Celebro que se haya realizado la manifestación de este sábado. Ha sido un acto de higiene democrática. Cataluña necesita que su pluralidad se exprese en todos los ámbitos, incluida la calle. Yo mismo reivindicaba hace unos dias que hay que decir en público lo que se dice en privado. Por tanto, que miles de ciudadanos se manifiesten festivamente desafiando la presión del nacionalismo en el poder y afirmando sus convicciones es un acto profundamente democrático y de gran valor en la Cataluña actual.
Sin embargo yo no he asistido a la concentración. Mis lectores saben que reiteradamente me he declarado contrario a la independencia de Cataluña. Considero que el viaje capitaneado por Mas se asemeja a un viaje en patera en el que el puerto de llegada me da menos garantías de un futuro libre y próspero que el puerto de partida. Con el agravante que el viaje está lleno de incertidumbres y peligros. Salvo personas en situación desesperada o ignorantes de los riesgos nadie sensato atravesaría ningún mar en patera con su familia. No asumiría los riesgos.
La manifestación ha sido contraria a la independencia. Pero se ha celebrado el Día de la Hispanidad. Y mi lucha no es de patria contra patria
Aunque entiendo que los sentimientos y la fe legítima de muchos ciudadanos, debidamente manipulados por el poder, hace que tengan otra visión de la realidad. Como a los que suben a la patera, el capitán de la nave y los que cobran por organizar el viaje les garantizan una travesía segura y sin sobresaltos y les prometen un futuro esplendoroso en el nuevo paraíso. Una parte de la población catalana les cree. Habrá que explicar la verdad a quienes quieran oírla.
Como ven, por la explicación anterior, mi oposición a la independencia de Cataluña no nace de una adhesión a otro sentimiento nacional. Soy catalán, español y europeo, pero no hago de esta pertenencia un elemento de identidad tan potente como para subordinar a él cualquier otra consideración.
La manifestación de este sábado ha sido una manifestación contraria a la independencia. Pero se ha celebrado el Día de la Hispanidad. Y mi lucha no es de patria contra patria. Por eso tampoco me he manifestado el 11 de septiembre, ni ahora ni cuando no se reivindicaba la independencia. El día de la patria, cualquier patria, me quedo en casa. En democracia sólo me he manifestado en 1977, tras el fallido golpe del 23-F, y en repulsa del asesinato de Ernest Lluch, en el año 2000. Respeto a los que piensan y sienten de otra manera. Pero no creo que sea el único catalán que piensa y siente así.
Aunque el antifranquismo fue mi lucha de joven -no es fácil olvidar los símbolos- y algunos de los manifestantes de este sábado provengan de ideologías que le prestaron apoyo, mis actuales adversarios políticos son los que nos quieren hacer subir a la patera hacia una travesía suicida. Ese es el problema más inmediato que amenaza a Cataluña. Por eso estoy mucho más cerca de los manifestantes de la Plaza de Cataluña que de los de la Via Catalana cap a la Independència. Por eso me congratulo de la manifestación, pero por las razones expuestas no he participado en ella.