Pensamiento
Pujol, al desnudo
El fiscal es, de entre los delitos, el más tolerado socialmente. No es de extrañar. En algunos países no existe. En España, lo que es delito en una comunidad autónoma puede no serlo en otra. Hacienda abusa muchas veces de su posición y de sus prerrogativas: interpretación interesada de las normas, recargos excesivos, embargos unilaterales...
La corrupción y la sensación de despilfarro de la administración ayudan a justificar pagar lo menos posible, cuando, además, se tiene la sensación de que pagan los que estan cogidos por el sistema y no los que más tienen o más ganan. Si, encima, eres nacionalista y secesionista, no pagar a la Hacienda "opresora" puede venderse como un acto de rebeldía propio de un "patriota".
Si eres nacionalista y secesionista, no pagar a la Hacienda "opresora" puede venderse como un acto de rebeldía propio de un "patriota"
Jordi Pujol ha elegido jugar en este campo. Sus defensores también. Una vez Oriol Pujol dimite y pierde sus opciones de presidir Cataluña, la política pasa para Pujol a un segundo plano. Hay que defenderse jurídicamente y salvar los muebles en la medida de lo posible. Ahí nace la confesión de Pujol. Ahí arranca la estrategia de la defensa: circunscribir el caso a un problema fiscal y tratar de anular el procedimiento. Si yo fuera el afectado o su abogado, haría lo mismo.
Pero la pretensión de los Pujol tiene demasiados cabos sueltos. La supuesta herencia, aunque sea cierta, no explica el enriquecimiento posterior del clan. Pero no es este el tema que quiero destacar. Muchos nacionalistas justificarían incluso las comisiones ilegales, si se les convence de que el dinero ha servido para enriquecer a Cataluña, creando empresas, puestos de trabajo, ayudando a los necesitados. Pero todo indica que no estamos ante un Robin Hood catalán. El dinero se ha escondido presuntamente en paraísos lejanos, y se ha dedicado, mayoritariamente, a la especulación financiera, a adquisiciones inmobiliarias o a inversiones en empresas... en Latinoamérica. En definitiva ha servido para enriquecer al clan, o todo lo más, para comprar o alquilar voluntades que permitieran que el enriquecimiento no tuviera fin. No hay en ello ninguna épica. ¿Dónde queda el discurso tan querido por Pujol de la economía productiva, de la construcción de Cataluña?
El caso Pujol es la quintaesencia de la doble moral. Del cinismo. De predicar una cosa y hacer la contraria. No estamos ante un problema fiscal de un ciudadano particular que se rebela contra Hacienda. Es una gran mentira que no sólo se dirime en los tribunales, sino principalmente en la conciencia de todos y cada uno de los catalanes, especialmente los que le permiten que siga escondiendo sus fechorías detrás de la bandera, ahora la estelada.