No sé cómo se lo hicieron mis padres, pero a su muerte nos legaron a mi hermano y a mí una herencia que ha ido de perlas en estos tiempos de crisis y paro. Mi padre era mecánico y fue escalando en la empresa hasta ocupar cargos administrativos en la fase final de su vida laboral. Mi madre, ama de casa.
Consiguieron ahorrar de forma casi milagrosa. Tanto que mi madre, afectada de Alzheimer, pudo pagar 2.300 euros al mes durante un año por vivir en una residencia asistida mientras esperábamos una ayuda de la Ley de Dependencia cuyo primer pago llegó, justamente, pocos días después de morir.
Jordi es una persona digna de admiración porque durante 34 años ha escondido que tenía ese dinero en el extranjero con la angustia de que en cualquier momento podían descubrirlo.
Creo que la herencia no tendría que pasar de padres a hijos. Que si una persona se muere, sus ahorros y propiedades deberían pasar a ser patrimonio público. ¡Un izquierdoso es lo que soy!
Si Florenci Pujol tenía mucho dinero debería haberlo legado a la Administración pública para que financiase escuelas, hospitales y servicios sociales. Por el contrario, los puso en una cuenta secreta en un paraíso fiscal. Según su primogénito, Jordi, lo hizo porque temía que sus nietos no tuviesen suficiente dinero para salir adelante dignamente, ya que pensaba que Jordi tenía la cabeza en otro sitio y no se preocupaba suficientemente de ellos.
Jordi es una persona digna de admiración porque durante 34 años ha escondido que tenía ese dinero en el extranjero con la angustia de que en cualquier momento podían descubrirlo.
Y es que Jordi no era un cualquiera. Era el presidente de un país. Lo fue durante 23 años. Durante esos 23 años era consciente, de día y cuando se iba a dormir, que había periodistas y adversarios políticos que le observaban de cerca y le investigaban a fondo.
Nadie lo atrapó. 34 años después de la muerte de Florenci parecía que estaban a un paso de hacerlo. El asedio fiscal se iba cerrando en torno a él. Más pronto o más tarde se sabría todo. Y Jordi acabó confesando.
Un consejo, si vuestro padre os dice que cuando se muera os dejará unos millones de euros en una cuenta a nombre vuestro en Suiza, decidle que no los querréis. Que tan pronto como podáis disponer del dinero lo declararéis a la Hacienda que sea: catalana, española o europea.
Quizás no llegaréis a presidir ningún país pero dormiréis tranquilos por la noche.