El combate por los valores ha llegado al punto de afectar a una cuestión tan esencial como el derecho al aborto, que hasta ahora había sido objeto de consenso entre la izquierda y la derecha republicanas [en Francia].
No fue la derecha republicana, sino la derecha pétainista, la que desfiló el domingo pasado [el 19 de enero por París]. Una concentración que congregó entre 16.000 y 40.000 manifestantes contra el aborto y la eutanasia. Estaban los habituales: las redes integristas, realistas [por la restauración de la Monarquía en Francia], el Frente Nacional tendencia católica, representado por Bruno Gollnisch, y por supuesto Christine Boutin [presidenta del Partido Cristiano-Demócrata] y sus redes de Alliance Vita.
El Gobierno conservador de Mariano Rajoy tiene dos obsesiones: asfixiar la economía a golpe de austeridad y votar leyes liberticidas contra la libertad de expresión o el aborto
No llegaron a ser las multitudes que se congregaron contra el "matrimonio para todos", pero, así y todo, las filas de los radicales autodenominados "pro-vida" han crecido de forma incontestable. Sus organizadores han sentido a su favor el viento de la reacción que sopla en España, cuyos colores brandían los manifestantes.
La verdad es que tienen de qué alegrarse... En un país [España] presa de una de las peores crisis económicas, en un momento en que el paro masivo se dispara, en que hay familias que son expulsadas de sus viviendas todos los días y la pobreza se extiende... el Gobierno conservador de Mariano Rajoy tiene dos obsesiones: asfixiar la economía a golpe de austeridad y votar leyes liberticidas contra la libertad de expresión o el aborto. Un símbolo de los tiempos, del que sin duda no hemos tomado nota suficientemente.
Este retorno al pasado no está en la agenda política de Francia, donde, por el contrario, se tramita un proyecto de ley que reafirma la igualdad entre hombres y mujeres. Una obra inmensa propuesta por la ministra encargada de los derechos de las mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, ya examinada por el Senado. El proyecto afecta a todos los sectores: ámbito profesional, permiso de maternidad, violencia doméstica, matrimonios forzados, etc. Su avance más simbólico es el relativo a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), que deja de ser tolerada "en caso de peligro" [cas de détresse], para ser considerada a partir de ahora un derecho de la mujer, si ésta "no quiere continuar con el embarazo".
Este simple tránsito desde la tolerancia, ligada al sentimiento de culpabilidad, hasta la afirmación de un derecho, ha provocado una afligida reacción de François Fillon, que habló de una falta "moral y política". Una reacción que resulta indicativa del endurecimiento moralista que sufre la UMP, cada vez más sensible a lo que en Estados Unidos se denomina la "derecha religiosa".
Varios diputados de la UMP han planteado una enmienda para cancelar el reembolso del aborto, cuando éste no se dé "en caso de peligro". Algo que, hasta ahora, sólo estaba en el programa del Frente Nacional...
Durante la campaña presidencial, recuerden, Marion Maréchal-Le Pen[nieta de Jean Marie Le Pen y candidata, ahora diputada FN, por Vaucluse] explicaba que no correspondía "al Estado reparar las distracciones de las mujeres". Con motivo del mencionado proyecto de ley sobre la igualdad entre hombres y mujeres, Maréchal-Le Pen redactó una enmienda esencial que exige que las extranjeras víctimas de violencia paguen un timbre fiscal. Y la verdad es que es importante, ¡no vaya a ser que una mujer apaleada se sienta cómoda en la República!
Uno podría sonreírse si François Hollande no hubiera dado un paso en su dirección, la de los católicos conservadores, al meter en el mismo saco actos anti-judíos; actos anti-musulmanes y actos anti-cristianos...
Jacques Bompard, que se sitúa en la derecha del Frente Nacional, va incluso más allá. Ha planteado una enmienda que exige privar de su nacionalidad a "toda persona culpable de haber contraído un matrimonio forzado", es decir, tanto al verdugo como a su víctima; algo que incitará a las mujeres atrapadas en un matrimonio a la fuerza a seguir casadas, por miedo a perder su nacionalidad... el mismo diputado pretende penalizar a aquellos que inciten a una mujer a practicar una IVE, que califica de "infanticidio prenatal" en la motivación de su enmienda. Todo ello, en nombre de la "dignidad de la mujer", por supuesto.
Estas enmiendas no tienen, por supuesto, ninguna posibilidad de ser aprobadas. En cambio, la presión se ha intensificado en las vísperas de la visita del Presidente de la República al Vaticano [que se produjo el pasado 24 de enero].
Una petición solicita al Papa que denuncie lo que califica de "atentados mayores contra los derechos fundamentales de la persona humana". Algo que incluye tanto el "matrimonio para todos", que ha sido recientemente aprobado, como la reproducción asistida [procréation médicalement assistée, PMA] y la gestación subrogada [géstation pour autrui, GPA], que no lo han sido; la investigación con embriones y lo que denominan "gender", es decir la noción de que los conceptos de masculinidad y feminidad están influidos por construcciones culturales... Una gran confusión que ha recogido 85.000 firmas.
Uno podría sonreírse si François Hollande no hubiera dado un paso en su dirección, la de los católicos conservadores, la semana pasada [del 13 al 19 de enero], durante una conferencia de prensa de alto riesgo [del 14 de enero], al meter en el mismo saco actos anti-judíos como las declaraciones negacionistas, incitadoras de odio, de Dieudonné; actos anti-musulmanes como los insultos racistas inscritos en las paredes de las mezquitas y actos anti-cristianos... En este último caso, habría podido citar ejemplos de vandalismo -algo en lo que todo el mundo habría estado de acuerdo-, pero no; se refirió a la irrupción de una FEMEN en la iglesia de la Madeleine: una acción de protesta contra las presiones de la Iglesia católica contra el derecho al aborto, calificada [por Hollande] de "exhibición que hiere la conciencia de los creyentes". Lo que equivale a poner en el mismo plano declaraciones efectivamente racistas y una acción blasfema. Huelga decir que esto no presagia nada bueno en vísperas de su visita al Vaticano.
Una de dos. O bien Hollande escoge efectivamente separar lo privado de lo político, y hará en esta ocasión un discurso correspondiente a un jefe de Estado que se dirige a otro jefe de Estado. En este caso, debería asumir valores como el "matrimonio para todos", la igualdad entre hombres y mujeres y el derecho al aborto... Debería mencionar también el peligro que pesa sobre el derecho al aborto en España a causa de la Iglesia católica.
O bien el presidente Hollande va con perfil bajo y dará la impresión de ir para hacerse perdonar una falta, casi un pecado; lo que le impedirá marcar la diferencia con el discurso de su predecesor: el famoso Discurso de Letran, en el que Nicolas Sarkozy sorprendió al predicar la "laicidad positiva" y proclamar la superioridad del pastor sobre el maestro...
Sería una verdadera ocasión perdida. Por eso, François Hollande debe escoger a quién se quiere dirigir: ¿a los feministas, a los laicos o a los católicos conservadores? Desgraciadamente para él, en este asunto, la síntesis es difícilmente posible.
[Artículo traducido por Juan Antonio Cordero Fuertes, publicado en la versión francesa de The Huffington Post y reproducido en CRÓNICA GLOBAL con autorización]