Esta expresión me ha perseguido a lo largo de mi vida, con un período especialmente álgido cuando hice la mili en Zaragoza. No sé exactamente qué se esperaban mis interlocutores españoles al hablar con un "cabo de la Policia Militar" (¡todos tenemos un pasado, no lo olvidéis!) nacido en Barcelona.
Quizás se esperaban encontrar con una persona avara, aburrida, engreída, que bailaba sardanas y hablaba siempre en catalán. O todo a la vez o solo alguna de esas características. El caso es que, a menudo, me soltaban esta expresión. Como diciendo "es catalán pero es buen chaval".
Treinta años más tarde ahora vivo una realidad invertida. Hay bastante gente que me dice que no parezco catalán, pero no porque sea "majo" sino porque no comulgo del entusiasmo independentista
Aquellos traumas juveniles seguro que me han marcado. Especialmente cuando en aquella época, y vestido de militar en Zaragoza, ya me sentía más a gusto hablando con un madrileño que estudiaba sociología en Baltimore que con un payés catalán de Lérida. Y no lo interpretéis como una manifestación elitista, porque vengo de familia campesina por parte de madre.
Treinta años más tarde ahora vivo una realidad invertida. Hay bastante gente que me dice que no parezco catalán, pero no porque sea "majo" sino porque no comulgo del entusiasmo independentista. Ahora son muchos los catalanes que no saben ubicarme. Son los que se extrañan cuando conocen personas nacidas en España simpáticas, divertidas, inteligentes, dialogantes y nada patrioteras. "Es majo. No parece español", vienen a decir.
De mi etapa militar también recuerdo una expresión que siempre me desconcertaba. Era cuando se hablaba de personas "bien nacidas" o "mal nacidas". En castellano me sonaba raro. En cambio, en catalán estaba acostumbrado. Hablo con normalidad de gente "benparida" o "malparida".
En todo caso, ya hace mucho que me esfuerzo más por ser "majo" o "benparit" que por aparentar o ser catalán o español.