado por su propia megalomanía mesiánica. ¿Les recuerda a alguien, tal vez?
¿Hasta cuándo, Artur? ¿Hasta cuándo no trabajarás de una vez por todas por el bienestar de tu pueblo y no para tus intereses particulares?
"No hay absurdo que no haya sido apoyado por algún filósofo". Es increíble que esto, en una sociedad como la nuestra, sea cierto pero desgraciadamente lo es. Hay, sorprendentemente, unos cuantos colaboradores necesarios que, contrariamente a su preparación intelectual y reconocimiento en el mundo académico y/o laboral, juegan el juego que el poder les pide defendiendo absurdas quimeras mediante premisas que ellos mismos tienen por falsas y que comportarán dañar el bienestar de los demás. Los medios de comunicación están llenos de periodistas, de profesionales liberales, de historiadores, de intelectuales y de artistas a sueldo del poder establecido. Sin embargo, estos "colaboracionistas" deberían aceptar que el buen ciudadano sabe, no obstante, que "como no hay nada más hermoso que conocer la verdad, no hay nada más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad" y es algo que siempre les recordaremos y les retraeremos, porque el buen ciudadano cree ciegamente que "la honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho".
"Pensar es como vivir dos veces". "La filosofía es el cultivo de las facultades mentales. Desarraiga nuestros vicios y prepara el espíritu para recibir la semilla adecuada". Es ciertamente innegable la importancia de la historia, de la filosofía, del conocimiento y de su transmisión; en definitiva, de aquello que genéricamente podríamos llamar "educación y cultura". Este conjunto de virtudes no es nada abstracto ni simplemente algo que deba estorbarnos en la escuela, es aquella herramienta indispensable que nos permitirá no cometer continuamente los mismos errores y no dejarnos manipular por el poder establecido y ser más libres.
"Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de los demás" o dicho de manera similar: "El testimonio de mi conciencia es para mí de mayor valía que todos los discursos de los hombres". El ciudadano, el buen ciudadano, a pesar del mal gobernante, nunca debe permitir:
1) Las mentiras y las manipulaciones institucionales.
2) El adoctrinamiento de nuestros jóvenes en la escuela.
3) La instrumentalización de los medios de comunicación públicos o "intervenidos".
4) La censura indirecta o la amenaza de sanciones que pende sobre los medios privados, lo que les obliga a la ignominiosa autocensura.
5) La presión social de unos pocos que, con medios y recursos provenientes de la Hacienda Pública, hacen bandera y propaganda de una causa que nos quieren imponer al resto.
El ciudadano no debe dejar que todo esto lo saque del camino recto y libre que le señala su propio pensamiento. Y todos, absolutamente todos, somos ciudadanos y no súbditos o siervos de la gleba, y somos, además, buenos ciudadanos. Y entre todos nosotros hacemos hoy y haremos siempre cierta la frase: "La aspiración democrática no es una simple fase reciente de la historia humana. Es la historia humana". Y nadie nos la arrebatará jamás.
No por casualidad, una de las sentencias más recordadas de Cicerón, que dedicó al ímprobo Catilina, es: "¿Hasta cuándo, Catilina, piensas abusar de nuestra paciencia?". ¿Hasta cuándo, Artur? ¿Hasta cuándo no trabajarás de una vez por todas por el bienestar de tu pueblo y no para tus intereses particulares? ¿Hasta cuándo no gobernarás con la excusa del 'prusés'? ¿Hasta cuándo abusarás de la paciencia de tu pueblo, Artur, mientras lo dejas en el paro, sin industria, sin inversiones, sin sanidad, sin servicios sociales y condenado a la ruina para décadas? Sin embargo, Artur, te convendría leer las Mirlitonnades de Samuel Beckett, pues encontrarás la clave para solucionarlo todo:
Imagina si esto
un día esto
un bello día
imagina
si un día
un bello día esto
acabara
imagina.