De “pueblo catalán” a “masa uniformada” hay un trecho; de movimiento de masas a movilización de ciudadanos, un abismo democrático. Hablar hoy de pueblo catalán empieza a ser un eufemismo usado para encubrir la verdadera esencia del independentismo: su tendencia al totalitarismo.
La concentración de Barcelona durante la Diada no era la de un pueblo formado por individuos o ciudadanos libres y diferentes, sino la de una masa que desfilaba uniformada.
La sociedad moderna se basa en la noción de ciudadano. El sujeto de derechos y deberes es el individuo. Los individuos se organizan de acuerdo con sus intereses. Como los intereses son muy variados, los grupos también lo son. El Estado asegura la libertad individual y el equilibrio entre los grupos estableciendo normas comunes que hacen a todos los ciudadanos y grupos iguales ante la ley.
Sustituir a los ciudadanos y la diversidad de grupos por la idea de pueblo es una maniobra ideológica y política que sólo se puede imponer anulando al individuo y a los grupos. Como ha ocurrido con otros muchos conceptos, el nacionalismo y el independentismo nos están obligando a distinguir y a dejar de usar palabras que en otro tiempo tuvieron un noble sentido, para evitar confusiones y ambigüedades. Es el caso de la palabra 'pueblo'.
El pueblo catalán, tal y como lo concibe y define el independentismo, no existe. No existe un pueblo que use o tenga como lengua propia una sola (el catalán), que se sienta solo catalán, que defienda la forma unánime la independencia, que tenga una misma idea de sociedad, que tenga los mismos intereses, los mismos valores, las mismas oportunidades, los mismos proyectos de vida, las mismas creencias, etc. Existen individuos y grupos muy diversos que tienen en común el hecho de ser ciudadanos españoles, lo que les otorga el ser, a su vez, ciudadanos catalanes.
Pero si no existe el pueblo catalán, lo que sí existe hoy en Cataluña es una masa uniformada. Lo de uniformada no es una metáfora. La concentración de Barcelona durante la Diada no era la de un pueblo formado por individuos o ciudadanos libres y diferentes, sino la de una masa que desfilaba uniformada. No un pueblo formado e informado, sino masa uniformada. Camiseta roja, camiseta amarilla y bandera estelada: el uniforme independentista. Nunca se expresó de modo más explícito que el proceso independentista se basa en un proceso uniformista.
El independentismo es esencialmente totalitario, uniformizador, un monstruoso laboratorio de clones mentales programados para una única misión: proclamar la independencia. ¿Qué independencia, cómo, contra quién, por qué, para qué (para darle más poder a los corruptos)...? Eso es ya mucho pedir. Un clon uniformado no piensa, no debe pensar; sólo está programado para corear consignas, ponerse un uniforme y llevar una banderita.
Pero constatar un hecho no basta para entenderlo ni combatirlo. Hay que saber cómo ha surgido y cuál puede ser su futuro. El origen del independentismo uniformado de hoy empezó hace ya más de treinta y cinco años. No es algo que surja de la noche a la mañana, sino algo que se ha ido construyendo sin pausa desde que Tarradellas desapareció de la escena. Lo anunciamos y denunciamos en el Manifiesto de los 2.300. Nadie - o casi nadie - nos hizo caso. Enseguida llegó Pujol I el Corrupto y montó lo de Banca Catalana, la primera empresa destinada a subvencionar con millones al independentismo (y de paso trincar todo lo posible). Cuando debió ir a la cárcel y desaparecer de escena, Felipe González le perdonó la vida. Ahora dice que no cree que el Gran Timonel sea un corrupto. Dime a quién defiendes y te diré quién eres. O qué quieres ocultar.
La inmersión lingüística (otro eufemismo), apuntaló definitivamente el proceso. La clonización empezó ahí; y ahí sigue, con el apoyo de PP y PSOE, algo inconcebible. ¡Y quieren reformar la Constitución para blindar esa fábrica de mentes uniformadas! Luego se extrañan de que una patraña tan soez como la interpretación de lo sucedido en 1714 como una guerra de España contra Cataluña, sirva de base mítica para el desfile patriótico de la Diada.
¡Hasta desfilan con antorchas por la noche, al más puro estilo nazi!
Pero tan importante como saber cómo se ha ido fabricando la masa independentista es prever hacia dónde puede evolucionar el proceso. Yo no tengo la menor duda: hacia la imposición de la independencia por la vía de la presión, la amenaza, la violencia verbal y los hechos consumados. El totalitarismo catalán no va a cambiar: su esencia es la imposición, el control de las conciencias, el dominio de la propaganda, la eliminación de la discrepancia, la presión social, el uso de todos los mecanismos del poder para doblegar y silenciar a los disidentes, para hacer que quien no sea independentista se sienta fuera de lugar, marginado, excluido. Nada nuevo. Es lo que está ocurriendo ahora. Lo más increíble es que todo esto se haya hecho y se siga haciendo con total impunidad, ¡y con el dinero de todos!
Hay que repetirlo y actuar en consecuencia: una masa mentalmente uniformada es todo lo contrario de un movimiento de ciudadanos libres. Las masas no son más que instrumentos del totalitarismo, no sujetos de derechos democráticos. El independentismo totalitario se viste de uniforme festivo y colorista (bueno, de dos colores), pero eso no nos debe confundir: se trata de un movimiento de masas semejante a todos los que hemos conocido a lo largo de la historia, especialmente durante el siglo XX: el fascismo, el nazismo, el franquismo y el bolquevismo. ¿Una prueba? ¿Cuántos se atrevieron a salir a la calle el pasado 11 de septiembre en Barcelona sin el uniforme independentista? ¿Cuántos no salieron para no sentirse raros o señalados? ¿Cómo estaban las calles fuera de la V por la que transcurría la marcha triunfal? ¿Sin gente? ¿Por qué? ¿Y no sorprende la disciplina con que los uniformados se colocaron en el lugar que les habían ordenado, cada uno con su color, y sin salirse de la fila? ¡Hasta desfilan con antorchas por la noche, al más puro estilo nazi! Todo sin violencia, claro, con mucho civismo y educación, que somos catalanes, no como vosotros, opresores, violentos y fascistas por naturaleza.
La esencia del totalitarismo es siempre la misma, pero las formas que adopta varían mucho, se adaptan a los tiempos. La modalidad catalana es hoy acaso la más disimulada, retorcida y embaucadora de las imaginables, capaz de unir en sus filas a un obrero en paro con un hijo de Pujol, todos envueltos en la misma bandera. ¡Impagable el trabajo de los Sindicatos, de IU (o como se llamen ahora, con Podemos de mamporreros del proceso) y del PSC! Muchos todavía ni se han enterado, entre ellos muchos de los que acudieron a formar parte del ejército “encamisetado” y festivo que gritó independencia con la esperanza de ver pronto “un nuevo amanecer”. ¡Y sin tirar un tiro, oiga, todo por la vía democrática...!