La vanguardia española está hoy en Cataluña. España está en juego en Cataluña. Aquí está el frente. Aquí está la vanguardia.
Nadie decidió que la vanguardia española esté hoy en Cataluña. Nadie ha escogido ser vanguardia. Liderar España no es el destino manifiesto de lo mejor de Cataluña. Acaso su vocación. Es hoy, sin embargo, una necesidad impuesta por la circunstancia histórica. De la vanguardia española sólo pueden formar parte quienes defienden España desde la primera línea. Y esa primera línea está hoy en Cataluña. Así de simple.
De la vanguardia española sólo pueden formar parte quienes defienden España desde la primera línea. Y esa primera línea está hoy en Cataluña. Así de simple.
La vanguardia española comparece. La componen catalanes. Españoles de Cataluña. Se acabó el sueño independentista de "un sol país". Ya no es un asunto entre Cataluña y España. Se ha convertido en un asunto entre catalanes. La pesadilla del nacionalismo. "Quintacolumnista", o sea, la negación de la condición de catalán, no es sino el vapor que emana de ese pánico. El último coletazo de quienes aún creen que su quimera se convertirá en realidad, dicho con el furor de converso de quien no tiene credibilidad independentista, como la Sra. Alós.
La vanguardia española toma conciencia de sí misma, de su posición. Ésa es su primera misión. Seguirá la interlocución con el resto de españoles. La vanguardia española debe ser la voz de Cataluña ante nuestros compatriotas. Debe representar a Cataluña más y mejor. Con nuevos símbolos. Debe arrebatar al nacionalismo el monopolio de la representación de Cataluña. No es mucho lo que se precisa. Basta con que los medios españoles le den voz. Basta con que los medios españoles desembarquen en Cataluña.
La vanguardia española está hoy en Cataluña. España está en juego en Cataluña. Es aquí donde más dolorosos y más patentes se hacen los síntomas de la profunda crisis que atraviesa España. Es aquí donde esos síntomas dan alas a un proyecto de nación alternativa apoyado por muchísimos ciudadanos que han desertado la nación española. No es un problema catalán. Es un problema español. Por eso la vanguardia española no se puede conformar con atajar el golpe o con ganar tiempo. Así no se resolverá nada.
La vanguardia española no se bate en retirada. Sabe perfectamente que no es cierto que se deba seducir a los nacionalistas catalanes. Nada conseguirá quien regale, y blinde, al nacionalismo catalán instrumentos privilegiados de construcción nacional como educación y política lingüística. Nada conseguirá quien enarbole la bandera blanca en el terreno de los medios de comunicación. No es un problema catalán. Tregua hoy equivale, en primer lugar, a convertirnos inmediatamente en españoles en Cataluña, y, en segundo lugar y en pocos años, a derrota y deshonor, o sea, independencia.
Somos los españoles quienes debemos recuperar el orgullo. Un orgullo consciente de su pasado que cuando mire hacia él tenga muy presente cuan alto y cuan bajo ha volado esta nación y por qué
Y porque vanguardia y orgullo son inseparables, ser vanguardia no puede ser instalarse en el victimismo. Ser vanguardia no es lamentarse permanentemente. Ser vanguardia no es limitarse a reaccionar cuando te atacan. Ser vanguardia es más que resistir, aunque resistir ya sea mucho.
Ser vanguardia no es una tarea para pusilánimes. Ser vanguardia es elaborar un programa. Ser vanguardia es encabezar la larga marcha hacia los objetivos fijados. Ser vanguardia es conseguir que los demás secunden. Ser vanguardia es alcanzar la meta y hacerlo junto con todos quienes siguieron.
En Cataluña surgirá el proyecto alternativo de nación española que aglutinará de nuevo a los españoles. Porque España debe seducir a los españoles. Somos los españoles quienes debemos recuperar el orgullo. Un orgullo consciente de su pasado que cuando mire hacia él tenga muy presente cuan alto y cuan bajo ha volado esta nación y por qué. Un orgullo que cuando se proyecte hacia el futuro se base una vez más en la ilusión de hacer algo grande juntos. No un orgullo identitario, sino un orgullo ganado mediante la excelencia. Como durante la transición. Un orgullo liberado de los complejos que el nacionalismo catalán le atribuye: si algún tiempo hubo en el que proclamarse español era sospechoso de franquismo, ese tiempo es ya pasado. Por eso se precisa la interlocución con el resto de españoles: Para fijar un relato del pasado y sobre todo para diseñar un nuevo proyecto para la nación española. Para recuperar el orgullo.
La vanguardia española avanzará orgullosa. Será un camino de años.
¡Un saludo a la vanguardia española!