Hace más de dos años escribí estas palabras: "¿Más Europa? ¿Más poder para Bruselas? ¿Más pérdida de soberanía nacional? Ante todo, yo empezaría diciendo que eso de la soberanía nacional es un mito, y mucho más en la era de la globalización. Hace mucho tiempo que hemos perdido la soberanía nacional en muchos campos: en el campo monetario, en el económico, en el militar, en el medioambiental, en el comercial, en el agrícola, etc. Incluso frente a la gran banca española –no hablemos de la gran banca internacional- ¿somos acaso soberanos los españoles? Preguntémoselo a Berlusconi y a Zapatero si ellos, elegidos democráticamente por sus respectivos pueblos, fueron soberanos o tuvieron que doblegarse. Si tenemos que decir esto de los gobiernos nacionales, que se lo piensen muy mucho los gobiernos autonómicos".
No creemos fantasmas y echemos la culpa a los antieuropeos. La culpa la tendrán los que nos han gobernado. Sin embargo no he visto hasta ahora a ningún partido que haya entonado el mea culpa
Estas palabras tienen hoy la misma o mayor actualidad, pero la situación ha empeorado en estos dos años. Los españoles hemos pasado de ser uno de los países más europeístas a ser uno de los países más escépticos frente a la idea de Europa, y conviene que nos preguntemos por qué. Mientras los partidos políticos no quieran reconocer por qué el ciudadano medio no piensa ir a votar el día 25, es inútil que pretendan engañarle alegando "que viene el coco de los antieuropeos".
¿A qué se debe esta desafección de los españoles por la Unión Europea? Los partidos que nos han estado gobernando en España, que son los mismos que nos han estado gobernando en Europa, alguna responsabilidad sí que han de tener, ¿no? Cuando en un partido de fútbol está perdiendo el equipo local, no echamos la culpa al equipo contrario de que nos esté ganando. La culpa la tendrá el equipo local que juega peor que el equipo contrario. No creemos fantasmas y echemos la culpa a los antieuropeos. La culpa la tendrán los que nos han gobernado. Sin embargo no he visto hasta ahora a ningún partido que haya entonado el mea culpa. Todos lo han hecho bien, así piensan, y lo van a seguir haciendo igual. Por ese camino no convencerán a nadie de que se acerque a las urnas.
Si al menos se preguntaran qué es lo que hemos hecho mal. Creo que nunca una persona es más alta y más digna que cuando se postra libremente de rodillas. Los ciudadanos sabemos apreciar estos gestos. Pero "sin arrepentimiento no hay perdón". No pido a los partidos que no han estado representados en el Parlamento Europeo o que no han tenido responsabilidad de gobierno aquí en España que se disculpen, pues no tienen ninguna responsabilidad, pero sí a todos los demás, si quieren que los ciudadanos españoles se acerquen a las urnas.
Si decimos que sin arrepentimiento no hay perdón, tampoco puede haber perdón cuando se roba y no se devuelve lo robado. Cuando se trata de un robo de millones en el que está implicado un partido político, no basta con ir a la cárcel, ni mucho menos decir "ha prescrito". Estos casos de corrupción no deberían prescribir nunca y, de hecho, ante la mentalidad de la gente no prescriben. Si no hay devolución de lo robado, no hay tampoco arrepentimiento y sin arrepentimiento no puede haber perdón. El paso del tiempo podrá borrar muchas cosas, pero será siempre una herida mal curada, que permanecerá mucho tiempo en el inconsciente colectivo. Que no busquen los partidos políticos a los culpables del absentismo. Basta con que se miren a sí mismos.
Políticos, queréis una Europa más democrática. Muy bien. Pero, ¿qué democracia tenéis en vuestros partidos? ¿Hay respeto a las minorías dentro de vuestro partido? ¿No tenéis clientelismo ni favoritismo? ¿Qué austeridad es la vuestra?
No, no va a ser nada fácil que el ciudadano vuelva a tener confianza en los políticos y vuelva a votar ilusionado en unas elecciones al Parlamento Europeo. ¿Lo lograrán las otras formaciones que no tienen responsabilidad política o que se presentan por primera vez a estas elecciones? Todo dependerá de la seriedad de sus propuestas y de sus programas. Decir que queremos una Europa más democrática o una Europa de los ciudadanos puede sonar muy bonito, pero no es suficiente, porque el ciudadano espera propuestas prácticas. Tampoco sería suficiente que prometan que van a exigir bajar los sueldos de los eurodiputados o suprimir los gastos inútiles, porque estas promesas son muy etéreas. Una propuestas concreta sería, por ejemplo: supresión de las embajadas de las regiones y de los Estados miembros, pues ya están las embajadas de la Unión Europea. Otro ejemplo concreto, elección directa del presidente de la UE por todos los ciudadanos de la UE. Otro ejemplo sería la supresión del 95% o de la totalidad de los gastos de las campañas electorales al Parlamento Europeo, pues son gastos inútiles que se pueden suplir con las medios de comunicación públicos que tienen todos los Estados miembros. Estas medidas concretas pueden resultar interesantes y necesarias, pero tampoco serán suficientes para ilusionar a los ciudadanos.
En estos momentos viene a mi mente el proverbio latino "Medice, cura te ipsum". Médico, cúrate a ti mismo. Yo quisiera que se lo aplicaran los nuevos partidos, pues los antiguos ya están demasiado viciados con malos hábitos difíciles de desarraigar. Políticos, queréis una Europa más democrática. Muy bien. Pero, ¿qué democracia tenéis en vuestros partidos? ¿Hay respeto a las minorías dentro de vuestro partido? Lo que da calidad a la democracia es eso: el respecto a las minorías y la igualdad de todos. ¿No tenéis clientelismo ni favoritismo? Estáis exigiendo austeridad a millones de ciudadanos, ¿qué austeridad es la vuestra? ¿Cuánto millones estáis gastando en propaganda electoral? ¿Os vamos a tener que seguir subvencionando todos? Y, ¿por cuánto tiempo? ¿No creéis que se deberían suprimir casi todos estos gastos inútiles y las subvenciones públicas?
La afluencia a las urnas el próximo día 25 depende de todos. Frente a la mala calidad democrática de nuestro país, no pedimos que vuelva la dictadura. Frente a la Unión Europea actual, no podemos decir "volvamos a los nacionalismos de los Estados". Ir contra la marcha de la historia es estar condenado al fracaso. Queremos otra Europa, y por esa Europa queremos luchar y queremos votar. Digamos, como en su día dijeron los gallegos: "si no votamos, no os botamos".