Vamos a imaginar por un momento que una persona recibe un libro que no ha pedido sobre Auckland. Lo más probable es que le eche un vistazo, lo deje en la estantería y lo olvide porque, en general, realizamos nuestras lecturas o bien por placer o bien por obligación académica o laboral, pero es extraño que alguien decida leer un libro sobre un tema que, en principio, no es de su interés por el simple hecho de que alguien haya decidido mandárselo.
Pues bien, esa es la nueva ocurrencia de los partidarios de la secesión de Cataluña, que han pensado que el mundo no puede vivir ni un minuto más sin conocer su causa así que le van a mandar el libro Catalonia calling. What the world has to know, nada más y nada menos, que a las 10.000 personas más influyentes.
La mayoría no lo van a leer, obviamente, pero, aunque sea por pura probabilidad estadística, alguno sí lo hará. Imaginemos que ese lector potencial no sepa ni dónde está Cataluña y decida buscar información en internet. Se puede encontrar entonces con que se trata de una de las regiones más prósperas de un país democrático -porque, por mucho que ciertos sectores se empeñen en lo contrario, España es reconocida en el ámbito internacional como una democracia homologable a cualquier otra- que, además, posee un alto nivel de autogobierno que para sí quisiera, por ejemplo, Escocia y varios canales de televisión y radio. Descubre que, además, su lengua regional es la única vehicular en toda la enseñanza obligatoria, algo inaudito en el resto del planeta.
Me atrevo a pedir que creen una lista de las personas que no queremos que se utilice nuestra condición de catalanes para hablar por nosotros
A esa persona, a la que consideramos al día de las publicaciones internacionales ya que, recordemos, es muy influyente, quizá le venga a la cabeza entonces aquel artículo de la prestigiosa Spiegel sobre los separatismos en Europa que iniciaba su titular con un contundente "La hora de los egoístas" y en el que se señalaba como esas regiones separatistas que no quieren ser solidarias con las más pobres de sus propios países desean, paradójicamente, permanecer en la Unión Europea.
Imaginemos que esa persona sigue leyendo y se encuentra con lo del "derecho a decidir". Piensa, entonces, que se trata de un error de traducción porque "right to decide" es un sintagma que no tiene ningún sentido en inglés (bueno, en español y catalán tampoco, pero eso es otra historia). Como ve que el tema se repite, se da cuenta de que es algo realmente importante en Cataluña y acaba descubriendo que uno de los asesores en el tema es Arnaldo Otegi, que, en este momento, cumple prisión por su vinculación con el terrorismo. Esa persona, que tal vez viva en Nueva York o Londres, ciudades que han sufrido el horror de los atentados terroristas, deja el libro con un gesto de repulsión y sin entender por qué desde un lugar democrático se pide opinión para ser más democrático a una persona que ha demostrado no serlo.
Ya sabemos que, de un tiempo a esta parte, en Cataluña han proliferado las listas de buenos y malos catalanes y que incluso CiU decidió crear una lista de adhesiones a sus propuestas políticas. Pues bien, yo me atrevo a pedir otra cosa: que creen una lista de las personas que no queremos que se utilice nuestra condición de catalanes para hablar por nosotros, una lista en la que podamos decir que, por favor, no nos cuenten cuando hacen o dicen cosas que nos resultan poco pertinentes. O, mucho mejor aun, rogarles que empiecen a hablar con propiedad y declaren de una vez que no representan a Cataluña si no a una parte muy concreta de la población.
Y puestos a pedir, no estaría de más recordarles a Artur Mas y Núria de Gispert que su sueldo lo pagamos entre todos por lo que no es de recibo que sigan confundiendo gobierno con partido -a este respecto, es ilustrativo el hecho de que en la página web de la Consejería de Enseñanza aparezca una pestaña para poderse adherir al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir- y que ellos no pueden involucrarse en algo así mandando a los líderes mundiales este libro. Al menos, no en mi nombre.