Usamos símbolos para comunicarnos. Nos expresamos a través de ellos. El Pi de les tres branques no es un árbol, es un mensaje. Quien lo ha destruido ha querido destruir ese mensaje. Esto es inaceptable. Es un ataque a la libertad de expresión, pilar de la democracia. En conclusión, es un ataque a la democracia.
¿En esas estamos ya? Un debate político acalorado que se desarrolla sobre un trasfondo que ofrece el riesgo de fracturar la sociedad por líneas étnicas puede llegar a puntos de inflexión hacia la violencia
Quiero suponer que los que llevaron la motosierra no eran enteramente conscientes de estas implicaciones, y por eso las expreso con tanta claridad. Para convencerlos. Hasta me da igual qué los motivó. Me importa que sepan que así no se debate en democracia. Porque se debate, no se destruye.
Hay muy pocos límites al derecho de expresión. Estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en que el símbolo, el mensaje del Pi de les tres branques, no superaba ninguno de esos límites. Serrarlo sí lo hizo. Serrarlo también es un mensaje: no os dejo hablar.
¿En esas estamos ya? Un debate político acalorado que se desarrolla sobre un trasfondo que ofrece el riesgo de fracturar la sociedad por líneas étnicas puede llegar a puntos de inflexión hacia la violencia. No sé si este acontecimiento es uno de ellos, o si lo es la agresión a Pere Navarro. Ni muchísimo menos quiero entrar en una dinámica de debatir cuál fue el primero.
Incluso creo que ahora no podemos saber si se trata de tales puntos de inflexión, sería algo que se mostraría más adelante. Lo que quiero expresar es mi esperanza de que no lo sean. Espero que sean puntos de reflexión, en los que nos damos cuenta de que por estos derroteros no queremos que se desarolle un conflicto político. Debate, por favor. Debate duro, acaso, con salidas de tono y lo que sea. Pero con palabras. Y con símbolos. Con la libertad de expresión por delante.
La libertad del otro es mi libertad.