"La paradoja Global". Así definía John Naisbitt, en su obra con el mismo nombre, cómo las telecomunicaciones iban a cambiar el mundo gracias, no a los grandes monstruos mediáticos o económicos, sino precisamente a los actores más pequeños. Juan Carlos Girauta recogía hace poco en un discurso este libro de cabecera de todos los que nos dedicamos a la comunicación, explicando que fue en él donde leyó por primera vez un término desconocido a principios de los 90: Internet. Este monstruo comunicativo que no entiende ni de límites ni de fronteras se ha convertido en el aliado de muchos pequeños actores, que decía Naisbitt, entre ellos, los nuevos partidos políticos y movimientos sociales, que ante la censura y el bloqueo de los canales tradicionales de comunicación han encontrado en la red y sus redes la vía idónea para comunicarse.
¿Para qué necesita un monstruo mediático como el nacionalismo catalán una página web impulsada por el Gobierno de la Generalidad?
Pero ¿para qué necesita un monstruo mediático como el nacionalismo catalán una página web impulsada por el Gobierno de la Generalidad? ¿No basta con una televisión pública y privada a su servicio? No, porque hay una "demanda internacional continua" contestó rápidamente Homs. ¿Pero no había un apoyo internacional incondicional? ¿No eran el New York Times y el Washington Post más contundentes que la propia La Vanguardia con el 'procés'? Por lo visto no. Resulta ser que el fuelle internacional cada vez pierde más aire y que hermetizar mediáticamente a una Comunidad Autónoma no es suficiente para mantener las mentes erógenas lo suficientemente excitadas.
Sin duda, no es casualidad que, ante las recientes declaraciones de los mandamases de Europa alertando de la salida de una hipotética Cataluña secesionada y a pocos días del inicio de la campaña de las elecciones europeas, la Generalidad meta su último cartucho mediático en la recámara desembarcando en el océano de internet con un portal plagado de adoctrinamiento donde ni los propios separatistas se ven reflejados. Una manipulación que comienza en el propio dominio escogido, cataloniavotes.eu -ahora el '.cat' no interesa-, como si Cataluña fuese una región no democrática regida por la ley de la selva en la que los catalanes no hemos hecho nunca el ejercicio de meter una papeleta en una urna. ¿De dónde sale entonces el President of Catalonia que muestran a todo color en su home page? Que yo sepa de unas urnas. De las mismas, por cierto, que debería volver a desempolvar para que los catalanes votemos, no en cajas de cartón, sino en las únicas urnas que caben en democracia, las que recaudan los votos de unas elecciones constitucionales. Porque yo no seré cómplice de un referéndum ilegal, ni votando 'sí', ni votando 'no'.
Así es el nacionalismo, reactivo, una expresión siempre contraria a algo y a alguien
Hablando de referéndum, bajo el cebo "Why a referendum?" una nueva pestaña abre con la frase (traduzco) "Cataluña siempre ha tenido una cultura y un lenguaje distinto y un fuerte deseo de autogobernarse". ¿Una cultura distinta a qué? Al resto de España, me imagino. Así es el nacionalismo, reactivo, una expresión siempre contraria a algo y a alguien. Y lo de "siempre", que yo sepa, en el 78 aceptaron las reglas del juego con los brazos abiertos, y aun así la Constitución la convirtió en una de las regiones con más autogobierno de Europa. Por si no era suficiente, continúa: "Cataluña perdió su independencia en 1714". No me extenderé en esta cuestión, afortunadamente, la historia es una ciencia y en Europa también hay historiadores ingleses, alemanes y franceses. Por cierto, las lenguas a las que está traducida la página. He aquí otra paradoja, revestir de internacional y de europeo una ideología retrógrada y obsoleta modernizando un discurso de otra época, para después traducir a varias lenguas un mensaje que lo que pretende es precisamente levantar nuevas fronteras entre nuestros vecinos franceses, ingleses y alemanes.
Sin embargo, cuando hablan del "This is Catalonia" se les escapan unos cuadros de Miró y unas estatuas de Dalí. Al Sant Jordi lo llaman "The catalán Valentine's day". Ya saben, por aquello de San Jorge y porque es de las pocas cosas en Cataluña que todavía el nacionalismo no ha conseguido secuestrar. Precisamente la fiesta que parte de una fábula de dragones y caballeros es más real que un tricentenario adaptado a los nuevos vientos. Lo único cien por cien objetivo: un contador que cuenta los minutos, horas y días que quedan para el 9 de Noviembre, como si se tratase de una bomba de relojería que ni siquiera el propio Mas puede desactivar.
Naisbitt decía que el objetivo de los nuevos actores mediáticos sería "convivir y prosperar". Me imagino que obviaba que los nacionalismos también utilizarían internet. A lo mejor tiene razón Paul Calver y el oasis mediático catalán estaba incompleto: "La televisión te lava el cerebro e Internet elimina toda resistencia del pasado". Pues eso.