Los ideólogos del soberanismo siguen sin ganar la gran batalla pero han tenido un gran éxito en las escaramuzas previas. UDC ya es un partido en el que su dirección tiene poco que ver con sus bases. Mientras Duran critica con acritud las veleidades independentistas del Govern, la gran mayoría de sus militantes se han subido en la cresta de la ola separatista.
El gran éxito del núcleo duro de CDC es la eliminación del socialismo catalán como alternativa
ICV mantiene prietas las filas aunque ha variado su eje político hacia el soberanismo. El delicado equilibrio entre federalistas e independentistas se mantendrá mientras no tengan que decidir qué votarán en la consulta. Así, no extraña que su líder, Joan Herrera, confíe en la no celebración del referéndum. Los pocos que han osado a plantarle cara se han refugiado en Federalistes d'Esquerres porque se niegan a ser la muleta que justifique un proceso separatista.
Pero, sin duda, el gran éxito del núcleo duro de CDC es la eliminación del socialismo catalán como alternativa. Tras el desastre electoral en el que CiU perdió 12 diputados autonómicos, algunas voces en la dirección nacionalista propusieron tender puentes con el PSC. No se salieron con la suya. Se impusieron los que planteaban unidad de acción con ERC. El primer objetivo era eliminar y lapidar al PSC. Lo han conseguido.
Los socialistas catalanes se han sometido a un suicidio colectivo. La dirección de Pere Navarro ha dado tantos bandazos que ha dejado en fuera de juego a propios y extraños. Le ha faltado criterio político, y tacto interno, para evitar que la fractura se ampliara. Por su parte, los díscolos han tensado la cuerda amparados por la propaganda mediática en la que si apuestas por el derecho a decidir eres un patriota con derecho a todo. Si criticas el proceso soberanista eres un paria que no tienes derecho a nada. Así, los diferentes grupos disidentes plantearon una ecuación imposible: unidad del partido a cambio de asumir las tesis de la minoría.
Con un discurso nacionalista, Avancem, y los otros grupos disidentes, están dando pasos para provocar una escisión en el PSC en el que quieren aparecer como víctimas cuando son traidores
Con un discurso nacionalista, Avancem, y los otros grupos disidentes, están dando pasos para provocar una escisión en el PSC en el que quieren aparecer como víctimas cuando son traidores. Traidores a la mayoría de un partido que, ciertamente, está en horas bajas y tiene una dirección que no se merecen los miles de electores que huyen en desbandada desencantados. Su último movimiento es constituirse en una plataforma socialista al margen del PSC. En sus cuentas, las elecciones se adelantarán a noviembre y quieren estar preparados para plantear a ICV una alianza de izquierdas, aunque algunos siguen haciéndose carantoñas con CDC. Mientras, la dirección socialista no sabe, no contesta. Una pena. En poco más de un año han sido incapaces de parar esta crónica de una muerte anunciada. No han tenido arrestos de plantar cara con firmeza y coherencia. Quizás ha llegado el momento de que unos se vayan. Los que se queden deberían poner orden y concierto. Y Navarro no puede llevar la batuta. Es la hora de la refundación.