Pensamiento

¿Será ubuntu Boadella?

3 agosto, 2014 09:52

¿Qué quiere decir este título estridente? ¿Qué significa ser ubuntu? Quizá algunos de ustedes sepan que es una distribución del sistema operativo Linux, que, a diferencia de Windows, es un software libre. El Ubuntu fue ideado hace unos diez años en Suráfrica. Sin embargo, esta voz (procedente también de la misma región, de idioma zulú y xhosa) es muy antigua y recoge un modo de actuar en la vida. Una regla ética de colaboración y solidaridad. Se podría formular con la afirmación "soy, porque nosotros somos" y vamos a buscar el mejor futuro para todos.

Estos 'kumbayás' de uniforme se me antojan montserratinos, puritanos e impostores, más allá de que se declaren independentistas, patriotas o antisistema

Este significado de ubuntu lo encontré al leer Nuevas miradas sobre la resiliencia (Ed. Gedisa), libro reciente que ha coordinado José María Madariaga. Aparece conectado a la figura de Nelson Mandela, el inolvidable líder moral y político cuyas memorias, El largo camino hacia la libertad, leí hace unos veinte años. No recuerdo que ahí mencionase la palabra ubuntu. Pero releo ahora mis subrayados y traslado estas líneas: "Cuando salí de la cárcel ésa era mi misión: liberar tanto al oprimido como al opresor. (...) Ser libre no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un modo que respete y aumente la libertad de los demás".

En cambio, del arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo Desmond Tutu -premio Nobel de la Paz en 1984, unos diez años antes de que se le concediera a Mandela- me consta este párrafo definitorio: "Una persona es ubuntu si es abierta y disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otras personas son capaces y buenas en algo porque está seguro de sí mismo, ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otras personas son torturadas u oprimidas".

Vale la pena absorber estas ideas de auténtica solidaridad, carentes de pose y afectación; lo que va de un 'progre' a un progresista. Me permitirán que les diga que, desde muy niño, me he sentido radicalmente distanciado de nuestros particulares y caseros kumbayás. Los hay inofensivos y humildes, hasta el punto de no creerse ni saberse superiores al resto de mortales, y por eso siempre les he guardado cierto aprecio. Pero los hay redomadamente hipócritas y con doble moral, que van de amables señores de la tierra y desprecian a sus 'inferiores', previamente despersonalizados. Se apropian de la patria y la idolatran, lo que les permite ponerse ellos por encima de los 'otros'; una actitud muy poco ubuntu. Invocan a lo religioso consagrado como parapeto, no obstante dar la espalda a la patria de todos, la celestial o la de la ciudadanía sin distinción de clases.

Pilar Miró le ofreció dirigir el circuito catalán de TVE. Boadella no aceptó. ¡Lo que nos perdimos! Si hubiera aceptado y perseverado en el cargo, quizá otro gallo cantaría hoy en el Principado

Estos kumbayás de uniforme se me antojan montserratinos, puritanos e impostores, más allá de que se declaren independentistas, patriotas o antisistema. Yo siempre preferiré los auténticos kumbayás del estado norteamericano de Georgia, los afroamericanos y las canciones soul, precursoras del rhythm and blues que tantas horas escucho sin cansarme. Digamos, de pasada, que kumbayá (Kum Bai Ya) procede del inglés; no sé si de 'come by here', ven aquí, o tal vez de 'come by us': ven por nosotros, Señor.

Volvamos, por fin, al comienzo del artículo. Hace unos días, en un almuerzo de amigos, alguien dijo que sería un buen momento para que Els Joglars, tan odiados por los fatuos amos morales, sacaran a la palestra una nueva obra de la serie Ubú. Hace mucho que pudimos disfrutar de dos memorables piezas teatrales, Operació Ubú (1981) y Ubú president (1995), cuyas representaciones fueron acontecimientos sociales de inmenso éxito en nuestra ciudad condal, refrescantes y liberadoras en su justiciero humor. Si Albert Boadella no tuviera ganas para ello, quizá Ramon Fontseré podría deleitarnos con otra nueva pieza transgresora, y todo por el bien de la causa del arte y la libertad.

En su día, Boadella se inspiró en un precursor del teatro del absurdo, el excéntrico escritor Alfred Jarry, quien en 1896, cuando tenía 23 años, estrenó en París Ubú rey. Después de que nuestro paisano evidenciara que ya éramos europeos, y maravillosos los de aquí, Pilar Miró le ofreció dirigir el circuito catalán de TVE. Boadella no aceptó. ¡Lo que nos perdimos! Si hubiera aceptado y perseverado en el cargo, quizá otro gallo cantaría hoy en el Principado.

Ubuntu y libre Boadella: "Visca la Catalunya Non Grata!"