Hasta hace muy poco, todo eran elogios desde el sector independentista catalán hacia la actitud del Gobierno de David Cameron hacia la petición del Gobierno escocés de hacer un referéndum sobre la separación de Escocia del Reino Unido. Cameron ha aceptado la celebración del referéndum mientras que el presidente español, Mariano Rajoy, se ha hecho el loco ante la petición del Gobierno autonómico catalán.
En las últimas fechas, sin embargo, la actitud simpática del Gobierno británico ha ido cambiado. Además de cambiar, cambiaron, a primeros de octubre, al ministro para Escocia, Michael Moore, por Alistair Carmichael. Moore era considerado un "blando" en la oposición a la campaña independentista escocesa mientras que Carmichael ha tardado poco a enseñar las zarpas.
Mucho fair play y mucha mano izquierda, pero a la hora de la verdad los ingleses también saben tener malas pulgas
Una cosa es que el Gobierno de Cameron haya sido más receptivo a la petición de secesión escocesa que el de Rajoy a la de Cataluña y otra que ni el uno ni el otro tengan nada de ganas que estas escisiones se acaben consumando.
Por eso, es de prever que, sin llegar a los extremos del cierre en banda del Gobierno español, el británico juegue cada vez más fuerte a medida que se acerca el referéndum de independencia escocés.
De momento, los dos gobiernos ya insisten en que las separaciones escocesa y catalana les supondría quedar fuera de la Unión Europea. El Gobierno escocés quiere continuar usando la libra esterlina y el de David Cameron puede amenazar con ponerle trabas. Queda menos de un año para el referéndum escocés y veo que esta no será la única amenaza a la que tendrán que hacer frente los independentistas escoceses.
Mucho fair play y mucha mano izquierda, pero a la hora de la verdad los ingleses también saben tener malas pulgas. ¡Al tiempo!