Pensamiento
Ni catalán, ni español
El Centro de Estudios de Opinión de la Generalidad, lo sé, no es nada fiable. Pocos centros de estas características han cometido errores tan espectaculares como el CEO cuando veía a CiU a un paso de la mayoría absoluta en las últimas elecciones autonómicas y, al final, las urnas le quitaron una docena de diputados a la coalición que dirige Artur Mas.
Pero es de suponer que no engañará demasiado (voluntariamente o no) a la hora de procesar los datos sobre el sentimiento de pertenencia de la gente. En todo caso, sus cifras indican lo siguiente: en 2009, un 19,1% de las personas encuestadas en Cataluña se sentían "solo catalanes". Tres años más tarde, este porcentaje había crecido 10,5 puntos. En 2009, el 25,6% de los encuestados se consideraban "más catalanes que españoles". En 2012, ya eran el 28,7%. En cambio, el número de ciudadanas y ciudadanos que se sentían "tan catalanes como españoles" había descendido en más de siete puntos (del 42,7% al 35%). Los "más españoles que catalanes" habían pasado de un 4,5% a un 2,5% y los "solo españoles", de un 5,7% a un 2%. Un 0,7% no sabía contestar a la pregunta y un 1,6%, simplemente, pasaba de hacerlo.
En junio de 2013, la población seguía cambiando, según el CEO. Los "solo catalanes" eran ya el 31%. Los "más catalanes que españoles" habían bajado 3 puntos. Los que se sentían "tan catalanes como españoles" o "más españoles que catalanes" apenas habían fluctuado. En cambio los "solo españoles" casi que se habían duplicado. Los "no sabe, no contesta o no quiere contestar" estaban más o menos estabilizados.
Me di cuenta de que, a estas alturas del "proceso", no me siento nada. Ni catalán ni español
Una primera conclusión es que el sentimiento de identidad es un factor que oscila con el paso del tiempo. Un año nos podemos sentir "tan catalanes como españoles" y al año siguiente igual nos hemos pasado al bando de los "solo catalanes". En un momento dado, podemos sentirnos "más españoles que catalanes" pero al rato igual consideramos que somos tanto una cosa como la otra, o vete a saber si no hemos hecho el salto al catalanismo exclusivo olvidándonos de veleidades anteriores.
Hace unos días, rellené una encuesta sobre mis opiniones en relación a la construcción de "Barcelona World" en tierras tarraconenses. Se me preguntaba sobre mi sentimiento de pertenencia. Y me di cuenta de que, a estas alturas del "proceso", no me siento nada. Ni catalán ni español. El debate ha podido con mi adscripción sentimental.
No me siento nada. Por lo menos, nada que utilice sólo los sentimientos "catalán" y "español" en sus variadas combinaciones. El caso es que no había ninguna casilla que reflejase mi sentir en aquella encuesta. No es que no supiese qué contestar o que no quisiera hacerlo. Es que la casilla "ni catalán ni español" no estaba. Y extranjero tampoco lo soy, porque nací en la calle Robador, en Barcelona. De lo cual ni me enorgullezco ni me avergüenzo.