Pensamiento
A la hora de la V con Alejo
Me voy al Gabinete de Julia Otero, en Onda Cero, la tarde de la Diada. Cojo el taxi a la hora de la V. Sé que en la tertulia voy a coincidir con Alejo Vidal-Quadras, lo cual tiene morbo. Tiene hasta gracia.
Por haberlos vivido pude empezar el otro día el Gabinete expresando mi respeto hacia todos los que se estaban manifestando en ese momento. Me consta que se podía estar allí de absoluta buena fe. Yo también me creí durante años todo lo que me contaba cierta gente
Conocí a Alejo cuando él era presidente del PP de Cataluña y yo una joven promesa (o eso decían) del diari Avui en Barcelona. Qué tiempos aquellos. Por haberlos vivido pude empezar el otro día el Gabinete expresando mi respeto hacia todos los que se estaban manifestando en ese momento, absolutamente convencidos de estar defendiendo el pueblo catalán de la extinción o algo peor (¿la convivencia?). Me consta que se podía estar allí de absoluta buena fe. Yo también me creí durante años todo lo que me contaba cierta gente.
Alejo y yo nos conocimos estando en extremos opuestos del cuadrilátero con una salvedad importante: él militaba en el PP y yo no militaba en ningún sitio. Ni siquiera en CiU, aunque mucha gente así se lo creyera. Creo que ya he comentado en anteriores artículos mi personal repelús a la disciplina política demasiado directa, sea la que sea. Es una idiosincrasia.
Lo cual no quita para que me creyera muchas cosas, insisto, y de buena fe las pensara y las escribiera. Desde mi posición Vidal-Quadras parecía entonces un friqui. Un friqui de lujo, un friqui muy inteligente y armado de un formidable talento para la ironía (nunca olvidaré el día que en el Parlament se refirió a una especie de embajador plenipotenciario recién nombrado por Pujol como “Kissinger de bolsillo”…), pero friqui al fin y al cabo. Qué coño, era del PP, hablaba pestes de Cataluña, o eso me parecía a mí…
Y en cambio había cierta complicidad, cierta capacidad de guiño. Como el día que se celebró en el Parlament un pedazo de ple para convertir formalmente, oficialmente, Els Segadors en el himno de Cataluña. Fue uno de esos plens que prometen… un sinfín de intervenciones a cual más jocfloralesca, previsible, y aburrida. Y a ello se dedicaban con soporífera pasión los portavoces de todos los grupos, a tocar el arpa y a tocar la lira. Hasta que llegó Vidal-Quadras.
Cony. Empezó a repartir estopa y lecciones de Historia. A recordar como aquella desastrosa guerra a la que la letra del himno hace referencia incluso en su versión light (piadosamente obviaremos aquí la heavy, ciertamente no oficial, donde se anima a hacer acopio de sangre castellana para teñir de rojo las barretinas…) no fue sólo una guerra perdida sino estúpida, en la que el furor antiespañol de los dirigentes catalanes de la época les llevó a aliarse con los franceses esperando de ellos un mejor trato (¡), lo cual obviamente se tradujo en que les pegaran un tajo más neto y más redondo que nunca. De aquella gesta se perdió toda la famosa Catalunya Nord, y así el Rosselló, la Cerdanya, etc, son hoy alegremente francesas.
Ya me gustaría a mí poder soltar hoy una carcajada y pensar, qué barbaridad, si leyera en cualquier sitio que Jordi Pujol, o Artur Mas, o Oriol Junqueras, forman o sueñan con formar sus gobiernos atendiendo a la pureza de sangre…
Vidal-Quadras se permitió hasta echarles en cara los gritos de las doncellas “ultrajadas” por los soldados, cosa que escandalizó a la cámara provocando un para mí involuntario efecto cómico…. Rematado por esta exquisita flor, ya en privado, cuando me crucé con Alejo por el pasillo: “Dame en el Avui toda la caña que me tengas que dar, guapa, pero no demasiada”. Y hasta me llevó al centro en su moto…prestándome encima su gabardina para que me cubriera sus rodillas, ya que, según él, llevaba la falda muy corta para ir montada sin más a su grupa.
Alejo me caía bien. Alejo me hacía gracia. Pero, ¿cómo admitirlo?
Un tiempo después un exjefe de prensa del PP catalán que era trotskista (esas cosas pasaban y pasan) me filtró un supuesto documento interno de Alejo donde este se despachaba con lindezas tales como que Pujol hacía y deshacía sus gobiernos atendiendo a consideraciones tales como la pureza de sangre. Hala, pensé yo. Este Alejo es un cachondo pero no tiene remedio. ¿No ve que no se puede ir por el mundo pensando y diciendo barbaridades así?
Lo publicamos en el Avui. Alejo nos puso una querella (al director del periódico, a mí y a otro compañero que un día firmó un refrito de mi noticia…) aferrándose a que el documento que me habían pasado no tenía firma suya ni membrete del partido. Me llamó incluso por teléfono para tratar de convencerme de que me habían engañado y de que él no era el autor. Eso no se lo creyó nadie. Yo creo que no se lo creía ni él, ya que planteó la querella en términos muy fáciles de ganar para mí. En lugar de obligarme a demostrar que el papel era de su puño y letra (lo tenía crudo sin traicionar a mi fuente), sólo tuve que demostrar que no odiaba a Alejo ni ansiaba perjudicarle. Fue fácil.
¿Me hizo un favor porque le caía bien, porque no quería que el asunto se alargara excesivamente con elecciones a la vista, o porque Alejo es así?
Años después un amigo me preguntó si podía ponerle en contacto con Alejo Vidal-Quadras porque le quería preguntar una cosa y yo, sin dudarlo, le dije que sí. Ni se me pasó por la cabeza que me fuese a guardar rencor o a hacer un desplante. Le llame. Se rió: “¿Puedo preguntar por qué ese amigo tuyo ha pensado que tú eras la persona más adecuada para contactarme?”. El caso es que le hizo caso.
El otro día, en la tertulia, yo rocé tangencialmente todo este background al decir en directo y delante de él: “Quién me iba a decir a mí hace tantos años que yo acabaría estando de acuerdo con Alejo Vidal-Quadras en tantas cosas”.
Que no en todas, tampoco nos pasemos…él es él, yo soy yo. Pero el tiempo y la evolución de los hechos han acabado barnizando de una peligrosa seriedad incluso sus más alocadas ironías. Ya me gustaría a mí poder soltar hoy una carcajada y pensar, qué barbaridad, si leyera en cualquier sitio que Jordi Pujol, o Artur Mas, o Oriol Junqueras, forman o sueñan con formar sus gobiernos atendiendo a la pureza de sangre…
¿Y el otro día en Onda Cero, qué me dijo Alejo? Pues nada: me saludó muy amable, me piropeó muy educado en antena, me presentó a su señora, que es encantadora. Sobre nuestro viejo asunto se permitió apenas una sonrisilla cómplice, una mirada de…¿profunda comprensión? ¿Paciencia? ¿Estoica esperanza?
Fuera aullaba la jauría.