La novedad más destacada, e inesperada, del panorama político catalán ha sido el nacimiento de Societat Civil Catalana (SCC). Los promotores de SCC han sido un grupo de profesionales catalanes de distinta sensibilidad política e identitaria. Conservadores y progresistas. Liberales y socialdemócratas. Federalistas y autonomistas. Catalanistas, españolistas y ciudadanos del mundo. Todos ellos, unidos con tres puntos en común.
El primero: la independencia ni la queremos ni nos conviene. El segundo: la consulta planteada para el dia 9 no sólo no es una expresión democrática, como pretenden sus promotores, sino que, tal y como ha sido planteada y en las condiciones que se viven hoy en Cataluña, se asemeja a los plebiscitos tan queridos por los regimenes autoritarios. El tercero: objetivo, romper la espiral del silencio y el miedo a decir en público lo que se dice en privado.
Acusar a un grupo de personas de ser quintacolumnistas en una televisión pública sin que nadie alce la voz para parar tal desmesura sólo cabe interpretarlo como una invitación a que algún 'patriota' haga 'justicia'
En efecto en Cataluña se vive un ambiente político, tolerado, cuando no impulsado desde el poder, de mobbing político contra el disidente. Una encuesta publicada por El Periódico hace unos meses recogía que existía miedo entre los contrarios a la independencia a expresar sus opiniones en público. Miedo a ser estigmatizado en las redes sociales o en los medios públicos y concertados. Miedo a sufrir represalias en empresas públicas, universidades, hospitales o cualquier entidad dependiente directa o indirectamente de la administración. Miedo a perder contratos con las administraciones públicas o a no recibir subvenciones u otras ayudas públicas. En definitiva miedo a la marginación social ejecutada sistemáticamente por el poder político y sus múltiples tentáculos sociales.
En este ambiente de pensamiento único y de sentimiento gregario, tan parecido al retratado magistralmente en la película alemana La ola, SCC ha sido identificado rápidamente como un enemigo a destruir. Nada puede poner en duda la 'unanimidad del pueblo catalán'.
Como siempre, los hooligans se muestran más papistas que el Papa. Horas después de que el Molt Honorable Artur Mas recibiera a una delegación de SCC presidida por Josep Ramón Bosch, la televisión pública catalana, en su programa estrella de las mañanas, organizó una quema pública de herejes, oficiada por cinco tertulianos entusiastas y una presentadora que jugaba en el mismo equipo. De los diez minutos de impúdico pim, pam , pum, destacó una acusación que no puede ignorarse. La acusación formal de "quintacolumnistas".
Muchos preferimos ser víctimas del macartismo, el gulag o la reeducación maoísta que cómplices activos o pasivos de los excesos del nacionalismo
A los que ya fuimos antiespañoles, integrantes de la conspiración judeomasónica, comunistas, las acusaciones de antipatriotas nos resbalan. Pero acusar a un grupo de personas de ser "quintacolumnistas" en una televisión pública sin que nadie alce la voz para parar tal desmesura sólo cabe interpretarlo como una invitación a que algún 'patriota' haga 'justicia'. Por ello, hago personalmente responsables de lo que pudiera pasar a quienes directa o indirectamente han realizado o no evitado este calificativo y anuncio que ejerceremos las denuncias legales y ante el CAC que creamos oportunas.
Hace unos días, el ex vicepresidente de la Generalitat Carod-Rovira invitaba a la reeducación de los disidentes al calificarlos de enfermos mentales, llenos de autoodio. En la televisión pública se nos acusa de quintacolumnistas. Pues que sepan estos 'patriotas' que muchos preferimos ser víctimas del macartismo, el gulag o la reeducación maoísta que cómplices activos o pasivos de los excesos del nacionalismo o los autoritarismos de derechas o de izquierdas. Lo que realmente es moralmente insoportable es que cuando las aguas vuelvan a su cauce, estos 'patriotas' se escuden para esquivar su responsabilidad en haber sido engañados o en la obediencia debida.
Los que han salvado la dignidad de muchas naciones han sido quienes se han resistido a sumarse a los aquelarres colectivos. Los 'antipatriotas'. Algunos dirán que todo es muy incipiente. Que estamos lejos de otros referentes históricos. Es verdad. Pero más por falta de poder que no de ganas, al menos en algunos. Y acabará produciéndose si permanecemos pasivos y nos arrugamos.