Pensamiento

La fábula del independentista del Barça

9 junio, 2014 14:27

Érase una vez un independentista del Barça.
Sentía los colores de su equipo con pasión.
Creía en una determinada identidad catalana como nación.
Gustaba de ir al Camp Nou a reclamar la separación.
En el minuto 17:14 gritaba: "Independència!", cual canción.
Usaba al Barça como arma política sin contemplación.
Catalanista y culer, se veía a si mismo como un doble campeón.
Un día sobrevino la separación.
Ese día se congratuló y lo celebró con júbilo y emoción.
Poco después descubrió con desazón
que al Barça había lastimado con su acción.
La Liga catalana no era santo de su devoción.
Los jugadores se iban, pues querían más ración.
El Barça caía y caía en eliminación.
El separatista del Barça, entendió finalmente la situación.
Dejó el separatismo y apostó por el Barça y por la unión.

Moraleja: piensa bien en el daño que puedes hacer a las cosas que dices querer y no te sirvas de ellas sin escrúpulos para lograr otro objetivo.

Fábula explicada:

El Barça, un histórico y grandísimo equipo de fútbol, utilizado repetidamente por sus dirigentes, por los políticos catalanistas y por una parte de la afición como arma política. Un equipo secuestrado por una ideología cuya consecución última lo debilitaría hasta quizás acabar con él. Una ideología que se comporta pues como un parásito; aprovechándose de él y creciendo a su costa para en última instancia quitarle la vida.

La separación, con la consecuente Liga catalana, transformaría al Barça en un equipo de segunda división. Al menos en un primer momento. Luego habría que ver si la institución, y con ella todo su imperio, aguantarían tal golpe a medio o largo plazo. Los dirigentes del Barça lo saben y como recogía este medio el pasado miércoles han tenido ya incluso contactos con la Federación Francesa de Fútbol para intentar colarse en ella en caso de separación. La negativa les ha llegado del mismísimo primer ministro francés, Manuel Valls. Es llamativo que aún sabiendo lo que ocurriría con el Barça tras la secesión, sus dirigentes no se opongan públicamente a ella e intenten incluso cosas como esta a la desesperada. Una actitud kamikaze.

El Barça ha sido y es grande jugando la Liga española. Ha sido y es grande jugando contra el Real o el Atlético de Madrid, el Bilbao, el Sevilla o el Valencia. Ha sido y es grande siendo un equipo español. Y dejará de ser grande el día que deje de serlo. El museo del Barça es el más visitado de Barcelona. No es sólo el Barça, es lo que implica para todos los ciudadanos: ¿cuánto afectaría la implosión de la entidad al turismo y a la ciudad?

Que no me digan que siempre podrán llegar a un acuerdo para que el Barça juegue la Liga española. Ya sería el colmo: independientes pero a la carta; el fútbol no, al menos el del fin de semana, ahí si que está bien ser españoles. Pero luego la selección catalana, sí. El placer que sienten algunos pitando el himno de España en la Copa del Rey o desatándose contra el Real Madrid u otros, que no se lo quite nadie. Y no digamos nada del chollo que sería quejarse del maltrato de los árbitros "españoles", el victimismo eterno, como ahora pero mucho más. Eso sí con las banderitas de Cataluña o esteladas que haga falta en la equipación.

En todo caso, lo que le sucedería al Barça es un símbolo de lo que le sucedería a los catalanes con la separación. En el ámbito del deporte, los catalanes nos tendríamos que contentar con un menor nivel deportivo en general. En el político, el poder político catalán tendría mucho más poder que ahora, tendrían un Estado para ellos, sin los contapoderes judiciales, mediáticos o políticos compartidos hoy con el resto de españoles. Concentración de poder que obviamente no beneficiaría a la sociedad catalana, a su democracia.

La Cámara de Comercio de Barcelona ha publicado recientemente un estudio en el que expone que Cataluña saldría perjudicada económicamente en caso de separarse, más perjudicada que el resto de España. Y eso que ni siquiera tuvo en cuenta la hipótesis de la salida de Cataluña de la Unión Europea en su investigación. No es el primer estudio que alerta de que las cosas no irían precisamente mejor en caso de separación. No deja de ser interesante ver también como casi ninguna agrupación empresarial la defiende.

Tristemente, lo más probable es que en cualquier caso nadie se haga finalmente responsable de las consecuencias de sus actos. De hecho, de eso se trata. La culpa es y será, cómo no, de "España".