"Tengo la sensación de que nos han tomado el pelo a muchos", me dijo un amigo después de leer mi último artículo, y en especial referencia a los datos proporcionados en un comentario al mismo por Ramón de Veciana. "¿Ahora lo dices?", le respondí, enviándole uno de los carteles de las "consultas sobre la independencia", que tuvieron lugar entre 2009 y 2011.
Llamar a la gente a pronunciarse sobre la independencia de Cataluña enseñándoles el mapa de otro territorio, los Países Catalanes (PPCC), es un tomadura de pelo muy gorda; duraba más de un año, y curiosamente no causó ningún debate público: ¡Esta es la prensa que tenemos!
Al finalizar las consultas, Anna Arqué, portavoz de esta campaña también llamada Catalunya Decideix, confirmó que bajo la "nación catalana" que aparecía en las papeletas del referéndum los organizadores entendían los Países Catalanes. Arqué ahora viaja por Europa asesorando a otros movimientos separatistas. Otros líderes de Catalunya Decideix han hecho carrera política, como Alfred Bosch, el rey de las tomaduras de pelo. Una persona que trabajaba en las consultas en un nivel inferior es Carme Forcadell (ERC/Plataforma per la Llengua/Òmnium Cultural), hoy presidenta de la todopoderosa Assemblea Nacional Catalana (ANC).
La ANC se ve a sí misma en la tradición de Catalunya Decideix, llevándose consigo también el pancatalanismo de las organizaciones que formaron aquella campaña, mientras CiU, ERC y CUP han pasado de dar su apoyo a Catalunya Decideix a colaborar hoy con la ANC, tanto directamente como por medio de la Associació de Municipis per la Independència (AMI).
Pancatalanismo que también es parte de la base ideológica del movimiento "territorio catalán libre y soberano", una especie de AMI bis que empezó hace un año y ya engloba a más de 200 municipios y consejos comarcales. Muchos de ellos, si no la mayoría, aprobaron una moción estándar en la que exigen que "el nuevo Estado catalán [tenga] entre sus objetivos alcanzar la reunificación política de los Países Catalanes". También, y otra vez con la participación activa de CiU (véase especialmente el punto séptimo del enlace), a veces con los votos del PSC, y siempre en plena sintonía con el ideario de los separatistas y pancatalanistas oficiales de CUP y ERC. La tomadura de pelo se ha instalado en muchos ámbitos y parece que va para largo.
Hablando de ERC: antes de su Conferencia Nacional en julio, este partido anunció que habría un giro en su postura pancatalanista. En ese congreso ERC se reafirmó en su pancatalanismo con las palabras "la nación catalana completa incluye el conjunto de los Países Catalanes", matizando que cada uno de los territorios que componen los PPCC es "un sujeto político específico que tiene que disponer de la plena capacidad de ejercer el derecho a decidir su futuro". Cosa que es un subterfugio mientras que se hable de "demostrar nuestra irrenunciable voluntad de lucha por la reunificación del conjunto de los Países Catalanes, desplegando una legislación en concordancia con esta voluntad", y se anuncie que "en función del modelo que se adopte, la futura Constitución catalana tendrá que incorporar la definición y el marco completo de la nación". Sigue existiendo la misma ideología, junto a una clara voluntad de tomar medidas concretas para conseguir el fin estipulado. Por lo tanto, se ha de temer que tal futuro Estado catalán trabajaría activamente por susodicha "reunificación política de los Países Catalanes". Ignorantes de las reglas más básicas de la política y la ley internacionales, los separatistas catalanes demuestran que no son aptos de liderar un Estado.
Ignorantes de las reglas más básicas de la política y la ley internacionales, los separatistas catalanes demuestran que no son aptos para liderar un Estado
Ya hoy en día el Parlamento autonómico da señales de inmiscuirse en los asuntos de otras CCAA. Por supuesto, en la consulta de Artur Mas se votaría solamente sobre el territorio de Cataluña, pero sigue siendo la misma farsa: si Cataluña no es la nación completa, ¿cómo pueden invocar el derecho a la autodeterminación de los pueblos? Intentaron escurrir el bulto con el invento del "derecho a decidir".
¿Recuerdan cómo los organizadores de las consultas se llenaban la boca de que lo importante era participar, y no si se votase sí o no? ¿Recuerdan cómo insistían en que aquello era un ejercicio de democracia? Igual que hoy con el "derecho a decidir".
Entonces dieron muchos coloquios y conferencias, haciendo proselitismo por el sí, y durante la consulta de Barcelona vendieron su libro, que mostró un gran sí en la portada. Por supuesto que todo el mundo sabía que era una pura operación separatista, y también lo es hoy su heredero directo, el "derecho a decidir". Ese derecho fantasmagórico que algunos separatistas ya empiezan a llamar "chorrada", para volver a hablar de autodeterminación; dinamitando así el castillo de naipes tan cuidadosamente construido durante los últimos años por su máximo teórico, Ferran Requejo. ¿En qué quedamos?
Que no nos tomen el pelo. Todo esto es ridículo y no merecería más tinta si no fuera a la vez peligroso, en primera instancia para los derechos y las libertades individuales de los catalanes.
Por cierto, un breve apunte sobre el artículo anterior, en el que abogué por la unidad de acción de la oposición en Cataluña. Algo parece estar moviéndose en esta dirección, por eso quiero insistir en que con mantener intactas las fronteras de España no basta. Este sería un fin sin contenido. Hay que combatir todo el nacionalismo rampante, y no solo una expresión de él, el separatismo. A favor de los derechos y las libertades individuales. Ellos son el mínimo denominador común frente a la exacerbación de unos "derechos colectivos".
Coda: lo que estamos presenciando es el paso del "derecho a decidir" al derecho a opinar. Los catalanes serán consultados, probablemente junto con todos los españoles y posiblemente sobre más que solo independencia sí o no. Una especie de macroencuesta. Después ya se verá. De vuelta a la política representativa. De la radicalidad a la normalidad. Y si todo esto al final desemboca en una refundación y modernización del Estado, bienvenido sea.
Pero que el nacionalismo no se embolse ninguna victoria bajo este techo. La lucha contra él va para largo.