Tras la comparecencia de ayer del Presidente Mas, llamando a las urnas para votar ilegalmente el 9N y sin garantías de ningún tipo, no podemos más que ponernos en pie todos aquellos que vivimos bajo el imperio de la ley y el respeto a la pluralidad y la diversidad política, cultural y lingüística para alzar la voz y decir que nadie nos arrebatará esta diversidad, que no nos dejaremos coaccionar y que nadie nos callará. No se puede votar, no es la voluntad de ningún pueblo. Cuando alguien pone en su boca este tipo de palabras nos hace retrotraer al pasado más ignominioso de la Europa fragmentada del siglo pasado, totalitaria y teñida de sangre, de guerras y de dolor. No se puede votar Sr. Mas, diga lo que diga usted. ¿Y por qué no se puede votar? Es bien simple... legalmente, porque la Generalidad no tiene competencias para decidir sobre la ruptura de la integridad del territorio nacional; éticamente, porque se ha sufrido un adoctrinamiento en las escuelas a lo largo de tres décadas y una manipulación mediática continuada, haciendo decantar artificialmente a una parte de los ciudadanos de Cataluña hacia una opción determinada; en definitiva, porque no hay pluralidad informativa, y todo ello no es casual, ya estaba meticulosamente previsto en el plan nacionalizador de Jordi Pujol aparecido en 1990 en los periódicos. Esta última realidad de falta de pluralidad entronca con lo que recoge el Manual para la Observación de las Elecciones que publica la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) y donde se recoge que la OSCE antes de aceptar ser observadora en unas elecciones pide que haya durante un tiempo específico y suficiente en los medios de comunicación públicos (y también en los subvencionados, claro) una igualdad de presencia de las dos opciones lo cual es imprescindible si se quiere votar con garantías democráticas, pero claramente esto no pasa ni pasará en la propagandística Cataluña de la TV3 y del grupo Godó, fieles al régimen xenófobo del nacionalismo secesionista catalán. Si quiere votar Sr. Mas, deje pasar treinta años más donde la educación sea libre y la comunicación plural, donde no se haga propaganda ni se practique el adoctrinamiento ni la manipulación mediática, así la OSCE no tendrá ningún problema en venir a observar su “votación”.
Si quiere votar Sr. Mas, deje pasar treinta años más donde la educación sea libre y la comunicación plural
El ministro nacionalsocialista Joseph Paul Goebbels usó como eje central de su acción política la propaganda. Goebbels creía que la propaganda debía ser planeada y ejecutada por una sola autoridad, que para ser percibida debía evocar el interés de la audiencia y debía ser transmitida a través de un medio de comunicación que llamara poderosamente la atención, tenía que etiquetar los acontecimientos y a las personas con frases o consignas distintivas, y debía facilitar el desplazamiento de la agresión, especificando los objetivos para el odio, con consignas que podían ser aprendidas con facilidad. Hoy esto está plenamente vigente en Cataluña y se utilizan consignas como “España nos roba” o “votar es normal en un país normal” o como ha dicho hoy el Presidente Mas, “el adversario real es el Estado español” o “el Estado Central nos impide votar”, haciendo crecer el sentimiento de odio hacia su propio país, España. Como podrán comprobar, estas consignas son repetidas hasta la saciedad por la televisión, la radio, la prensa y por las entidades subvencionadas como Òmnium Cultural y la ANC; en definitiva, son directrices propagandísticas mandadas por una autoridad superior y con la única y diáfana finalidad ramplona de generar odio y enfrentamiento. La falta de sensatez de nuestros políticos nacionalistas y de sus mediáticos colaboradores necesarios (a sueldo, evidentemente) va más allá de un sentimiento de odio y de manipulación a todo lo español o españolista. Es un odio irracional, no justificado bajo ninguna premisa histórica, que genera un encuentro fratricida ya no entre españoles del resto de España y españoles catalanes sino de los catalanes entre sí. El dramaturgo y político checo Václav Havel, habiendo sufrido el régimen totalitario comunista gran parte de su existencia, ya enunció con acierto que “estamos obligados a luchar enérgicamente contra todas las eventuales semillas del odio colectivo” y supongo que lo hizo preocupado, teniendo en mente la reflexión shakespeariana de que “si las masas pueden amar sin saber porqué, también pueden odiar sin mayor fundamento”. Viendo hoy al Sr. Mas, no puedo sino pensar en lo que sabiamente dijo Víctor Hugo: “Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”. ¿Cómo alguien puede tener tanto odio como para tratar de hacernos renunciar a aquella riqueza innegable de tener dos lenguas, dos tierras, dos culturas y múltiples identidades que además no son contrarias sino simbióticas y mutuamente enriquecedoras? Pero parece ser que aquello que fue tan importante para el desarrollo de nuestra región, el “seny” o “ponderación mental, sana capacidad mental que es prenda de una justa percepción, apreciación, proceder, actuación”, ha sido sobrepasado y eliminado por la “rauxa” o “arrebato o determinación repentina, idea caprichosa”, que nos ha llevado hacia esta locura colectiva del secesionismo, que ahora quiere votar ilegalmente y sin garantías de ningún tipo: el único resultado que acontecería sería la ruina económica y social de toda la sociedad catalana.
¿Aún piensa que el día después le pertenece a usted y a sus hordas subvencionadas y adoctrinadas, verdad, Presidente Mas?
En la película Cabaret (1972), adaptación del exitoso musical de Broadway, Bob Fosse ilustra magistralmente como la peligrosa locura autoritaria y xenófoba de unos pocos en la Alemania de los 30 se contagia a todo un pueblo mediante la propaganda basada en el llamamiento a los sentimientos identitarios y xenófobos más telúricos. Fosse, haciendo un uso magistral de los recursos cinematográficos, sólo necesita una escena, la de la famosa canción Tomorrow belongs to me, el gioiello del filme, para retratar el peligro de los totalitarismos, del pensamiento único y de la imposición de las ideas mediante la propaganda y la manipulación mediática. Pero, arrebatado Sr. Mas, recuerde como acababa la mencionada escena, con Michael York marchándose del lugar preguntando cínicamente a uno de los participantes: “¿Aún pensáis que podréis controlarlos?” Evidentemente no pudieron y aquella locura abocó no sólo a Alemania sino a Europa y el mundo entero al enfrentamiento y al odio. Yo, y tantos otros, no queremos esto para nuestra tierra, sin embargo parece que usted sí, Presidente. ¿Aún piensa que el día después le pertenece a usted y a sus hordas subvencionadas y adoctrinadas, verdad, Presidente Mas? En absoluto. Nos pertenece a todos, en democracia y en buena ley, en paz, concordia y libertad. Si el excelente orador Sir Winston Churchill estuviera vivo, Sr. Mas, con su agudeza habitual le describiría a usted así: “La falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”.