Leyendo el libro Fulgor y sombras del socialismo en España (Edcs. La Lluvia), del profesor José Antonio González Casanova, encontré muy interesante uno de sus artículos recopilados. Me refiero a "La izquierda, incomunicada", publicado en El Periódico el año 1984. En concreto, les diré que subrayé entero el siguiente párrafo: "En Cataluña se produce además el fenómeno de que la inmensa mayoría de la prensa es, a la vez, progubernamental de aquí y antigubernamental de allá, de una forma poco menos que constante y al margen de la objetividad y del pluralismo invocados". Estas líneas hablan por sí solas, son de sobras elocuentes y ni más ni menos fueron escritas hace treinta años.
El resultado de estas distorsiones y prejuicios, así como de la falta de pericia lectora, es una opinión pública empobrecida y vulnerable ante los impostores, muy por debajo del nivel que podría tener
Hay cosas que son de Pero Grullo, pero es una lástima que no se lea suficientemente bien, que no se insista lo necesario en resaltar lo importante y que, de este modo, no se saquen las consecuencias inmediatas que se derivan de ello. Se puede hablar de una doble moral, de un doble rasero. El resultado de estas distorsiones y prejuicios, así como de la falta de pericia lectora, es una opinión pública empobrecida y vulnerable ante los impostores, muy por debajo del nivel que podría tener.
Permítanme ahora que les dé una información histórica. Sucedió en noviembre de 1931, poco más de medio año después de proclamada la II República. El consejero de Fomento y Agricultura de la Generalidad tuvo que dimitir por unas palabras que a Francesc Macià, presidente de la Generalidad, y a su círculo más estrecho, le parecieron intolerables. Había declarado a una publicación socialista madrileña que en Cataluña la cuestión del Estatuto no interesaba mucho y que lo que verdaderamente importaba era la República; la verdad es que unos dos meses atrás se había depositado el texto del Estatuto en el Congreso, tras una "peregrinación" enfervorizada y multitudinaria.
Un diario debería servir para elevar el nivel de verdad y de valor de una sociedad. Podríamos apostillar ahora el sentido de autoridad que genera el comunicar claridad y orientar desde la verdad objetiva
Este consejero era Salvador Vidal i Rossell, quien con posterioridad sería uno de los fundadores del PSUC, partido que abandonó de modo fulminante, para volver al PSOE, tras el pacto nazi-soviético de 1939. En la rueda de prensa posterior a su cese manifestó: "Se ha dicho que somos enemigos de Cataluña y esto es completamente inexacto. A nosotros no nos da miedo ni la autonomía ni el separatismo. Lo que no admitimos son las medias tintas. El socialismo es internacionalista y Cataluña nos merecerá las mismas atenciones dentro de España que fuera de España". Sobre Macià declaró: "Personalmente lo quiero y lo venero. Es un hombre bondadoso, todo corazón, de temple admirable, con quien da gusto discutir (…) pero el Gobierno de la Generalidad es un gobierno excesivamente personal. Se sostiene el criterio de que atacar a un hombre es atacar a Cataluña y así no hay nada que hacer". ¿Les suena? Y esto pasó hace más de ochenta años. ¡Qué pena, qué intolerable trampa! ¡Cuánta docilidad! ¿Dónde está la personalidad y el espíritu libre y rebelde; se aprenderá alguna vez a ser firme, coherente y directo? No sé, fíjense cómo hoy se aceptan sumisamente expresiones pomposas como la "izquierda abertzale"; fuerza que yo no veo de izquierda ni de extrema izquierda sino de extremo interés para romper, todo lo que haga falta para otros.
Un diario debería servir para elevar el nivel de verdad y de valor de una sociedad. El nuestro, hecho en Cataluña para todos, es hoy por hoy un ariete de libertad e independencia. Decía Eugenio d’Ors que quien oía las palpitaciones del tiempo era periodista supremo. Y en una de sus glosas, trataba el papel de los diarios y solicitaba: "Director de periódico, piensa siempre que el número que compones puede caer en manos de un prisionero, de un enfermo o de un pobre, que sólo tenga eso". Podríamos apostillar ahora el sentido de autoridad que genera el comunicar claridad y orientar desde la verdad objetiva.