Este 2 de noviembre se han cumplido 300 años de la muerte de Francesc Macià, homónimo del primer presidente de la Generalidad en el siglo XX. Había nacido 55 años antes en Roda de Ter, a unos siete kilómetros de Vic. Pertenecía a una familia de transportistas acaudalados y se casó con sólo catorce años de edad. Su mujer -dos años mayor que él- fue Maria Anna Bach, y desde entonces él sería conocido como Bach de Roda (según la grafía de la época). Hoy, el nombre Bac de Roda es bien visible en Barcelona, donde se llama de este modo una calle, un puente y una estación de metro, así como un complejo deportivo municipal y un colegio público. ¿Pero qué hizo de relieve para tener renombre y por qué lo guarda en nuestro tiempo?
Bac de Roda tomó armas ocasionalmente, y se distinguió en esa actividad. Llegó a coronel de los miquelets, una milicia no profesional reclutada por las diputaciones para reforzar las tropas regulares. Este coronel Macià fue traicionado por su amigo Josep Riera de Vallfogona, y ahorcado públicamente a los tres días de su detención. Una muerte impactante. Cabe señalar que en 1701, a los dos meses de morir Carlos II, el Hechizado, entró en Madrid como Rey de España Felipe de Borbón, con sólo 17 años de edad. Y que el virrey de Cataluña recién destituido tenía amistad con Bac de Roda y le comunicó por escrito que quería verlo antes de ir al destierro. Dos años más tarde, en Viena, se proclamó Rey de España Carlos de Habsburgo, de 18 años de edad (niñatos los dos y peones de brega de poderosos intereses).
Los franquistas, que destrozaron la lápida colocada en 1914, en la Rambla de Vic, eran, además de antiliberales y nacionalistas, un hatajo de ignorantes y sandios
Estaba servido un gravísimo conflicto de imperialismos que ultrapasaba lo meramente español. En él fue fundamental Luis XIV -Rey de Francia durante 72 años, y que además de ser abuelo de Felipe V, fue yerno de Felipe IV y nieto de Felipe III-. El 12 de octubre de 1711, una fecha olvidada, el archiduque Carlos fue nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y renunció al trono antes deseado. Sin embargo, la guerra proseguiría en España casi tres años más.
La aureola de Bac de Roda, de quien no se conoce ningún delito, se formó a partir del romancero catalán, recopilado a finales del siglo XIX. En una canción, el propio Bac de Roda decía que no le mataban por traidor, ni por ladrón, sino por una palabra "que viviera toda la patria". Los catalanes rebeldes luchaban por una España libre, por lo regne, y al mismo tiempo por sus propias leyes, por "conservar intactos e ilesos sus antiguos privilegios" (como se dice en un artículo del Tratado de Utrecht, en 1713). Pero hace un siglo, en una interpretación posterior de ese viva la patria, se decidió que Bac de Roda había sido un mártir de las libertades de Cataluña.
Desde entonces se le homenajea cada víspera del 11 de septiembre con una ofrenda floral en el lugar donde se instaló su cadalso, con discursos y bailes de bastones; con la excepción de los años de dictadura en España. Los franquistas, que destrozaron la lápida colocada en 1914, en la Rambla de Vic, eran, además de antiliberales y nacionalistas, un hatajo de ignorantes y sandios. ¿Quién era para ellos Bac de Roda?
De aquel hombre ni siquiera conservamos una imagen real que nos muestre su mirar. Y sólo se le conoce un escrito, su testamento. En sus últimas voluntades encargó a sus herederos que se oficiaran lo más pronto posible 300 misas en sufragio de su alma; una persona, pues, temerosa de Dios. Yo quiero rendir aquí un homenaje a su figura, víctima de una suplantación, a quien se le atribuye un significado que no manifestó en absoluto. Se le manipula sin remordimiento y con fervor. ¿De qué sirve ensalzar a alguien que no conocemos, si además no queremos reconocerlo tal como fue y acaso tampoco podamos saberlo? ¿Quién llora por ti, Bach de Roda? Descansa en paz.